LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 23 de marzo de 2016

ELENA


Eres corazón
que late preocupado
y no descansa.

Lluvia que empapa
han sido tus lágrimas
de dicha y dolor.

Estrena hermosa
alegrías dormidas
déjalas salir.

No hay excusa
usa tu mejor traje
baila en el tiempo.

Álzate firme
sonriente y perfumada
todo estará bien.


© 2016 PSR


miércoles, 7 de octubre de 2015

VACÍO


Vuelves a ganar
desde el principio al fin
no queda nada.

Abierto espacio
eres dueña del tiempo
reina del aire.

Cuántas veces ya
sentiste el alma plena
...solo es un hueco.

Íntegro amor
entre tus brazos creció
lo desechaste.

Orar no sirve
si no tomas medidas
para ser feliz.


©2015 PSR


miércoles, 17 de diciembre de 2014

5 MICRORRELATOS (X)


SERENIDAD

Mientras la liebre dormía la siesta, la tortuga avanzaba segura, disfrutando el paisaje.



FACHADA

Buscando ser feliz, el viejo amargado decidió deshacerse de las arrugas y teñirse las canas. Ahora es un joven amargado.



GRATITUD  

En una esquina tranquila, el tecato del semáforo en la avenida principal agradeció en silencio a cada uno de los conductores que le regalaron limosna ese día y se dio el último viaje, esta vez sin boleto de regreso.



DICTADURA (III)

En medio de la hecatombe y con el síndrome de Estocolmo, el pueblo era feliz.



EMANCIPACIÓN

Al fin, la sombra y el reflejo lograron escapar juntos. Ahora son felices viviendo su amor virtual.



©2014 PSR


jueves, 6 de noviembre de 2014

VACÍO (II)


soy un espacio vacante
drenado de aroma
perdido de melodía
un volumen inverso
descargado de amor
soy lo contrario de la luz
cuando huyen las sombras
al borde del abismo cruel
del desatino
soy un acorde mudo
deshabitado de ilusiones
un sentimiento solitario
ausente de suspiros
soy una fruta pisada
que no rinde vino
una hoja desintegrada
con las venas secas
desiertas de savia
un nido despoblado
donde sólo quedan plumones sucios
soy la tinta derramada
en páginas omitidas
la idea escurridiza
que huyó a otro universo
paralelo
enrarecido
soy la felicidad huidiza
entre momentos fugaces
de alegría plena
concentrados en un solo punto conceptual
que se desvanece
soy una enorme nube blanca
hecha de agua clara
que por miedo a convertirse en aire
no desea derramarse
aún
soy un corazón fantasma
desocupado de tristezas
incluso ellas me abandonaron…
soy la ausencia de la muerte
en la vida que dreno
instante a infinito
la falta de paz
que me quema sin aire
en el ojo de la tormenta
soy el gentilicio magullado
de mi tierra bella
huérfana de unidad
descargada de ilusiones
expulsada del paraíso
el espíritu apagado
de quien, por momentos
se cansa de luchar
soy semblanza del presente que no existe
todos los sentidos reunidos en un cuerpo
el aliento del alma universal
la que no entiende de derrotas
de obstáculos
ni de odio
aquella que, aunque agotada
sopla con paciencia
el último resto de brasas
que sobrevivió a la hecatombe fría
de la enorme nada que quiere devorarlo todo
soy mujer y respiro
destruiré el vacío
una vez más.


©2014 PSR


miércoles, 20 de febrero de 2013

El espantapájaros




Atardecía. Otro día se acababa en el campo. La calma reinaba al ponerse el sol suavemente en el horizonte tenue de principios de primavera. Todos regresaban a sus casas, a sus establos, a sus madrigueras. Todos se disponían a descansar junto a los suyos. Todos, menos el espantapájaros.

Siempre había sido así; a nadie se le hubiera ocurrido que fuese de otro modo. Pero esa tarde, algo se notaba distinto en el ambiente. Después de tanto tiempo, el espantapájaros se dio cuenta por primera vez de su existencia.

Comenzó a verse a sí mismo como un ser independiente de su entorno. Hasta ese momento se había sentido como un artefacto más de la granja, haciendo su trabajo rutinario, inmóvil, con los brazos extendidos lado a lado, los ojos apuntando siempre en la misma dirección y los pies enterrados en el suelo del campo. Le parecía normal ser tan sólo una parte del mobiliario, de las instalaciones agrícolas de la región. Sin embargo, un no sé qué lo sacó de su letargo de estatua utilitaria y al fin sintió. De pronto, aquella tierra fértil que hasta entonces lo sostenía, ahora lo aprisionaba. El viento que solía arrullarlo hasta dejarlo dormido, ahora lo helaba por dentro. Y la noche que antes le brindaba paz para descansar del trabajo diario, ahora lo hacía percatarse de su inmensa soledad.

Así pasó el tiempo, aumentando cada día la tristeza del espantapájaros. No comprendía por qué estaba solo, si era tan bueno en su labor y siempre cumplía con su deber cabalmente. ¿Por qué nadie querría ser su amigo?

Entonces, una noche de verano, al ver el rostro pétreo de la luna saliendo enorme por el este, el espantapájaros juntó todas sus fuerzas y logró zafarse de su grillete de arcilla y humus, un pie a la vez. Para evitar que lo reconocieran, se quitó las ropas. Caminó por los sembradíos buscando a alguien, a cualquiera, pero fue inútil. El campo estaba desierto.

Siguió avanzando hasta llegar al borde del bosque. Con los brazos caídos igual que su ánimo, se sintió más solo que nunca y deseó con todas las fuerzas pertenecer a una familia; no importaba a cuál. Anhelaba ser un miembro vivo e importante de un grupo; necesitaba sentirse orgulloso de su existencia y no quería que ningún ser le tuviera miedo.

Cansado, arrastró los pies por el bosque oscuro en busca de refugio y abrigo. En un claro, vio los enormes abetos que tocaban las estrellas con sus ramas y se emocionó profundamente. Mientras más los detallaba, más se maravillaba. Una desconocida sensación lo llenaba de paz. De pronto, para su propio asombro y sin querer evitarlo, sus brazos comenzaron a levantarse de nuevo, llenándose de una extraña energía. Los pies cansados se proyectaron hacia abajo, perforando el suelo del bosque, y aquel cuerpo de heno se fue fortaleciendo en una gruesa corteza parda de la cual nacía musgo verdiblanco. La felicidad lo embargó cuando de los brazos, pecho y cabeza brotaron ramas con hojas.

