LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 8 de abril de 2015

M A D E L I N E


Mujer y encanto
de trato fino y cortés
sonrisa abierta.

Apláudete hoy
invita a ver más lejos
del horizonte.

Dama genuina
esparces melodías
adonde llegas.

Eterno brillo
en tus cuencas castañas
tan picarescas.

Limpia mirada
desnuda de prejuicios
respira libre.

Íntegra y recta
avanzas con paciencia
¡nunca claudiques!

Niebla pasada
no opaca, no enfría
se desvaneció.

Eres música
tu océano es viento
tu puerto, luna.


©2015 PSR

miércoles, 1 de octubre de 2014

N O C H E


Nada escondes
en tu penumbra clara
con gatos pardos.

Oro, solemne
envuelta en las nubes
luna y estrellas.

Cien ojos me ven
camuflados en grises
sombras inquietas.

Humilde vengo
a fundirme en ti, noche
pura y divina.

Entre murmullos
que me mecen tan suave
me rindo a ti.


©2014 PSR

miércoles, 24 de septiembre de 2014

A L M A (II)


Ahora soy yo
señora del futuro
y de mi aliento.

Las alas grandes
abiertas de par en par
nunca cerraré.

Me muevo veloz
el camino se eleva
sobre la luna.

Alma y corazón
se funden en el cosmos
aroma en luz.


©2014 PSR

miércoles, 10 de septiembre de 2014

S E L E N E



Sola estás hoy
misteriosa y mágica
hermosa Luna.

Errante dama
acompañas mi vida
año tras día.

Luces brillante
con tu halo multicolor
flotando suave.

Entras segura
en mi mente y voluntad
dueña del tiempo.

Nunca abandonas
mis huellas en la senda
al horizonte.

Eres tan sabia
en tu zenit de estrellas
reina por siempre.


©2014 PSR


miércoles, 9 de julio de 2014

La sirena




La sirena divisó su playa a lo lejos. Seductora, rozaba el cuerpo entre las olas, posándose en la misma roca. Una vez más, cantaba enamorada. Entonaba notas mágicas que poco a poco se colaban entre mangles y palmeras, entre almendros y uveros, pasando traviesas por veredas y senderos, hasta la aldea de pescadores. En la oscuridad, la luna aún dormía como la gente del pueblo. La sirena cantaba y cantaba, segura de que pronto vendría a hacerle compañía. Su melodía dulce al fin tocó los oídos justos, que la esperaban cada mes con ansias y al mismo tiempo con tanta serenidad. Musitaba mirando la orilla, anhelando que apareciera. Entonces sucedió. Con la salida de la luna, una figura caminaba por la playa, comenzando a arrojar una leve sombra sobre la arena, mientras se acercaba al borde del mar. La sirena sintió el corazón latir más fuerte y en medio de su canto, la sonrisa se volvió más amplia. Había venido. Finalmente, la figura entró en las aguas, dirigiéndose hacia ella con la placidez de quien se reconoce en un espejo. La sirena se deslizó por la espuma ondulante, nadando hacia el divino encuentro. Llegó, e inmersa en el abrazo tan deseado, acarició su cabellera larga y plomiza, y la besó con infinita ternura en medio de la luz plateada que llenaba la bahía. De nuevo era noche de luna llena.

©2013 PSR  


"La sirena" aprece en A la sombra del mango por Patricia Schaefer Röder 
Ediciones Scriba NYC 2019 
ISBN 9781732676756 

Mención de Honor en los ILBA 2020 
 


miércoles, 25 de septiembre de 2013

AMAZONIA...


“…La luna llena ilumina la jungla con hilos plateados que se reflejan en el río y la laguna, a cuya orilla se encuentra el campamento. De pronto siento la atracción de la luna en el agua. Algo me llama con insistencia. Escucho el canto de las toninas y los manatíes que nadan en la claridad de la medianoche del día en que volví a nacer. Vuelvo a percibir el delicioso cosquilleo en la base de mi cabeza y sé que tengo que hacer algo. Me levanto de la hamaca sin pensar y me acerco a la orilla. Ahí está la luna, esperándome vibrante en el espejo metálico y oscuro del agua. Una brisa cálida acaricia mi rostro cuando levanto la mirada para verla de frente en el cielo. Hay una calma llena de voces que parecen decir mi nombre a gritos. Me desnudo en un acto de respeto a la naturaleza que me rodea y, solemne, dejo mis ropas en la playa. Ya no las necesito.

