LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 16 de octubre de 2013

6 MICRORRELATOS (II)

 
CRECIMIENTO

Al querer retornar a su cuerpo, el alma liberada se dio cuenta de que ya no cabía.


(IM)POSIBLE

Sin pensar en las dimensiones ni en la dificultad del camino, cuando llegó al inmenso muro, la hormiga simplemente lo subió.


LÍMITE

Al llegar a la cumbre, respiró. Miró el paisaje, abrió los brazos y voló.


VIAJE

El ángel la abrazó con las suaves alas. Ella cerró los ojos y se dejó llevar.


ODIO

Supurando veneno, el rencor lo carcomió lentamente hasta dejar una mancha maloliente en el suelo. Al fin se sintió cómodo.


GPS

Al regresar deprimido del puente al auto, el suicida frustrado comprobó emocionado que su navegador había sido programado para llevarlo directamente al otro mundo.


©2013 PSR 

 

miércoles, 22 de septiembre de 2010

FRENTE AL FUTURO

Sentada en el malecón mirando el mar me tranquilizo. Ver su inmensidad, sentir su fuerza imbatible conteniendo tanta vida, saber que nos proporciona mucho del oxígeno que respiramos y del alimento que nos nutre, y ver las olas que nunca dejan de moverse me hace comprobar que el tiempo no se detiene, el camino siempre continúa y que al final todo estará bien.

Todos nacemos con el mismo potencial para ser dichosos, aunque las circunstancias en que nos desarrollemos sean infinitamente variadas. Sea cual fuere la nuestra, siempre queremos y buscamos que todo esté bien, porque así es como debería ser, ¿no? Lamentablemente, de tanto en tanto comprobamos que no es así. A pesar de que pongamos mucho de nuestra parte para ser felices, a veces suceden cosas que, como enormes barricadas, se van amontonando dentro y fuera de nosotros, impidiendo que alcancemos la tan anhelada dicha. Es entonces que debemos reaccionar y actuar con más ánimo y energía para deshacernos de las cosas negativas que se interponen en nuestro camino.

Concibo la felicidad como un estado espiritual; todos la llevamos dentro, tan sólo debemos activarla para que se muestre en su máximo esplendor. Somos felices cuando nos sentimos satisfechos por algún logro, cuando nos complace poseer o disfrutar alguna cosa o situación. La tranquilidad es uno de los elementos que más contribuye a nuestra felicidad. La salud es otro, igual que el amor. Si nos sentimos sanos, en paz y contentos, muy probablemente no nos haga falta mucho más para percatarnos de que somos felices. Entonces, pasamos el interruptor y dejamos que la felicidad nos inunde y se desborde por nuestros ojos, boca, piel, cabello, músculos, voz y alma.

Cuando somos felices de pronto nos damos cuenta de la existencia de tantas cosas bellas que nos rodean e instintivamente suspiramos. Comenzamos a respirar muy hondo para incorporar en nosotros todo aquello que disfrutamos y nos hace bien, lo dejamos dentro por unos momentos para que nos llene e impregne nuestra alma y luego lo dejamos salir de golpe para que regrese donde estaba y nos siga envolviendo y abrigando. Al recordar un sueño bonito también suspiramos y muchas veces sonreímos. En todo caso, cuando somos felices se nos nota, y eso es bueno porque podemos contagiar a los demás, aunque sea por un rato.

Me siento feliz cuando hago sonreír a alguien; más aún si logro hacerlo reír. Y si ese alguien es un desconocido, mi felicidad se multiplica. Aquí en Puerto Rico es fácil hacer reír a la gente, tal vez porque los boricuas son más tranquilos y tienen buen humor. En las calles se siente la buena disposición y la alegría de la gran mayoría, cosa que en otros países lamentablemente se ha perdido. Los puertorriqueños son educados y tienen esa paciencia isleña que tanto bien les hace para sobrellevar la rutina del diario vivir con sus altos y bajos.

Me encanta comprobar que la gente se respeta entre sí a pesar de cualquier diferencia que pueda existir, dirigiéndose al otro sin odios ni rencores infundados. Poder hablar con alguien y que no me respondan de mala manera es algo muy agradable; y que las conversaciones sean a un volumen bajo es extremadamente cómodo, lo admito. Todo es apacible aquí, incluso el tono de voz del boricua. Definitivamente, es fácil acostumbrarse a las cosas buenas que no encontramos en otras partes.