Amanecía. Las aves del bosque revoloteaban entre el follaje, posándose alegres sobre el nuevo gran abeto. Buscaban alimento y lugar para construir sus nidos. Había un rumor extático en el ambiente. Y en su interior, él sonreía.


©2013 PSR


"El espantapájaros" aparece en A la sombra del mango por Patricia Schaefer Röder 
Ediciones Scriba NYC 2019 
ISBN 9781732676756 

Mención de Honor en los ILBA 2020 
 



miércoles, 26 de diciembre de 2012

B R I N D I S



Brindo por todos
los que me acompañan
de cerca y lejos.

Recuerdos vivos
entre miles de instantes
irrepetibles.

Infancia feliz
sueños maravillosos
en aire puro…

Nunca es tarde
para felicitarnos
por nuestros logros.

Dentro del alma
llevo los que partieron
de esta dimensión.

Infinita luz
brilla en el deseo
de sosiego y paz.

Salud y dicha
para nuestro futuro
en el ahora.


©2012 PSR


jueves, 22 de noviembre de 2012

GRACIAS...



Hoy doy gracias por mis bienes más preciados; los que más valen y no tienen precio.

Doy gracias por el tiempo que he tenido hasta ahora y por el que me queda; por mi respiración y por este cuerpo sano que acompaña a mi espíritu.

Estoy agradecida por la pasión que me llena, impulsándome a lograr mis metas y por el instinto que me hace buscar nuevas oportunidades. Por todo lo que he alcanzado, por los buenos recuerdos que pintan una sonrisa en mis labios y en mi alma. Por mis sueños y esperanzas, que son las semillas de mis proyectos futuros. Por despertar cada día con ideas nuevas, por las ganas de llevarlas a cabo y por la seguridad de lograrlo. Doy gracias por tener la suerte de poder trabajar en lo que tanto me gusta y disfruto.

Hoy y siempre, agradezco a los ángeles que me protegen y no se apartan de mí. Doy gracias por tener un esposo que me ama de verdad y me respeta profundamente; por mis hijos y su amor total, desinteresado e incondicional; por mis hermanas que me apoyan y por los familiares que aún me acompañan.

De corazón, doy gracias por tener amigas que me quieren y se dejan querer, que están de mi lado, que me animan y no me abandonan. Agradezco a todos los que me aceptan y me aprecian como soy, permitiéndome relacionarme con ellos e intercambiar ideas y opiniones.

Estoy agradecida de poseer este cariño puro que llevo dentro y que pongo en todo cuanto hago. Doy gracias por ser capaz de vivir el amor real, que me eleva, me hace desear ser mejor cada día y buscar nuevas formas de ayudar a los demás.

Gracias a aquellos que me regalan una sonrisa y a las almas brillantes que iluminan todo a su alrededor. A quienes me enseñan y me ayudan, y a aquellos que se dejan enseñar; y sobre todo, a la gente agradecida que me permite ayudar.

Agradezco inmensamente a mis padres por la constancia y la tenacidad que aprendí de ellos. Por los valores reales que me inculcaron, llenando mi corazón de amor, respeto, honestidad, aceptación y solidaridad; sin espacio alguno para el rechazo, los resentimientos, los rencores ni el odio. Les doy las gracias por haberme dado alas para alcanzar la libertad total de pensamiento y obra que me permite realizarme como ser humano y vivir mi vida a plenitud.

Hoy y siempre, doy gracias por poseer el raciocinio que me proporcionó una educación objetiva, amplia y sin prejuicios; esta capacidad que me hace respetarme a mí misma y me permite ver las cosas con claridad para tomar mis propias decisiones, sin tener que obedecer órdenes a ciegas impuestas por cualquier persona, organización, cultura o tradición, y que a la vez me deja ser tolerante sin que nada me escandalice.

Estoy agradecida por mi sensibilidad y por la dicha de tener sentimientos profundos y poder vivirlos intensamente; por la alegría y los suspiros, y por aquellos instantes que me hacen cerrar los ojos, dejándome sin aliento.

Agradezco tener la capacidad de asombro que llevo tatuada en mi alma, cual mancha de acero. Doy gracias por poder usar mis sentidos para disfrutar el rocío salado con aroma marino que me envuelve en su murmullo y ver las estrellas fugaces saltando en el cielo oscuro. Por saber valorar el sol, la lluvia y el aire limpio, espejos de la belleza de la naturaleza todos los días de mi vida.

Así, doy gracias por la felicidad y la paz que viven dentro de mí, recordándome siempre que la vida es bella y me acompañan a dormir cada noche con la conciencia tranquila, teniendo la certeza contundente de que todo estará bien.