Entro lentamente en las tibias aguas del remanso que forma la laguna. No tengo ninguna prisa, soy dueña del tiempo. Deseo arroparme en su fluido dulce y peligroso mientras corre por la zona más antigua de la Tierra. Bebo el líquido del cual una vez bebieron mis antepasados hasta saciarse. Hoy es mi turno. Me sumerjo dejando que el agua penetre todos los pliegues de mi piel; extremidades, manos, pies, cuello, cabello. Al fin soy una con la naturaleza; la siento como parte de mí en un éxtasis total. Mi emoción se traduce en un placer infinito que no pienso dejar ir jamás.

Nado. Nado contra la corriente, haciendo fuerza para conquistar el río dueño de las aguas. Cuando me canso, me dejo llevar un trecho hacia atrás y vuelvo a emprender mi ascenso. Minuto a minuto me voy alejando de la orilla. Ningún ser humano me puede ver, y yo misma me siento parte del paisaje primitivo y embrujado. Nado más. Nado. Sigo nadando, pero el río gana. Abandono la lucha, dejando que el torrente me arrastre a su antojo. Las aguas me llevan hacia el fondo, donde no hay corriente alguna. Es el lugar de la paz. Instintivamente intento subir a la superficie para respirar y de nuevo me atrapan las aguas del rápido, que se ha vuelto más estrecho. Entre los remolinos logro tomar aire y moverme hacia un grupo de rocas que sobresalen del agua. Estoy a salvo.

Escucho algo que asemeja el canto de un manatí, pero es mucho más grave que el de esta tarde. Miro hacia la orilla y en medio del oscuro y brillante paisaje distingo la cabeza de un gran macho plateado que me observa con interés. Hacemos contacto con la mirada y me percato de que mi campo de visión se hace más amplio. Una vez más siento el hormigueo en la nuca y sé que debo continuar. A pesar de que la noche es cálida, un extraño frío recorre mi cuerpo. Me siento pesada sobre esta piedra; lo mejor es que regrese al agua…”. 
 
  
Fragmento de "Selva" ©2006 PSR 
"Selva" aparece en la antología Yara y otras historias, de Patricia Schaefer Röder.
Ediciones Scriba NYC 
ISBN 978-0-9845727-0-0

Twitter: @PatriciaSchaefR 
  

miércoles, 24 de julio de 2013

TIEMPO


el sonido que separa
los tiempos de las vidas
es un murmullo que se cuela
ingrávido
lejano
por los resquicios de los recuerdos

en el vacío no pasa el tiempo
solo yace, oscuro y frío
la distancia entre tu cuerpo y el mío
es una era insalvable
de mil tiempos desconocidos

cuarenta suspiros no hacen un minuto
a veces son más
otras tantas son menos
y aquel suspiro efímero me esclaviza
al intento de robarlo
de nuevo

todo está movido de sitio
tantos lugares fuera del tiempo
el caos destroza los momentos de paz
no conseguimos respirar
la entropía nos deshilvana
diligente
nos empuja al odio
en medio de rencores inútiles
se diluye nuestro tiempo
inexorable
hasta acabarse

tanta vida invertida en ganar tiempo
cuando sólo lo llenamos de cosas inútiles
es hora de sanar el espíritu
hace demasiadas lunas ya
que no alza el vuelo
los grilletes pesan en el viento
ahora
es el instante justo de recuperar la libertad
no podemos perderla más
ni un solo momento.


©2013 PSR


miércoles, 26 de junio de 2013

L U N A


Lágrimas limpias
compartidas contigo
bella Selene.

Ubre celestial
generosa y divina
derrámate en mí.

Nadie conoce
mis mayores secretos
sólo tú, Luna.  

Atrévete ya
baja del firmamento
para abrazarte.


©2013 PSR


miércoles, 1 de mayo de 2013

ANGELITOS BELLOS



Pintor de la vida y lo que ves
en el cielo como en el universo
pintor de todo aquello
que llena el alma de estrellas
con tu paleta mágica
de mil matices plena
crea la Madre de todos
píntame una Virgen morena
india, cual sol de la tarde
como la noche, negra
y al igual que la mañana
también blanca europea.