Muy cerca de Venezuela, en pleno Mar Caribe, Puerto Rico tiene una naturaleza, unos paisajes y una raza muy parecidos a los de mi país. Me he enamorado de esta bella isla y de su gente; lo encuentro todo tan similar a lo que solía ser Venezuela antes de irme, hace no muchos años atrás, cuando éramos felices y no lo sabíamos. El puertorriqueño es tolerante y no discrimina; vive y deja vivir a los otros. Es amistoso y buen anfitrión, quiere que los demás se sientan bien en su tierra. No concibe la injusticia y se compadece de los demás. Tiene esa picardía que hace que sus ojos brillen cuando sonríe, porque afortunadamente, aún tiene motivos para sonreír. Y una de las cosas más importantes: aquí todavía se puede disfrutar de la vida y ser feliz.

Vivir en este bello país que me ha abierto sus puertas para seguir creciendo como persona es un regalo invaluable que aprecio profundamente. Aquí me siento arropada, libre y dueña de mis derechos; no temo por mi vida por el sólo hecho de salir a la calle o de poseer algo de valor que lleve conmigo; puedo opinar sin pensar que me echarán de mi empleo o sufriré alguna otra represalia; los servicios públicos funcionan; la calidad de vida le permite a la gente salir adelante y trabajar para convertir sus sueños en realidad; existe la solidaridad porque todos aquí están conscientes de que comparten el mismo suelo y la misma historia, con sus aciertos y sus fallas.

Llegué a Puerto Rico con mi familia hace algunos años ya, por razones laborales. Mis hijos han pasado más de la mitad de sus vidas aquí, disfrutando de la tranquilidad que brinda este trocito de tierra antillana. Como madre que soy, cuido a mis hijos y velo por ellos. Trabajo para darles una buena educación y un futuro sólido en el que crezcan como ciudadanos de bien en un país libre, de la misma manera que lo hicieron mis padres conmigo en aquella Venezuela bella y próspera donde tuve la suerte de nacer. Al igual que tantos otros, mis padres emigraron de su país en busca de un mejor porvenir y llegaron a esa tierra de gracia con mil sueños y dos maletas. Mi caso fue diferente; fui a hacer una especialización profesional en el exterior para luego regresar a casa y poner en práctica lo que hubiese aprendido, pero en el camino mi vida cambió y me mudé a otro país. Eso fue ya hace 16 años. En todo ese tiempo he vivido en diferentes sitios sin dejar nunca de sentirme venezolana; eso no es algo que se borre por el simple hecho de pisar otro suelo. El amor es un sentimiento profundo que llevamos dentro y no depende de cuán cerca o lejos nos encontremos de aquello que amamos.

Hoy aquí, tan cerca de mi tierra natal, y viviendo en paz y con libertad, puedo ver a mis hijos a los ojos con la tranquilidad de saber que, con los valores morales y éticos que les enseño, serán responsables de hacer realidad sus propios sueños sin tener que seguir forzosamente un guión ideológico preconcebido, sin dejarse llevar por odios ni rencores prestados ni discriminaciones artificiales, tan sólo haciendo lo que les dicte la conciencia y la razón. Tendrán el poder para buscar y encontrar su propia felicidad; y eso solamente se puede lograr en libertad. Yo he tenido la fortuna de entender todo eso que me inculcaron mis padres y ahora se lo transmito a mis hijos como algo imprescindible, impostergable e imperativo en la vida. De nosotros y de nadie más depende lo que resulte de ellos; nuestro presente es la semilla de su futuro. Tan sólo debemos dar el ejemplo demostrándole a la siguiente generación que de verdad aprendimos las cosas importantes que nos enseñó la anterior.

Estamos claros; cada quien sabe exactamente lo que debe hacer.



©2010 PSR

miércoles, 19 de mayo de 2010

HERMANOS

Mil rutas
nos traen aquí
cada quien llega
por su cuenta
a su tiempo
momento exacto
ni antes
ni después.

Vidas solapadas
vidas compartidas
más años
menos años
a veces
tan sólo meses
otras ni siquiera eso…
mas compartir sí, ¡claro!
dar y recibir
más bien
tomar al mismo tiempo
ese juguete
una galleta
aquella mano grande
madura
amorosa
hacerse uno
o intentar hacerse
de lo que todos quieren
para sí mismos.