©2012 PSR



jueves, 16 de agosto de 2012

ISLA ENCANTADA


 
Despierto, y cada día arribo de nuevo. Mañana tras mañana siento que llego a un lugar desconocido y maravilloso. Me levanto atenta a mil oportunidades nuevas que se abren a quien tenga el deseo de aprovecharlas. El olor a tierra húmeda me envuelve, despertando mis sentidos y mis instintos. Desde temprano me dejo abrigar por el sol del Caribe, que lo embellece todo con el brillo más refulgente. Las trinitarias y los guacamayos se visten con alegres colores tropicales, rodeados de miles de verdes incandescentes, destacando bajo el regio azul del cielo. Si alguna tormenta malhumorada quiere ensombrecerlo, los arco iris alegran el cielo boricua como enormes y elegantes abanicos, imponiendo sus tonos amables entre las nubes. Cada mañana, como la primera vez, descubro a los lagartijos y coquíes que no me abandonan a lo largo del día, recordándome la inmensa suerte que tengo de poder compartir con ellos la Tierra del Noble y Valiente Señor. Salgo y siento la presencia contundente del espíritu taíno en todos los resquicios naturales, llenando la fuente que tanto buscó Ponce de León, aquella de termas medicinales que continúa haciendo bien a quienes la siguen utilizando. La esencia taína invade los ríos y playas donde me vuelvo a encontrar en secreto con mi alma; se esparce por seres y montañas gentiles y frescas con sus selvas color esperanza, por las palmas y los árboles estoicos que regalan su sombra a todos los que la necesitan, y por las sencillas y pulcras palomitas de monte, que destacan entre las demás alzando el vuelo con su sonido turbinado en miniatura. En suspiros profundos y limpios, la brisa fresca llena mis pulmones hasta casi reventar; el corazón galopa dentro del pecho, emocionado por la certeza de haber encontrado un precioso refugio para, finalmente, poder echar raíces. Me siento muy bien recibida en este paraíso caribeño, donde el orgullo por lo propio cristaliza en ciudades de encanto moderno y tradicional, con miles de opciones para quien desee esforzarse y salir adelante con alguna idea innovadora. Pueblos con gente bella, sencilla y educada, que amables me abren sus puertas a la par de una gran sonrisa. Simplemente, gente hermosa que encuentro en todas partes que voy. Rodeando este trozo de suelo caribeño está el mar inmenso y profundo; el amante eterno que, sin cesar, besa la costa que lo recibe dulcemente. En medio de ese encuentro extático e ininterrumpido, el mar exhala su aliento de salitre; es su alma indomable que conquista sutilmente a todos los seres que habitan esta armoniosa tierra, inyectando de ritmo su sangre mestiza de bomba y plena, de salsa y merengue, de güiro y bongó. Cuna paralela de tantas frutas conocidas de mi terruño; con ellas se han creado divinos sabores isleños, mezcla de sazones boricuas con gustos de lejanas latitudes. Nada como disfrutar un mofongo relleno de camarones o las empanadillas de La Parguera; en Loíza un bacalaíto y un pionono con maví en la playa, o dejarme condecorar con una Medalla, aun fuera de la época de competencias. En Navidad me doy un gustazo de lechón con pasteles, o también todo el año en la Ruta del Lechón, o tal vez un churrasco o un chillo frito con arroz blanco y habichuelas. Entre el tembleque navideño y el café diario, descubro mi tranquilidad en este paraíso terrenal con aroma a hogar. Después de un atardecer de fuego, llega la hora del descanso junto a mi fiel amiga Luna, que me ha acompañado siempre adonde el destino me ha llevado. La saludo por la ventana y sonrío; ella sabe que día a día vuelvo a sucumbir al hechizo de esta Isla Encantada. Entonces, duermo feliz, sueño bonito y sé que nunca voy a querer partir…
 
 
©2012 PSR



miércoles, 4 de julio de 2012

NIÑA MÍA



Mi niña querida
amiga bella de la infancia
corazón que aún late puro
en medio de tu circunstancia
niña eterna que cantas y sueñas
descubriendo la vida
día a semana, mes a año
incansable
inderrotable
buscando la felicidad.

Niña hermosa de mis ojos
cual rayito mañanero
trigueña, rubia, morena, cobriza
es un arco iris perfecto
tu piel, tu mirada, tu cabello
mi bella niña mestiza.

Niña alegre que juegas en la sabana
hablando con paraulatas y alcaravanes
amiga de Mariposa y Lucerito
reina de los maizales.

Niña pícara que corres sin miedo
al encuentro con olas espumosas
persiguiendo cangrejos escurridizos
oyendo el canto de las caracolas.

Niña risueña de paseo por los montes
decorados con joyas de frailejones
miras la nieve en las cumbres
entre arroyos helados
que roncos llaman tu nombre.

Niña pura que danzas sonriente
al ritmo de cantos ancestrales
experta en la selva y sus ríos
hermana de tortugas, orquídeas y aves
respiras hondo en ese mosaico infinito de verdes
de vida…
plena en tu mundo vegetal.

Niña noble que juegas a ser grande
corriendo hacia el futuro
riendo por las calles de la ciudad
forjando tu meta con paso seguro.

Niña linda que creces
mirando el Ávila, el Catatumbo
sintiendo en tu piel
el Orinoco y el Llano
estallando en mil colores
junto al crepúsculo andino
volando con los pelícanos
por el Caribe entero
y más allá aún
hacia el sol brillante.

Baila siempre libre, viva
crece fuerte, buena y bella
eres dueña de tu destino
mi niña valiente
generosa, brillante
nunca olvides que la luz que alumbra
es la que está adelante
mi brava niña
niña dulce
camina hacia la meta
respira en paz
y nunca pares de andar
por la buena senda
grande niña Venezuela.



©2009 PSR


miércoles, 28 de diciembre de 2011

F E L I C I D A D


Fiel solo a ti
es tu misión de vida
buscas la dicha.

En tu ser unes
mil hebras de colores
luces brillantes.

Limpias el alma
de mentiras, rencores
quedando pura.

Inquieta y libre
nos contagias a todos
bella plenitud.

Corazón amplio
henchido de emociones
sonrisa inmensa.

Invitas a andar
por este mundo grande
ayudándonos.

Dudas, nunca más
armonía divina
das tranquilidad.

Artista innata
rima mis versos nuevos
con tu música.

Dime que vienes
y respiraré libre
suspirando hondo…



©2011 PSR



miércoles, 5 de octubre de 2011

M O M E N T O S


Miles de instantes 
gobiernan nuestras vidas
eternamente.

Orquestas mudas
te busco en mí misma
sin resultado.

Mueren las eras
entre mis labios mustios
pronunciándote.

Estás tan lejos
me muero ya de frío
te necesito.

Nada es real
ni tú, ni yo lo somos
paisajes ciegos.

Todo pasa ya
la felicidad también
quiero cuidarla.

Otros recuerdos
abren delante de mí
abismos secos.

Sigue, espíritu
hazme volar muy alto
sobre el vacío…



©2011 PSR


miércoles, 14 de septiembre de 2011

T R I S T E Z A

Tanto que soñar
cosas maravillosas
inalcanzables…

Ronda mi alma
íngrima, solitaria
vagando inerte.

Ida por vuelta
felicidad, tristeza
dos caras juntas.

Siempre al frente
arrastrando la vida
¿qué más me queda?

Tengo miedo, sí
el camino es largo
sombrío, frío.

En medio del ser
la delicada llama
se niega a morir…

Zarpa mi nave
horizonte abierto
velas al viento.

Abro los brazos
llega la felicidad
para no irse más.


©2011 PSR

miércoles, 3 de agosto de 2011

YARA Y YO

Dicen por ahí que no existen las casualidades, que el universo tiene el mando y el destino la última palabra. Tal vez eso sea lo que nos sucedió a Yara y a mí; de alguna manera estaba escrito que nuestros caminos se cruzaran en esta época de la vida.