Pintor de imágenes santas
desliza el pincel divino
revívela pura en mil cadencias.

Entre el piano y los violines
Coromoto sueña con serafines
musitando versos que amanecen
abrazados a una tonada
llanera ella, la campesina
hija del cuatro y el arpa.

María Lionza, la natural
reina mestiza en la montaña.
Más allá, selva adentro
donde el blanco es forastero
rezan con maraca y zumbador
el canto sagrado de los ancestros
aquellos de tu sangre, bendita Luna.

En el páramo imponente
armonías en flautas milenarias
tejen notas de viento y niebla
que se escurren entre las piedras
honor eterno, merecido
a la gran sabia Pachamama.

La arena de la costa
refleja clara la guarura
con el golpe de un tambor
y el azul partido en dos
inundado de latidos
por ti, Yemayá fecunda.

Artista eterno de lo hermoso
píntame el cielo multicolor
un arco iris, el más grande
tachonado de angelitos
zambos, negros, indios, blancos
ángeles criollos y mestizos
preciosos querubines
que con la Virgen protejan
en mi tierra, a los niñitos.

©2013 PSR

 

 
 

miércoles, 24 de abril de 2013

TEMPORAL (...todo en la vida lo es)

Despierto de golpe, con el corazón en la boca y bañada en sudor. ¿Qué me pasa? Bebo un gran sorbo de agua. Mi piel empapada se seca despacio bajo una fina escarcha salada, dejando en el lecho el mapa de mi cuerpo. Tengo frío; lo único que me cubre es un lienzo de hilo. No suelo necesitar más; las noches aquí son cálidas y el contacto directo del yo vulnerable con las sábanas me consiente en una sensualidad liberadora. Pero hoy es diferente; el aire se siente pesado y gélido.

La luna blanca y redonda entrando por la ventana tampoco me ayuda a encontrar la paz. Los coquíes, que normalmente me acunan en un delicioso sueño con su canto amoroso, hoy parecen más exaltados que nunca. Las sombras de las palmeras agitadas en la pared de mi habitación y el barrido de las ramas sobre los muros de la casa me dicen que se avecina una borrasca. En un acto premonitorio, el perro ladra y entra por el acceso de la cocina.

Entonces, sucede. El cielo cae con todo su peso sobre el mundo que encuentra a su paso, subyugándolo, envolviéndolo en un manto líquido, grueso y limpio. Las enormes gotas chocan contundentes contra árboles, techos, paredes, suelo. Contra el espíritu atrapado en la armadura aquella. Contra el alma que teme marchitarse. El viento sopla cada vez con más fuerza, como queriendo arrasar la rutina acumulada en mil años de una existencia corriente. Agua, viento. Más agua. Más viento. Las ventanas se comban, estremeciéndose ante la presión de las ráfagas que se vuelven casi continuas e impredecibles en la penumbra. Los vidrios parecen de goma, tan elásticos resultaron ser. El golpeteo creciente de la lluvia se mezcla con el atropello de las plantas, zarandeadas en todas direcciones por rachas enloquecidas que parecieran buscar una salida en medio de lo abierto. El agua se escurre brillante por techos, muros y ventanas. Por árboles, palmeras y trinitarias. Por los objetos que forman parte de mi vida y la de mi familia, que se quedaron a la intemperie, indefensos, aquella noche que no debía llover. Por las pendientes del jardín y el patio. Por mi mente, que no quiere darme un respiro. Como tantas otras cosas en la vida, lo que comenzó como un concierto grandioso, se transformó en un ruido asonante; una manifestación iracunda de la hostilidad de Huracán, el Dios del Mal en el Caribe, en su insistente afán de arrasar con lo que no le pertenece.

Así, con tanta furia contenida en su naturaleza, va destrozando sin clemencia cuanto descubre a su paso. Árboles, postes de luz, cosechas, casas, industrias. Todo cae. Al desmoronarse el mundo, los restos quedan esparcidos en un gran charco universal, reducidos a su mínima expresión. El pánico se apodera de quienes no estaban preparados para tal suceso, pero en medio del desastre, reciben el apoyo de desconocidos que les tienden la mano.

