LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 12 de febrero de 2014

EN MARCHA POR CARACAS…


Incluso la noche más oscura termina con la salida del primer rayo de sol. --PSR
 
“…Con el apuro nuestro de cada día metimos todo y entramos en el carro. Primero Gabriel en su silla infantil, bien ajustado y cómodo a la vez en el asiento trasero. Luego Serafina a su lado. Menos mal que la brisa se llevó un poco el calor y la humedad que se había acumulado hasta el mediodía bajo un manto delgado de nubes grises. “Espero que no se agüe la fiesta” recuerdo que pensé al ver el cielo cuando me sentaba frente al volante.
 
En la radio sonaba “Contigo”, la canción preferida de Gabriel, y nos pusimos a cantarla junto a Ilan Chester mientras comenzábamos a bajar por la falda del Ávila rumbo al sur. Pasando el Obelisco de la Plaza Altamira tomamos la Autopista del Este en dirección a la Universidad Central. Avanzando por el río continuo de carros que fluye a lo largo del valle lleno de edificios altos, y acompañados siempre al norte por la gran montaña verde que esta vez tenía puesta una bufanda plomiza, una vez más Gabriel me señaló maravillado la enorme lata de crema Nivea al lado derecho de la autopista. Más adelante llegamos al distribuidor El Pulpo y me preguntó por qué se llamaba así. “Se llama El Pulpo porque tiene muchos brazos”, contesté. Así conectamos con la autopista Valle-Coche, de nuevo rumbo al sur, hacia la carretera Panamericana.
“Mami, y María Lionza dónde está?”, quiso saber.
“Ella está sobre su danta, a la derecha”, señalé. “Hoy no la veremos porque nos desviamos por el Pulpo”, dije.
“¿Y cuándo la vamos a ver de nuevo?”, insistió.
“Cuando tengamos que ir a la Plaza Venezuela; tal vez la próxima semana”, respondí.
 
Poco a poco, el cielo sobre la ciudad se iba cubriendo de una espesa capa negra que casi no dejaba pasar la luz. De pronto me sentí como un pez atrapado bajo el techo negro de un derrame de petróleo en el mar. Gabriel me preguntaba si estaba anocheciendo y yo le explicaba que sólo eran unas nubes oscuras que tapaban el sol, pero que seguro se irían pronto…”.
 
 
©2006 PSR
 
Fragmento de "Travesía" ©2006 PSR 
"Travesía" aparece en la antología Yara y otras historias, de Patricia Schaefer Röder.
Ediciones Scriba NYC
ISBN 978-0-9845727-0-0


 
 

miércoles, 1 de mayo de 2013

ANGELITOS BELLOS



Pintor de la vida y lo que ves
en el cielo como en el universo
pintor de todo aquello
que llena el alma de estrellas
con tu paleta mágica
de mil matices plena
crea la Madre de todos
píntame una Virgen morena
india, cual sol de la tarde
como la noche, negra
y al igual que la mañana
también blanca europea.

Pintor de imágenes santas
desliza el pincel divino
revívela pura en mil cadencias.

Entre el piano y los violines
Coromoto sueña con serafines
musitando versos que amanecen
abrazados a una tonada
llanera ella, la campesina
hija del cuatro y el arpa.

María Lionza, la natural
reina mestiza en la montaña.
Más allá, selva adentro
donde el blanco es forastero
rezan con maraca y zumbador
el canto sagrado de los ancestros
aquellos de tu sangre, bendita Luna.

En el páramo imponente
armonías en flautas milenarias
tejen notas de viento y niebla
que se escurren entre las piedras
honor eterno, merecido
a la gran sabia Pachamama.

La arena de la costa
refleja clara la guarura
con el golpe de un tambor
y el azul partido en dos
inundado de latidos
por ti, Yemayá fecunda.

Artista eterno de lo hermoso
píntame el cielo multicolor
un arco iris, el más grande
tachonado de angelitos
zambos, negros, indios, blancos
ángeles criollos y mestizos
preciosos querubines
que con la Virgen protejan
en mi tierra, a los niñitos.

©2013 PSR