LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

¡Atrévete! Regala libros originales: A la sombra del mango; relatos breves. Yara y otras historias; 34 relatos, 34 sorpresas. Divina: la mujer en veinte voces; antología latinoamericana de cuentos. Andares; cuentos de viajes. Siglema 575: poesía minimalista; una nueva manera de vivir la poesía. Di lo que quieres decir: Antología de siglemas 575; resultados de los Certámenes Internacionales de Siglema 575. Por la ruta escarlata, novela de Amanda Hale traducida por Patricia Schaefer Röder. El mundo oculto, novela de Shamim Sarif traducida por Patricia Schaefer Röder. Por la ruta escarlata y Mi dulce curiosidad, novelas de Amanda Hale traducidas por Patricia Schaefer Röder, ganadoras de Premios en Traducción en los International Latino Book Awards 2019 y 2020. A la venta en amazon.com y librerías.

¡Encuentra mis libros en el área metro de San Juan, Puerto Rico! Librería Norberto González, Plaza Las Américas y Río Piedras; Aeropuerto Luis Muñoz Marín, Carolina.

Mostrando entradas con la etiqueta sensaciones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sensaciones. Mostrar todas las entradas

miércoles, 8 de enero de 2014

DESNUDA


al llegar
el caos me recibe
me encuentro desnuda
un vacío mudo llena el espacio.

recién nacida
mi alma busca calor
hace tanto frío
en este mundo
de quinientas dimensiones.

desnuda me presento
recién parida por aquella luz tímida
habito un universo limpio
pleno de sensaciones nuevas.

desnuda de recuerdos
adorno mi corazón
con mil sentimientos por estrenar
sonrisas impecables
armoniosas
como la tuya, amiga divina.

desnuda de odios y amores
me visto de esperanzas
en tonos de mares y bosques
sé que puedo lograrlo todo
confiando sólo en mi espíritu.

desnuda de pasado
de futuro
me siento capaz de volar entre las olas
descansar sobre una nube
y desaparecer en el horizonte.

desnuda de miedos
me arropo
apasionada
en proyectos hermosos
que inundan de aromas dulces
los resquicios de mi respiración.

desnuda de mí misma
busco la paz
para aprender a vivir
otra vez
desnuda de tiempo
la hallaré.


©2014 PSR


miércoles, 18 de septiembre de 2013

EL MAYOR OBSTÁCULO...

 
"...A pesar de que le tenía confianza como amigo, nunca hubo un intercambio táctil aparte del acostumbrado beso al saludar, y ese “beso” difícilmente se podía considerar como tal. Más bien era una especie de choque de mejillas con un chasquido incorporado; un golpe con sonido bucal automático lanzado al viento. Siempre había cultivado mucho los límites del espacio personal, manteniendo una zona de seguridad entre los demás y yo. Pero con Eric me estaba pasando algo extraño. Quería que me tocara. Anhelaba sentir un roce suyo, aunque fuera sin intención. Necesitaba sortear el obstáculo más grande que me pone mi propio carácter: el infranqueable mito del tacto. ¿Pero cómo? 
 
Me parece curioso que aunque sé que soy una persona emotiva se me hace imposible tocar a la gente. Sin embargo, cuando alguien me toca, el eco de esa sensación táctil reverbera durante largo rato en mí. La temperatura, la presión, la textura y la calidad del estímulo tardan mucho en disolverse en mi piel. ¿Será justamente porque no soy una persona que anda todo el tiempo tocando a los demás, que mi sentido del tacto se encuentra en un estado basal más bajo de lo normal, con menos “ruido” cotidiano que despiste los nuevos estímulos? Es como si mi piel se mantuviese constantemente en una condición casi virginal, impoluta, que la dejara reaccionar con mucha mayor intensidad frente a cualquier provocación que recibe.
 
Quería asolearme un rato. Me puse bronceador por todas las partes del cuerpo a las que llegaba fácilmente y, mientras lo hacía, me di cuenta de que el destino me ayudaba: le pedí a Eric que me pusiera crema en la espalda. Accedió, y por primera vez sentí sus dedos recorriendo mi piel desnuda. Una sensación tibia y profunda invadió todo mi cuerpo, haciendo que buscara instintivamente la silla de extensión para tenderme al sol, dejando que me arropara con su intenso calor. No puedo. No voy a estropear mi relación con Eric, pensé..."
 