Al fin, después de un tiempo que parece interminable, el estruendo se debilita. El viento cede. El agua cesa. Una vez más, el infierno resultó ser momentáneo. Poco a poco sobreviene la calma, con la esperanza que trae la nueva mañana. La experiencia me dice que el arco iris está a punto de aparecer. Volveremos a edificar nuestras vidas, lo sé. Mientras tanto, nos ayudaremos como hermanos, recogiendo los escombros para allanar el camino al futuro.   

miércoles, 20 de febrero de 2013

El espantapájaros




Atardecía. Otro día se acababa en el campo. La calma reinaba al ponerse el sol suavemente en el horizonte tenue de principios de primavera. Todos regresaban a sus casas, a sus establos, a sus madrigueras. Todos se disponían a descansar junto a los suyos. Todos, menos el espantapájaros.

Siempre había sido así; a nadie se le hubiera ocurrido que fuese de otro modo. Pero esa tarde, algo se notaba distinto en el ambiente. Después de tanto tiempo, el espantapájaros se dio cuenta por primera vez de su existencia.

Comenzó a verse a sí mismo como un ser independiente de su entorno. Hasta ese momento se había sentido como un artefacto más de la granja, haciendo su trabajo rutinario, inmóvil, con los brazos extendidos lado a lado, los ojos apuntando siempre en la misma dirección y los pies enterrados en el suelo del campo. Le parecía normal ser tan sólo una parte del mobiliario, de las instalaciones agrícolas de la región. Sin embargo, un no sé qué lo sacó de su letargo de estatua utilitaria y al fin sintió. De pronto, aquella tierra fértil que hasta entonces lo sostenía, ahora lo aprisionaba. El viento que solía arrullarlo hasta dejarlo dormido, ahora lo helaba por dentro. Y la noche que antes le brindaba paz para descansar del trabajo diario, ahora lo hacía percatarse de su inmensa soledad.

Así pasó el tiempo, aumentando cada día la tristeza del espantapájaros. No comprendía por qué estaba solo, si era tan bueno en su labor y siempre cumplía con su deber cabalmente. ¿Por qué nadie querría ser su amigo?

Entonces, una noche de verano, al ver el rostro pétreo de la luna saliendo enorme por el este, el espantapájaros juntó todas sus fuerzas y logró zafarse de su grillete de arcilla y humus, un pie a la vez. Para evitar que lo reconocieran, se quitó las ropas. Caminó por los sembradíos buscando a alguien, a cualquiera, pero fue inútil. El campo estaba desierto.

Siguió avanzando hasta llegar al borde del bosque. Con los brazos caídos igual que su ánimo, se sintió más solo que nunca y deseó con todas las fuerzas pertenecer a una familia; no importaba a cuál. Anhelaba ser un miembro vivo e importante de un grupo; necesitaba sentirse orgulloso de su existencia y no quería que ningún ser le tuviera miedo.

Cansado, arrastró los pies por el bosque oscuro en busca de refugio y abrigo. En un claro, vio los enormes abetos que tocaban las estrellas con sus ramas y se emocionó profundamente. Mientras más los detallaba, más se maravillaba. Una desconocida sensación lo llenaba de paz. De pronto, para su propio asombro y sin querer evitarlo, sus brazos comenzaron a levantarse de nuevo, llenándose de una extraña energía. Los pies cansados se proyectaron hacia abajo, perforando el suelo del bosque, y aquel cuerpo de heno se fue fortaleciendo en una gruesa corteza parda de la cual nacía musgo verdiblanco. La felicidad lo embargó cuando de los brazos, pecho y cabeza brotaron ramas con hojas.

Amanecía. Las aves del bosque revoloteaban entre el follaje, posándose alegres sobre el nuevo gran abeto. Buscaban alimento y lugar para construir sus nidos. Había un rumor extático en el ambiente. Y en su interior, él sonreía.


©2013 PSR


"El espantapájaros" aparece en A la sombra del mango por Patricia Schaefer Röder 
Ediciones Scriba NYC 2019 
ISBN 9781732676756 

Mención de Honor en los ILBA 2020 
 



miércoles, 30 de enero de 2013

L U Z (II)


Lluvia de color
me llenas dentro y fuera
siempre cálida.

Ubicua eres…
en mis noches sin luna
lucen los astros.