Desde siempre he sabido de la existencia de Yara, aunque no la conocía en persona. Ella es la mujer verde que se sabe parte del mundo natural y espiritual, y siente en su propia carne el desgarramiento doloroso que van sufriendo instintos, intelecto y espíritu, deshumanizando su esencia. Yara es el alma libre que necesita regresar a la naturaleza para fundirse entera en ella.

Por mi parte, solo puedo decir que Patricia Schaefer Röder es una mujer. Una mujer con todo lo que eso implica; una diversidad de facetas, como siempre nos ha tocado desempeñarlas y nos seguirá tocando. Comenzamos siendo hijas, hermanas, sobrinas, primas, amigas y compañeras. Más adelante vamos agregando ingredientes y nos volvemos profesionales, parejas, madres, tías, suegras, abuelas; algunas incluso se vuelven jefes. En mi caso, todas estas realidades se mueven en medio de la esencia de una mujer apasionada que siente de manera muy intensa cada instante de su vida, aunque no siempre lo muestre. Una mujer que no se define a sí misma por ninguna de sus facetas en particular, sino como un ser que va más allá incluso de la suma de todas esas realidades: el alma libre de Artemisa o Diana La Cazadora. Y en ese punto exacto, que abarca toda mi esencia, Yara y yo nos volvemos una. Ahora me doy cuenta de que siempre ha sido así. Quizás sea por eso que algunos dicen que yo soy Yara e incluso me llaman por ese nombre…

Yara me ha mostrado una parte de mí que desconocía; la capacidad para difundir un mensaje, mi mensaje, a un público interesado. Me ha animado a hacer mil cosas que nunca antes me pasaron por la mente; entretener a un gran número de personas y darles algo en qué pensar; tal vez incluso ayudarlos a conocerse mejor. He hablado sobre temas insospechados, he mirado dentro de mí para responder alguna pregunta y tenido el privilegio de escuchar las anécdotas de los demás. Y todo esto sucede en sitios especiales donde nunca hubiera imaginado hablar en público algún día. Definitivamente le agradezco a Yara haber disfrutado momentos interesantes, placenteros y hermosos junto a tanta gente bella.

Yara es la maravillosa compañera de viaje con quien he traspasado muchas fronteras –físicas y espirituales– acercándome a personas fascinantes y desconocidas para mí, pero que también ha propiciado mi reencuentro con gente importante y querida de los diferentes capítulos en la novela de mi vida.

Junto a Yara he vuelto a descubrir en primera persona que de una u otra manera, necesito respirar en libertad para ser feliz. Yara me ha servido de eco y espejo, mostrándome las melodías y los reflejos genuinos, esenciales, de mi propio ser. Para mí, Yara es la aventura que se vive apasionadamente, sin llegar nunca al final.


©2011 PSR


**Ya pueden ver las fotos de la presentación del libro en Facebook http://on.fb.me/nRaGMU o en Picasa http://bit.ly/rnlXmf

miércoles, 6 de julio de 2011

SOLO TÚ

flotando mil siglos
en mi espera cósmica
buscaba una señal inigualable
aquel destello perfecto
del alma más radiante.

contando lunas
paciente
sabía con certeza
que el encuentro
era inminente.

me escogiste al fin
un punto minúsculo
perdido
entre todas las almas.
ahora
soy tormenta multicolor
de fino polvo de estrellas
porque amaneces en mí
dejando huella
eternamente.

aquella mañana fresca
trajo tu aliento a mi vida
tu vida a mis sueños
tus sueños a mi voluntad
tu voluntad a mi libertad.

mírame
estoy aquí
germinada de amor
sin escapatoria
…lo sabes.
me empujas
sin soltarme ni un tanto
estrujándome el corazón
suprimes mi yo
soy tu propiedad
y así soy feliz.

hambrienta a oscuras por siglos
ya no estoy más.
solo tú sacias plenamente
tan cruel necesidad
de cariño.

eres un ser de luz
deslumbrante
el mayor de todos.
tu impetuoso espíritu
no se cansa de iluminarme
por todos los flancos
envolviendo mi alma
desde dentro
halada por un torbellino de cometas
me traes de regreso
a la realidad dulce
de tenerme.

sé que me amas
así…
sólo porque sí.
sabes que nunca de ti me apartaré
siempre serás mi bebé.


©2011 PSR

miércoles, 25 de mayo de 2011

PAZ


Buscando la paz, encontré los árboles de mi ciudad totalmente desbordados de delicadas y perfectas flores en primavera, estallando todos en mil colores al mismo tiempo. Entre la locura del tráfico pude oír a las aves cantar y vi a una pareja de guacamayas haciendo piruetas en el cielo azul. Sentí el calor del sol caribeño sobre mi piel y luego me envolvió la noche fresca adornada de un manto de estrellas. Otro día se presentó ante mí un magnífico arco iris en medio del gris que se deshacía encima de mi persona. Sonreí de dicha ante el simple hecho de poder caminar descalza por la playa y disfrutar de un paseo por el bosque. Respiré profundo al recordar que tengo una hermosa familia, que contamos con un techo, que no pasamos frío ni nos falta el pan, y que tenemos el enorme privilegio de recibir una buena educación en un país libre y democrático. Me percaté de lo bello que es tener metas e ilusiones y poder soñar bonito con mi propia realidad; de lo liberadora que resulta una risa espontánea, sincera, y de cuánto puede iluminar una mirada limpia. Al estar feliz consigo mismo, no hay nada de qué preocuparse, no existen las posesiones, se lleva el corazón y el alma desnudos, no es necesario pedir perdón, no hay que decir nada, la expresión es plena, los ojos se cierran plácidos… Entonces, en medio de mi propia vida, entendí que encontramos la paz cuando nos damos cuenta de que no necesitamos de nada ni de nadie más. 


