LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

¡Atrévete! Regala libros originales: A la sombra del mango; relatos breves. Yara y otras historias; 34 relatos, 34 sorpresas. Divina: la mujer en veinte voces; antología latinoamericana de cuentos. Andares; cuentos de viajes. Siglema 575: poesía minimalista; una nueva manera de vivir la poesía. Di lo que quieres decir: Antología de siglemas 575; resultados de los Certámenes Internacionales de Siglema 575. Por la ruta escarlata, novela de Amanda Hale traducida por Patricia Schaefer Röder. El mundo oculto, novela de Shamim Sarif traducida por Patricia Schaefer Röder. Por la ruta escarlata y Mi dulce curiosidad, novelas de Amanda Hale traducidas por Patricia Schaefer Röder, ganadoras de Premios en Traducción en los International Latino Book Awards 2019 y 2020. A la venta en amazon.com y librerías.

¡Encuentra mis libros en el área metro de San Juan, Puerto Rico! Librería Norberto González, Plaza Las Américas y Río Piedras; Aeropuerto Luis Muñoz Marín, Carolina.

Mostrando entradas con la etiqueta carla. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta carla. Mostrar todas las entradas

viernes, 28 de noviembre de 2014

LA GRANJA


Ajada, ya tan cansada, Sara lavará la casa mañana. La maraña rasa la alza, calmada. Sara canta tantas nanas al alba, tantas nanas para Ana, para andarla a la cama. “Mamá”, habla Ana, “¿amas a Ana?”. Sara clama, agradada: “Mamá ama más a Ana; más, más, más; Mamá ama más a Ana”. Dama alta, Sara manda a Carla a salar las alas. Carla salta a la carpa, amarra las pavas calvas, mata las aras grasas, arranca las patas, saca las caballas aplastadas, atascadas a las cajas rasas, casca la caña, amasa las trazas para la gran bacanal. “¡Santa Marta sagrada!”, ladra Adán, al andar la manada marcha larga atrasada. Vacas, cabras mansas, atrapadas, Adán las traspasa ‘trac-trac’ a la paja, al arpa, a las balas. Aplaza la trampa hallada para más atrás. Agazapada, a rastras, Sandra labra la granja. Abarca ananás, papas, batatas, naranjas, manzanas; plantadas atrás, agarradas, abaratadas. Harta hasta la palma, Sandra marca la traca anaranjada. “¡Hasta mañana, Ña Sara! ¿Agrandará las sábanas blancas?”, clama Sandra, amargada. “Mañana, mañana, Sandra. Mañana hará la lavada Ña Sara”. Al hablar parada, Sara planta tardanzas a Sandra, Carla, Adán. Acabadas, a las barracas, Carla, Sandra, trazan zanjas a las canas. Ya a casa, Adán da caza a Yara a la hamaca altar. Yara da calda a Adán. Apapachada, Yara ama más a Adán. A la casa-granja, agachada la cara, Sara alcanza a sacar la trama lanar hallada para dar la mama a Ana. Hasta la paz cansada, ya tan ajada, Ña Sara lavará la casa mañana. “Mañana, Sandra. Mañana. Mañana Ña Sara lavará la casa”, Sara habla palabras claras a Ana calmada.
 

©2014 PSR

miércoles, 28 de julio de 2010

COCINA

Completamente consciente, Clara contemplaba con cruda crispación cómo Carla conocía compromisos culturales culinarios. Creyéndose crédula, Carolina cocía con condimentos celestiales, cultivados contracorriente como cuerpos conspicuos. Ceremonioso, cacique César comía contento cuanto cocinaban con cuidado, con carnes, caballas, crustáceos, cremas, compotas, cítricos, castañas, cerezas, calabacines, cebollas, cilantrillo, cúrcuma, colines, cacao, cerveza, café… Contra colosales cajas cuadradas, Carlos cernía cien cereales completos con cautela ceremonial. Cecilia consumía celosa, concentrada, cuanta cosa comestible conseguía; certera, capaz, contumaz. Consultó Carmen, curiosa: “¿Cuánta cosecha compraron con cuatrocientos centavos?”. Cleto contestó: “¡Cinco!”. Cansada, Claudia cerró caja, contando cualquier comensal cebado, curtido. Corina claudicó con coraje comprobando cómo, casualmente, Clara componía cuentos ciegos con canciones cutres clandestinas. Cuando clamaban clero, cinco caballeros cubrieron con cueros callos, calvas, cicatrices, cabello. “¡Cocinemos, compañeros!” coincidieron concomitantes, congratulándose, confabulándose. Como correctivo, coronaron corpóreamente cerdos colorados, corredores, cojos, con cuchillos, cucharas, condimentos, coincidiendo compulsivamente con ciertos cubiertos corroídos. Con completa certeza cogieron cabras, cazuelas, cacerolas, consomé, cuidando cortar cabezas, colas cabalmente. Calamitosos, calcularon calderas candentes con calentadores calificados, calibrados. Criada célebre, calmosa, Calixta calzaba canesú, cofia, cubriendo concienzuda cuerpo, cuello, cabeza, cuando con clamor cándido, Cristóbal cantaba cautivadoramente cazando cangrejos con conchas celestes. Calixta chanceó contenta. Camarera, camarero, contaron casi cien carbones, candelabros caros, canastas, colocando cuanto cabía con carencias. Con cachetes color carmín, Carla cargaba chanchos cuestionables, ciegos, cebones, carnavalescos, carnosos, castigados; cacos confesos con cortadas coaguladas, culatazos craneales contundentes. Cuando Cleto compró cuarenta crías, Carlos consiguió cajones cuadriculados con cuantiosas celdas ceñidas, cuales cuerpos consolidados. “¡Cleto! ¡Coloca cinco crías con cuidado, caramba!” chilló Carla, caminando cuesta corta con culinaria culpa. Consumiendo chocolate caliente, caramelo, contraída, cumplida, consciente, Clara continuaba contemplando cíclicamente con crecida conmoción cómo Carla comunicaba conocidas confidencias culinarias con colmado cariño característico; consecuente, completamente consumado, cabalmente cursi…


© 2010 PSR