  
Fragmento de "Día de playa" ©2006 PSR 
"Día de playa" aparece en la antología Yara y otras historias, de Patricia Schaefer Röder.
Ediciones Scriba NYC 
ISBN 978-0-9845727-0-0 

-->
"El mayor obstáculo", fragmento de "Día de playa", (incluido en la antología "Yara y otras historias") apareció en la 32 edición de la revista El Faro Editor, correspondiente a octubre de 2013, págs. 4-6.  
 
 

miércoles, 20 de junio de 2012

AQUELLA GOTA...



“…Aún puedo ir a la piscina a nadar un poco. Me hace falta sentir el abrazo del agua, aunque sólo sea esta versión clorada. El contacto con el agua es sensual, íntimo y energizante a la vez. Me hace recordar que estoy viva; revelando la esencia de mi persona.

Llego a la piscina. Hoy es toda para mí. Alisto una silla de extensión con una toalla y la arrimo hacia la sombra. Hace calor pero hay una agradable brisa que sopla entre las palmeras. Me siento cómodamente y respiro profundo, cerrando los ojos. Poco a poco me voy relajando; mi mente se va quedando en blanco con cada bocanada de aire que se escapa.

Unos minutos después entro al agua. Está perfecta; cálida y amable. Me dejo recibir por su manto al tiempo que yo misma lo recibo, dejándome llevar por la falta de gravedad, elevándome, flotando junto a las nubes que me cubren ligera.

La relación entre el agua y mi piel es de atracción y necesidad perennes. Lo veo una y otra vez al sumergir la mano en el agua. Mi piel estalla en mil sensaciones cuando me arropo en la seguridad poderosa que me brinda ese elemento primordial. Al fin me siento libre, dueña del momento. Aquí, acompañada de mi soledad, me reencuentro con la gota que se queda fija en el dorso de mi mano cuando la saco del agua. Siempre en el mismo lugar, esa pequeña gota ovalada brilla al sol, reventando infinitos arco iris en su superficie. Lisa, limpia, prístina. Una fracción de agua que no quiere dejarme ir, empeñada en quedarse hasta que el calor de mi cuerpo la desintegra, liberándola en el aire. Mi piel la recibe sedienta de compañía y juega con ella mientras se funde en su caricia, para luego confiarle mis dudas indecibles y mis sueños más secretos. Es fiel, aparece invariablemente en el mismo punto sin importar cuántas veces o cuán seguido sumerja la mano en el agua. Una perla viva que respira junto a mí, cargándose de energía para luego pasar a otro estado más elevado. ¡Cómo quisiera convertirme en gota y moverme a mi gusto entre el agua y el cielo, formando yo sola un abanico de color sin nada que me lo impida! O cayendo estrepitosa desde una enorme y pesada nube negra sobre un campo de maíz en flor. O tal vez entrando como brisa húmeda en el cuerpo de esa mujer que se sienta a soñar en una silla de extensión en la piscina, hoy que no pudo ir a ver el mar.

Pero esa gota leal también me transmite una sensación de inmovilidad; de que todo se queda igual. Me aterra pensar que la gota sea premonitoria y que mi vida se estanque, pegada a alguien que no se percata realmente de mi presencia. Es cierto, quisiera que muchas cosas buenas no cambiaran nunca; que no se acabara la amistad, la salud ni la vida. Que conserváramos la alegría y la energía de la juventud, y que pudiéramos seguir creando indefinidamente. Pero sé que los cambios son necesarios para el desarrollo y la madurez. Lo estoy sintiendo ahora en carne propia; el imperativo de definir mi existencia”.


©2007 PSR
Fragmento tomado de un trabajo en proceso

miércoles, 23 de mayo de 2012

B R A Z O S



Bondad inmensa
que me rodea dulce
entre mis sueños.

Rozan mis brazos
al sentarnos, caminar
rica sensación…

Abrigan mi ser
de modo tan perfecto
…dame refugio.

Zafarme, ¡nunca!
moriría de pena
desnuda de ellos.