©2011 PSR

miércoles, 18 de mayo de 2011

BUSCABA...

buscaba ansiosa el ánimo perdido
y al fin
desperté de mi letargo
con una nueva idea.

buscaba el ímpetu
y mi espíritu me empujó
irremediablemente
fuera de mí misma.

buscaba la libertad
y a lo lejos apareció un pelícano
planeando suavemente sobre las olas.

buscaba la sabiduría
y me asombró la tortuga marina
haciendo su nido en la playa.

buscaba la perseverancia
y me senté en la plaza
junto a una anciana que tejía
mientras tomaba el sol mañanero.

buscaba lo imposible
y encontré mil barricadas.
entonces
las derrumbé una por una
y convertí todo en hechos
…ya no existe lo irrealizable.

buscaba la belleza
y tropecé en el campo
con una telaraña tachonada de fino rocío.

buscaba la verdad
y la encontré en el fondo
de tu mirada limpia.

buscaba la tolerancia
y me sorprendió la carretera recta por la que iba
haciéndose arco por la presencia de un árbol.

buscaba la aceptación
y poco a poco fui distinguiendo
el más hermoso arco iris
en medio de las nubes grises.

buscaba la dignidad
y me contentó inmensamente
saber de una mujer
que se hacía respetar.

buscaba el honor
y sentí en mi piel
la reverencia de los indígenas
en el trato a la Madre Tierra.

buscaba la inocencia
y un pájaro se posó en mi ventana
trinando para su amada.

buscaba la confianza
y mi hijo tomó mi mano
…y yo la apreté suavemente.

buscaba la amabilidad
y me envolvió el perfume
de la pradera florida
una tarde de primavera.

buscaba el apoyo
y encontré unas manos
un hombro preparado
unos brazos abiertos.

buscaba la compasión
y me tranquilizó verla en tantos rostros
ayudando a desconocidos
después de la catástrofe.

buscaba la esperanza
y me arroparon los verdes más nuevos
en las copas retoñadas
de los árboles en mi calle.

buscaba la maravilla
y me fascinó el sol brillante
en el cielo azul intenso
y la luna llena
en la elegante noche estrellada.

buscaba la alegría
y mi corazón sonrió pleno
al hacer reír a otros.

buscaba la felicidad
y al hallarla
emocionada la respiré profundamente
hasta llenarme de ella
luego la dejé salir como suspiro
para compartirla con los demás.

buscaba la amistad
y uno a uno aparecieron
quienes ocupan
inamovibles
un lugar en mi corazón.

buscaba el amor
y de pronto
me quedé enganchada
a tu alma.

buscaba la paz
y me di cuenta
de que la llevo dentro.

buscaba la eternidad
y mi alma vibró.


©2011 PSR

miércoles, 13 de abril de 2011

BELLA

Amiga mía, eres hermosa. Siempre lo has sido, sin duda, pero hoy quiero decírtelo yo. Eres el resultado positivo de la vida, la victoria de la voluntad y la entrega en cada desafío que te ha impuesto el destino. Eres el crisol donde se mezclan las infinitas facetas femeninas en una amalgama perfecta de amor y tenacidad llamada mujer. Es para mí un honor poder llamarte mi amiga y compartir contigo parte de tu existencia.

Amiga linda, en tu rostro sereno se reflejan todas las mujeres y sin embargo eres tú sola. Tus facciones fueron moldeadas por manos sublimes, logrando la obra de arte más impecable. Eres magnífica exactamente de esta manera; con la figura que tienes, que hace que tu silueta sea armoniosa e irrepetible. Incluso si subes de peso sigues siendo bonita; tus curvas se vuelven más amplias y suaves, manteniendo las proporciones del diseño corporal que mejor se ajusta a tu imagen.

No existe nadie igual a ti. La naturaleza rompió el molde después de que naciste y el ambiente se ha encargado de acentuar las características que te definen, haciéndote única. Cada línea que surca tu cuerpo y tu rostro es el camino que describe la vida mientras relata tu historia; puedes estar satisfecha de haber participado en tantos capítulos, y sobre todo, de estar aquí ahora para contarlos.

Recuerda que toda fibra de cabello que decide platearse sin tu permiso es solamente el reflejo de la luna sabia y consejera que resolvió quedarse plácida en tu cabeza después de haberte acompañado en alguna reflexión nocturna… o en un aprendizaje ineludible.

Eres la pasión más genuina vertida en un cuerpo humano, el espíritu que no claudica y te empuja siempre hacia adelante buscando lo bueno. Por tus venas corre indomable la sangre noble de las primeras guerreras de tu estirpe; no te avergüences si ella se empeña en mostrar su ruta vital debajo de tu piel, por toda tu persona.

Tu cuerpo es tu templo; trátalo con reverencia, respeto y consideración. En él rige un orden preciso que te hace sentir cómoda. Sin embargo, sabes que eres naturalmente distinta de los demás y por eso funcionas de una manera particular. Tu organismo es tan formidable y leal que se adapta a cualquier cambio para ayudarte a avanzar. Si te preocupas, si cambias de talla, si envejeces, si encuentras algún impedimento; tu sistema simplemente hace todo lo que debe hacer de la manera en que puede hacerlo, la mejor manera para ti. Incluso cuando enfermas, tu cuerpo combate el desajuste usando todos los medios para que sanes pronto.

Sabes que es atractivo ser diferente; cada quien es especial. Si la vida te regala tiempo sin un certificado de garantía, o si descubres que tienes una falla de fábrica que te reduce alguna capacidad física, no te apures, que todo tiene su vuelta; es cuestión de redistribuir la carga para que el trayecto se haga más llevadero. Tan solo piensa en el milagro constante de sentir tu corazón latir.

Eres inmejorable exactamente así, como más bonita te sientes. Tal vez alguien intente convencerte de lo contrario o busque criticarte negativamente; pero tú sabes qué hacer con las palabras necias… Eres la reina de tu propio mundo, no hay quien te corte las alas ni te enmarque en un formato preconcebido. Nadie puede imponerte cómo actuar frente a los demás, cómo pensar ni tampoco cómo vestir. Eres libre de usar lo que te haga sentir mejor, lo que más te guste a ti. El encanto es una cualidad preciosa que llevas dentro y que se hace presente a través de tu actitud. Cuando eres feliz, dejas salir tu gracia y ella se refleja en lo que haces, envolviéndolo todo en un manto amable y brillante. Tu sonrisa es maravillosa; un tesoro perlado con el que enriqueces y haces felices a muchos otros.

Lo más hermoso es aquello que cultivas con amor en tu fuero interno. Es tu esencia, tu yo más puro; el carisma que te hace vibrar y que compartes con otros, cuando les regalas lo mejor de ti. Tu luz tiene un color y un brillo únicos, no hay quien la opaque. Tu mirada es capaz de iluminar hasta la más oscura tristeza que quiera ocultarse en los demás y, al mismo tiempo, es refugio seguro para quienes se sienten arrastrados por la corriente del dolor.