Crecemos juntos
a pesar de nosotros
en medio del resto
abriéndonos paso
como podemos
en la más genuina competencia
la más feroz de las carreras
supervivencia del más apto
…o del más consentido
aquel que supo tocar la música
con las teclas precisas
para encantar a los demás.

Maduramos
cada uno a su manera
cada quien a su ritmo
tantos sabores somos
como cachorros inquietos
de la misma camada.

Amor, dolor
penas, alegrías
repartidas por igual.
Pan dulce, leche
divinas tajadas
acaparadas por un tenedor
demasiado veloz
cien motivos de pelea
en la mesa del comedor.

En los otros
que son los nuestros
ubicamos exactamente
dónde están las cicatrices
de la piel
y del alma
los queremos
cuanto podemos
nos conocemos
todos
a fondo
no hay máscaras
ni antifaces
detrás de los cuales
logremos escondernos.
Cada gesto
es un comentario directo
toda mueca
cualquier sonrisa
el tono preciso
para decir
esa frase dulce
o hiriente.
Rostros eternos
formas amigas
rasgos memorizados
en infinitas
líneas naturales
obvias, perennes
¿dónde más podrían estar?
¿de qué otra forma podrían ser
si no fuesen así
perfectas?
Sabemos quiénes somos
desde siempre
soportamos los defectos
admiramos las virtudes
sufrimos juntos
celebramos la vida
y lo que ella nos trae.
Siempre seremos pichones
del mismo nido.

Todos por su cuenta
siguen caminos únicos
parten del mismo origen
con mapas originales.
Tenemos rasgos iguales
y somos tan diferentes
agua, vino, aceite
crema y pomada
gritos y silencios.
Compartimos un pasado
revivimos los recuerdos
sensaciones
sentimientos
cada quien como quiere
como puede
al fin y al cabo
son la única realidad.

Nuestros ojos se hacen eco
de una buena carcajada
risa divina
por aquella anécdota divertida
de ese entonces lejano.
Luego los cerramos
para evitar desbordar
aquel río que trae consigo
la remembranza de quien ya no está.

Querida hermana
hermano amado
gracias por hacerme sentir
que al pasar de la vida
en medio de todo
aún siguen a mi lado.



©2010 PSR

miércoles, 3 de junio de 2009

CREDO DE PLENITUD

Creo en la vida, creo en la felicidad, creo en la realización, creo en la confianza, creo en el amor, creo en la música, creo en el arte, creo en las letras, creo en la amistad, creo en los sentimientos, creo en la razón, creo en la creatividad, creo en la fantasía, creo en la pasión, creo en la naturaleza, creo en la familia, creo en los nexos, creo en los caminos, creo en el aprendizaje, creo en las buenas intenciones, creo en la inteligencia, creo en el lenguaje, creo en el entendimiento, creo en los estudiantes, creo en la belleza, creo en los demás, creo en el universo, creo en la luz, creo en la energía, creo en el espíritu, creo en el alma, creo en el ser humano, creo en la materia, creo en las ondas, creo en las semejanzas, creo en las diferencias, creo en la unidad, creo en la individualidad, creo en el asombro, creo en las maravillas, creo en el más allá, creo en la lógica, creo en lo incomprensible, creo en los hechos, creo en las palabras, creo en la verdad, creo en lo que veo, creo en lo que no puedo ver, creo en las raíces, creo en el futuro, creo en el presente, creo en el momento, creo en un punto, creo en el todo, creo en las partes, creo en el agua, creo en el viento, creo en el fuego, creo en la tierra, creo en el cielo, creo en las nubes, creo en la lluvia, creo en el sol, creo en la luna, creo en las estrellas, creo en las moléculas, creo en los átomos, creo en la eternidad, creo en los árboles, creo en las demás plantas, creo en los animales, creo en los microbios, creo en la selva, creo en la montaña, creo en el desierto, creo en los glaciares, creo en los mares, creo en la salud, creo en el impulso, creo en lo que nos mueve, creo en la transformación, creo en el crecimiento, creo en la maduración, creo en la paciencia, creo en la aceptación, creo en la tolerancia, creo en lo grande, creo en lo pequeño, creo en la sanación, creo en la bondad, creo en la misericordia, creo en el perdón, creo en la ayuda, creo en la paz, creo en la tranquilidad, creo en la alegría, creo en la plenitud, creo en el infinito, creo en ti y, finalmente, creo en mí.


© 2008 PSR