Ondas serenas
sosiegan mi alma y cuerpo
estremecidos.

Suelto los miedos
me llenas de paz
¡abrázame más!


©2012 PSR


miércoles, 24 de junio de 2009

ENSUEÑOS MUSICALES: QUINTA ANAUCO

Puedo cerrar los ojos y evadirme cuando lo deseo. De las zarabandas a las fantasías musicales sólo hay un paso, y a veces, mucho menos que eso. Me desprendo de mi ser físico y de mi estar allí, y puedo esconderme en un acorde de cualquiera de los instrumentos que suenan.

Los movimientos constantes de las personas a mi alrededor me molestan, así como el ruido de la puerta que se abre y se cierra con fuerza, y el de los brazos abanicando con el programa de turno por el intenso sopor. Prefiero huir una y otra vez; y tantas veces como sea necesario, dejando mi cuerpo allí, y volando con mi alma a otro lugar lejano.

Es como la consumación de un viaje astral; la separación del ente físico y el espiritual, flotando por espacios multicolores y multidimensionales. No puedo detenerme ni siquiera para aplaudir; lo inmaterial de mi ser quiere seguir meciéndose en ese vacío pleno de sensaciones visuales, auditivas y hasta táctiles; porque es como si la música me tocara por dentro y revolviera mis entrañas, dando afinación a cada una de las fibras de mi alma.

Bulle en mí una necesidad imperiosa de liberar todos esos sentimientos que normalmente naufragan en mi ser y que siento que en algún momento me van a destrozar el pecho y la mente. Así que, aunque lo quiera o no, debo dejarlos salir a flote para que se salven y a la vez me ayuden a salvarme a mí misma de las tinieblas de la incertidumbre y el desamor.

La música llena todos mis espacios; internos y externos, reales e imaginarios. Me llena por completo sin dejar ningún resquicio que escape a ello. Es magia. Mi cuerpo se encuentra atrapado en esta pequeña sala llena de gente, cada uno con su pasado, sus problemas y su futuro incierto. Mi cuerpo tiene calor y no puede salir en este instante a tomar agua ni aire fresco. Pero mi espíritu se eleva por encima de las cabezas de las demás personas y se deleita danzando al compás de esta celestial música del Renacimiento y del Barroco temprano, perfecta para relajarnos en cuerpo y mente, y escapar momentáneamente de todas las ataduras terrenales que a veces nosotros mismos nos creamos.

El salón en el que está mi cuerpo es muy pequeño, con insuficiente espacio para albergar a tantas personas que decidieron darse cita hoy para compartir la antigua música de mis antepasados. El próximo concierto lo deberían dar en un sitio más grande, porque ya sea por curiosidad o conocimiento, se sabe que hay mucha gente interesada en pasar un rato deleitándose con estas ancestrales melodías tan bellamente interpretadas por estos magníficos músicos.

Sin embargo, en la intimidad de este recinto y a pesar de la gente a mi alrededor siento mi alma renacer, reconstituirse y elevarse hasta las más altas cumbres, y más allá aún, para ser una con el sol y las estrellas. En ese momento, plena de energía veo a mi alrededor y me percato de que la felicidad está donde queremos que esté; somos nosotros quienes la llevamos de un lado a otro en nuestros corazones, siempre en nuestro ser formando parte de la esencia misma de la vida. ¡Pero cuán difícil se nos hace a veces encontrarla, reconocerla! Cuántas veces la hemos tenido cerca y no la hemos visto; no siempre fuimos capaces de acercarnos y tomarla de la mano, y dejar que se expandiera dentro del espíritu, del alma tan magullada en algunas oportunidades.

Por eso me desentiendo de mi cuerpo y de mi entorno al escuchar estas melodías, por eso soy tan afortunada de encontrarme aquí y ahora con la felicidad que a veces se me quiere esconder en el camino, que de vez en cuando pareciera querer jugarme una mala pasada y hacerse la desentendida conmigo. Pero en este instante, al flotar junto a ella en mi universo musical, llego a creer que no la dejaré escapar nunca más...

Patricia Schaefer Röder
18 abril 1993
Museo de Arte Colonial Quinta Anauco, Caracas
© 1993 PSR