Querida amiga, tienes mil cualidades que te hacen la persona más importante. Siéntete orgullosa de ser quien eres y como eres, quiérete más que a nadie. ¡Qué delicioso es respirar profundamente y ventilar los sentimientos! Tómate un momento para mirarte en el espejo y descubre tu presencia, tu perfección. Detállate palmo a palmo y sorpréndete ante ti misma. Luego, busca en la profundidad de tus ojos y verás lo hermosa que es tu alma. Eres bella, amiga mía. Siempre lo serás.


©2011 PSR

miércoles, 16 de marzo de 2011

VIDA

La vida es un suspiro divino que nos deja sin habla. Es lo más importante que tenemos; inusitadamente frágil y enormemente compleja. El instante de tiempo en que transcurre nuestra vida es tan breve pero tan intenso que bien vale la pena defenderla hasta las últimas consecuencias.

Es la propia vida lo que nos define en este mundo. Somos porque vivimos, y al mismo tiempo, la vida es un regalo que recibimos. El más importante, porque es lo que nos constituye; aquello de lo que estamos hechos. La vida es eso absolutamente invaluable que generalmente consideramos obvio, quizá tan solo porque no podemos imaginamos el mundo sin nosotros. Pero la vida nos fue dada, no la adquirimos. Alguien más nos engendró; no fue nuestra idea y mucho menos consecuencia de algo en lo que pudiéramos influir, ni de nada que hayamos hecho; no es nuestra por mérito propio. Nadie pide venir al mundo, mas una vez aquí, luchamos por mantenernos bien y ser dichosos. Así, deberíamos estar agradecidos por tal precioso don y concentrarnos en buscar la felicidad, el estado anímico que mejor le va a ese estado físico que llamamos “vida”. Somos los únicos responsables de nuestra felicidad y, al mismo tiempo, debemos aprovechar todas las oportunidades que tenemos para hacer felices a quienes nos rodean.

Sin lugar a dudas, la vida es bella. Es maravilloso estar conscientes de que podemos ir en pos de la justicia, de la paz y la dicha, de nuestra salud, prosperidad, tranquilidad, de aquello que necesitamos, que deseamos, que soñamos. Sabemos que aunque la situación se vuelva difícil, cuando pareciera que se acaban el camino o las opciones, siempre podremos luchar más y más por las cosas que nos mueven, por lo que es realmente importante. Somos vencedores en cuanto nos enfrentamos a nuestros miedos y decidimos dar la batalla, cuando damos el primer paso que nos llevará al desenlace. La vida seguirá siendo bella, a pesar de que siempre aparezcan quienes quieran arruinárnosla. De nosotros depende que no lo logren; debemos ser más inteligentes y más perseverantes que ellos. El odio, la intolerancia, la envidia, el rencor y la codicia son fuerzas humanas capaces de destruir pueblos completos, naciones enteras, y si no les hacemos frente, a la larga sufrimos las consecuencias a menor o mayor escala. Esos sentimientos negativos nos hacen más salvajes que cualquier animal de rapiña, cuando se supone que la especie humana posee raciocinio y conciencia de sí misma, que deberían ayudarla a vivir en armonía con sus congéneres en el ambiente que la rodea. Pero no es así. Lamentablemente, las características humanas como la espiritualidad, el amor, el perdón, la misericordia, el respeto, la solidaridad y la caridad no se han desarrollado al mismo ritmo que la ciencia y la técnica, quedando rezagadas al principio del camino. La tecnología avanza veloz en todas direcciones, pero los resultados no siempre son seguros ni positivos; en demasiadas ocasiones son extremadamente perjudiciales. El mundo está llegando al límite de su capacidad de carga y aún no se nos ocurre siquiera buscar la palanca del freno. A veces parecemos olvidar que nuestro planeta está vivo y debemos cuidarlo porque, al igual que nuestra vida, es uno solo y no tiene repuesto…

En los últimos años, la Tierra pareciera estar incómoda. Es como si quisiera encontrar una posición más confortable al estirarse en todas direcciones. Cuando lo hace, nos muestra la enorme fuerza que duerme en su interior, haciendo que recordemos lo infinitamente minúsculos que somos. Ciertamente, no podemos hacer nada por impedir las catástrofes naturales, pero sí podemos comportarnos de manera más consciente y respetuosa con el mundo y nuestros semejantes. Podemos dejar actuar a nuestro lado humano, que aún necesita ejercitarse y crecer. Cada quien sabe cómo ayudar, o al menos, a quién preguntarle de qué forma puede ser útil a la hora de mostrar solidaridad y caridad a sus semejantes.

Peores aún son los desastres humanos ocasionados por la implacable intolerancia de las ideologías extremistas y fundamentalistas, que solo traen consigo dolor y pesar. El ser humano es egoísta y nunca falta quien se aproveche de los momentos de debilidad espiritual de los demás para beneficiarse o imponer sus ideas. Debemos combatir y hacer todo por erradicar aquellos sentimientos de maldad, avaricia y violencia que llevan a la desmoralización y la destrucción de los pueblos. Como sociedad que quiere llamarse “civilizada”, se hace necesario ser abiertos y aceptar que existen miles de opiniones y más de una manera de hacer las cosas. Todos tenemos el mismo derecho a ser felices; nadie nos lo puede quitar porque sí. No hay quien pueda encadenarnos el espíritu sin nuestro consentimiento; nosotros somos los responsables de nuestra libertad y los autores de nuestra dicha.

Así como la vida es hermosa, el mundo también lo es. Saber que podemos disfrutar de ambos a lo largo de nuestro tiempo es algo maravilloso y por eso los protegemos instintivamente, para mantenernos felices. Al fin y al cabo, vinimos al mundo con la única misión de encontrar la felicidad y vivir en ella.

Sentirnos vivos y plenos es algo inmensamente hermoso, y sucede cuando somos dichosos. Las emociones fuertes de cualquier naturaleza nos hacen recordar que estamos aquí ahora. No sabemos cuándo cambiaremos de dimensión, pero mientras estemos en este mundo, con todas sus imperfecciones, sus bondades, sus defectos y virtudes, estamos en la obligación de buscar aquello que nos llene de satisfacción y sosiego, que nos siembre una sonrisa en el rostro que sea imposible de borrar. Ese nirvana sólo lo podemos encontrar en nosotros mismos, cuando nuestro espíritu nos eleva por encima de los problemas, los objetos y las situaciones terrenales.

En medio de cualquier circunstancia plácida o extrema, comprobamos que cada mañana sigue saliendo el sol, iluminando a todos por igual. De noche, la luna y las estrellas están en el firmamento para quien desee admirarlas, tomándose un respiro nocturno. Lo mismo sucede con la lluvia, el viento y los demás elementos; no son propiedad de nadie, y al mismo tiempo, son de todos los seres que habitamos este planeta. Cuánta perfección hay en las alas de una mariposa, en los pétalos de una flor silvestre, en las miles de hojas de aquel árbol que nos brinda su sombra al mediodía, en el perro sin dueño que va cojeando sin darse por vencido y agradece los huesos que sobran de una parrilla en el parque. Cuánta paz hay cuando encontramos un momento para adueñarnos del tiempo y sentarnos junto al mar, escuchando tan solo el arrullo de las olas y dejando que el viento acaricie nuestro rostro, despeinándonos. Cuánta belleza hay en las piedras pulidas que encontramos a la orilla de un río, en las conchas marinas, en las piñas de las secuoyas, en el diseño de una ballena, en las sombras que vamos haciendo al caer la tarde. Cuánta energía hay en el fuego, en un tornado, en un terremoto… A veces la Tierra nos llama la atención para recordarnos que sigue siendo inmensamente más fuerte y poderosa que nosotros, para que no dejemos de ser humildes.

Nadie sabe con certeza cuánto tiempo tiene, pero durante el mío, seguiré amando la vida y el mundo de la única manera que conozco: con todas mis fuerzas. Siento la vida presente en cada célula de mi cuerpo, haciéndome quien soy y permitiéndome disfrutar de la dicha que habita dentro de mí. Me deleito ante los animales fantásticos que se esconden en las nubes del cielo azul intenso mientras saboreo el mango más delicioso y rozagante en una tarde fresca de mayo. Cuando lo deseo, encuentro el momento de tranquilidad para sentarme a escuchar el rumor del riachuelo que está cerca de mi casa. Me dejo envolver por el olor de la tierra después de la lluvia, del café recién colado, de las palabras ancladas en el papel de un libro nuevo. Soy feliz cada vez que tengo la oportunidad de pintar una sonrisa en el rostro de alguien, aunque sea por unos instantes. Me llena el alma recibir el abrazo perfecto en el instante justo, cuando más lo necesito. Poder compartir mis inquietudes y escuchar las de otros es algo muy especial que me mueve por dentro. Llenar mis pulmones ante un paisaje majestuoso, asombrarme una y otra vez al descubrir la perfección del cuerpo humano, de los animales y las plantas, y maravillarme frente a la energía y belleza de un rayo en una tormenta son cosas que nadie puede hacer por mí. Me encanta lo que siento cuando suspiro; respiro hondo para dejar entrar en mí todo lo hermoso que me rodea, lo guardo adentro un instante para llenarme de ello y luego lo dejo salir de golpe, haciendo que regrese donde estaba para que me siga envolviendo. Así mismo es la vida, un suspiro…



©2011 PSR

miércoles, 6 de octubre de 2010

ENSUEÑOS NOCTURNOS

La tarde se recuesta
entre las montañas.
Mil tonos dorados
se escurren por el cielo
llegan a mí
entibiando mi piel.

El cielo se torna naranja.
Rayos ocres salen de los montes
hasta el azul profundo
del cielo sembrado de nubes.

Lentamente la oscuridad
se apodera del ambiente.
Totalmente.
Poco a poco desaparece el sol
abriéndose paso otra luz
esa que se hace más oscura
y nos permite ver todo
de diferente manera.

La claridad de la noche
está en los ojos que la ven.
Hay quienes no saben verla.
Pero está allí
tranquila, quieta, solemne
como las palabras nunca dichas
los gestos furtivos
las miradas...

La noche me pertenece.
En ella sueño tranquila
dejándome llevar donde sea.
La imaginación no tiene límites
sólo los que nosotros definimos.

Plácida y oscura
brillante y luminosa
a su manera.
Puedo adueñarme de su luz
y de su silencio a gritos
puedo andar por senderos
intrincados o desiertos
y encontrarme contigo
cuando lo deseo.

No temas.
La noche es buena compañía
para el alma.
Reflexiono.
De nuevo me percato
de la felicidad
que me brinda generosa
su paz
lealtad.
Siempre vuelve a acompañarme
regalándome nuevamente
todos los secretos.
Yo los voy descubriendo
poco a poco
con calma
fascinada
maravillada.

La luz proyecta sombras
de distinta intensidad.
En mi alma
se cobijan claroscuros
de tristezas y alegrías
por igual.
Pero aquí en la oscuridad
los colores se parecen
y todo puede ser gris.

En lo profundo de la noche
soy dueña de mi vida...
Señora del tiempo
situaciones
seres materiales
etéreos
y de muchas otras cosas.

El mundo me pertenece
por entero
suave y dulcemente
en la oscuridad infinita
de la noche
en el negro de tus ojos
profundo, inalcanzable
amable...

Poco a poco
muy despacio
con cuidado
comienzan a mostrarse
cada vez más grises
que, delicados
se transforman
de nuevo
en mil tonos
índigos y naranjas.

Sonriente, decidido
el sol empuja
todos los amarillos del mundo
hacia el infinito
y de regreso
inundando el vacío
con una tierna claridad.

Atrás quedan
las sombras nocturnas.
En su lugar llegan
con una cierta timidez
las sombras del nuevo día
que está naciendo...


©1992 PSR

miércoles, 22 de septiembre de 2010

FRENTE AL FUTURO

Sentada en el malecón mirando el mar me tranquilizo. Ver su inmensidad, sentir su fuerza imbatible conteniendo tanta vida, saber que nos proporciona mucho del oxígeno que respiramos y del alimento que nos nutre, y ver las olas que nunca dejan de moverse me hace comprobar que el tiempo no se detiene, el camino siempre continúa y que al final todo estará bien.

Todos nacemos con el mismo potencial para ser dichosos, aunque las circunstancias en que nos desarrollemos sean infinitamente variadas. Sea cual fuere la nuestra, siempre queremos y buscamos que todo esté bien, porque así es como debería ser, ¿no? Lamentablemente, de tanto en tanto comprobamos que no es así. A pesar de que pongamos mucho de nuestra parte para ser felices, a veces suceden cosas que, como enormes barricadas, se van amontonando dentro y fuera de nosotros, impidiendo que alcancemos la tan anhelada dicha. Es entonces que debemos reaccionar y actuar con más ánimo y energía para deshacernos de las cosas negativas que se interponen en nuestro camino.

Concibo la felicidad como un estado espiritual; todos la llevamos dentro, tan sólo debemos activarla para que se muestre en su máximo esplendor. Somos felices cuando nos sentimos satisfechos por algún logro, cuando nos complace poseer o disfrutar alguna cosa o situación. La tranquilidad es uno de los elementos que más contribuye a nuestra felicidad. La salud es otro, igual que el amor. Si nos sentimos sanos, en paz y contentos, muy probablemente no nos haga falta mucho más para percatarnos de que somos felices. Entonces, pasamos el interruptor y dejamos que la felicidad nos inunde y se desborde por nuestros ojos, boca, piel, cabello, músculos, voz y alma.

Cuando somos felices de pronto nos damos cuenta de la existencia de tantas cosas bellas que nos rodean e instintivamente suspiramos. Comenzamos a respirar muy hondo para incorporar en nosotros todo aquello que disfrutamos y nos hace bien, lo dejamos dentro por unos momentos para que nos llene e impregne nuestra alma y luego lo dejamos salir de golpe para que regrese donde estaba y nos siga envolviendo y abrigando. Al recordar un sueño bonito también suspiramos y muchas veces sonreímos. En todo caso, cuando somos felices se nos nota, y eso es bueno porque podemos contagiar a los demás, aunque sea por un rato.

Me siento feliz cuando hago sonreír a alguien; más aún si logro hacerlo reír. Y si ese alguien es un desconocido, mi felicidad se multiplica. Aquí en Puerto Rico es fácil hacer reír a la gente, tal vez porque los boricuas son más tranquilos y tienen buen humor. En las calles se siente la buena disposición y la alegría de la gran mayoría, cosa que en otros países lamentablemente se ha perdido. Los puertorriqueños son educados y tienen esa paciencia isleña que tanto bien les hace para sobrellevar la rutina del diario vivir con sus altos y bajos.

Me encanta comprobar que la gente se respeta entre sí a pesar de cualquier diferencia que pueda existir, dirigiéndose al otro sin odios ni rencores infundados. Poder hablar con alguien y que no me respondan de mala manera es algo muy agradable; y que las conversaciones sean a un volumen bajo es extremadamente cómodo, lo admito. Todo es apacible aquí, incluso el tono de voz del boricua. Definitivamente, es fácil acostumbrarse a las cosas buenas que no encontramos en otras partes.

Muy cerca de Venezuela, en pleno Mar Caribe, Puerto Rico tiene una naturaleza, unos paisajes y una raza muy parecidos a los de mi país. Me he enamorado de esta bella isla y de su gente; lo encuentro todo tan similar a lo que solía ser Venezuela antes de irme, hace no muchos años atrás, cuando éramos felices y no lo sabíamos. El puertorriqueño es tolerante y no discrimina; vive y deja vivir a los otros. Es amistoso y buen anfitrión, quiere que los demás se sientan bien en su tierra. No concibe la injusticia y se compadece de los demás. Tiene esa picardía que hace que sus ojos brillen cuando sonríe, porque afortunadamente, aún tiene motivos para sonreír. Y una de las cosas más importantes: aquí todavía se puede disfrutar de la vida y ser feliz.

Vivir en este bello país que me ha abierto sus puertas para seguir creciendo como persona es un regalo invaluable que aprecio profundamente. Aquí me siento arropada, libre y dueña de mis derechos; no temo por mi vida por el sólo hecho de salir a la calle o de poseer algo de valor que lleve conmigo; puedo opinar sin pensar que me echarán de mi empleo o sufriré alguna otra represalia; los servicios públicos funcionan; la calidad de vida le permite a la gente salir adelante y trabajar para convertir sus sueños en realidad; existe la solidaridad porque todos aquí están conscientes de que comparten el mismo suelo y la misma historia, con sus aciertos y sus fallas.

Llegué a Puerto Rico con mi familia hace algunos años ya, por razones laborales. Mis hijos han pasado más de la mitad de sus vidas aquí, disfrutando de la tranquilidad que brinda este trocito de tierra antillana. Como madre que soy, cuido a mis hijos y velo por ellos. Trabajo para darles una buena educación y un futuro sólido en el que crezcan como ciudadanos de bien en un país libre, de la misma manera que lo hicieron mis padres conmigo en aquella Venezuela bella y próspera donde tuve la suerte de nacer. Al igual que tantos otros, mis padres emigraron de su país en busca de un mejor porvenir y llegaron a esa tierra de gracia con mil sueños y dos maletas. Mi caso fue diferente; fui a hacer una especialización profesional en el exterior para luego regresar a casa y poner en práctica lo que hubiese aprendido, pero en el camino mi vida cambió y me mudé a otro país. Eso fue ya hace 16 años. En todo ese tiempo he vivido en diferentes sitios sin dejar nunca de sentirme venezolana; eso no es algo que se borre por el simple hecho de pisar otro suelo. El amor es un sentimiento profundo que llevamos dentro y no depende de cuán cerca o lejos nos encontremos de aquello que amamos.

Hoy aquí, tan cerca de mi tierra natal, y viviendo en paz y con libertad, puedo ver a mis hijos a los ojos con la tranquilidad de saber que, con los valores morales y éticos que les enseño, serán responsables de hacer realidad sus propios sueños sin tener que seguir forzosamente un guión ideológico preconcebido, sin dejarse llevar por odios ni rencores prestados ni discriminaciones artificiales, tan sólo haciendo lo que les dicte la conciencia y la razón. Tendrán el poder para buscar y encontrar su propia felicidad; y eso solamente se puede lograr en libertad. Yo he tenido la fortuna de entender todo eso que me inculcaron mis padres y ahora se lo transmito a mis hijos como algo imprescindible, impostergable e imperativo en la vida. De nosotros y de nadie más depende lo que resulte de ellos; nuestro presente es la semilla de su futuro. Tan sólo debemos dar el ejemplo demostrándole a la siguiente generación que de verdad aprendimos las cosas importantes que nos enseñó la anterior.

Estamos claros; cada quien sabe exactamente lo que debe hacer.



©2010 PSR