Zurces mis sueños
iluminados de ti
con tonos de paz.


©2013 PSR


miércoles, 2 de enero de 2013

RENACER



soy una mota de polvo de ciudad
ese polvo gris y algodonado por el tiempo
soy una hebra fina y delicada
artísticamente diseñada
que adorna la esquina más recóndita
de tu morada
soy la taza cascada
de donde bebes a sorbos
el café de tus mañanas
yo soy aquella hecha de rutinas
y entre los trastos, renazco.

soy una partícula de luz
en la mañana de mis recuerdos
soy la cúspide dulce
de la fragancia conocida
soy la melodía que arrulla
los sueños pasados y futuros
soy un simple suspiro
y dentro de mí, renazco.

soy la sonrisa que te regalo
en cada encuentro
soy el canto del coquí
que trae la brisa de la tarde
soy la sal que respiro en la playa
cuando mi espíritu se libera
soy una ola más en medio del mar
y arropándome de vida, renazco.

soy un grano de polen
desprendido de la flor abierta
soy el sudor que se secó en tu pecho
cual veta de perfectos cristales
soy una gota de sangre
que resbala por la piel
desde la herida pulsante
soy un fragmento líquido, ámbar
bajando por un tronco centenario
soy casi imperceptible
y en la inmensidad, renazco.

soy las nubes que abrazan a la luna
sobre la luz nocturna del mar profundo
soy un arco iris entre los tonos grises
brillando sobre mis propias sombras
soy arenilla fina de estrellas
y en otros mundos, renazco.


©2013 PSR


miércoles, 12 de octubre de 2011

L U N A L L E N A


Luz de mis noches
vestidas de olvido
deshilachadas.

Un deseo y ya
otro, y otro, y otro más
tan insaciable…

Nunca me dejes
confidente nocturna
quiero hablarte.

Abrazas fuerte
de egoísmo mi vida
me tienes presa.

Las horas pasan
solo tortura y pasión
te vuelven una.

Luna, mi luna
sí, también eres mía
…siempre regresas.

Entre sábanas
me cuentas tus secretos
lejos de todos.

No te vayas, no
necesito ser tuya
completamente.

Abre mi alma
sedúceme de nuevo
luna divina…


©2011 PSR


miércoles, 30 de marzo de 2011

LUNA LLENA

luna curiosa
que me despiertas sin falta
noche a noche
para escuchar mis secretos.
luna que me envuelves toda
en halos plateados
ligeros.
luna desnuda de sombra
dame tu tiempo entero
efímero.
luna traficante de sueños
no escapes
detrás de los árboles
no huyas
por la montaña
luna…
luna serena
quiero contarte
lo que a nadie he dicho.
no te vayas luna
luna mía
luna
quédate un rato más
conmigo
duerme sonriente
en mi regazo
llena de paz
y peinaré tu cabello
con mis dedos.
entonces revelaré
en un susurro quedo
la ilusión más cristalina
limpia
solo para ti.
luna
mi aliento tibio
es caricia sutil
a tu oído
como ala de ángel
roza tu alma radiante
celestina.
luna confidente
ansiosa
atenta
te diré con la mirada
aquel deseo que mis labios
no han sabido pronunciar
…no han podido
nunca.
luna
inútiles mis manos
intentan atrapar
el más escondido anhelo
encubierto por mil miedos
encerrado
anulado.
luna
no encuentro tu beso
en mi piel.
escurridiza
mi pasión
se desvanece
de nuevo
luna
y sigo aquí
incapaz de mostrártela
ni siquiera en el delirio
de tu luz tan plena
o en tu ausencia enorme
llena de oscuras penas.


©2011 PSR

miércoles, 27 de enero de 2010

LUNA

“…Saliendo por la montaña, la luna me saluda burlona, como siempre. Sabe que mientras pueda sonreírme directamente a la cara, yo no podré dormir. Cada mes, durante las dos semanas que la luna yace sobre su quijada, mostrándome su risa que se vuelve cada vez más grosera y redonda, hasta llegar a una carcajada selenita de proporciones continentales, y luego de vuelta al rostro menos escandaloso pero más cínico, mi parte instintiva se resiste a bajar la guardia. No sé qué se trae entre manos; llevamos ya muchos años jugando el mismo juego y aún no se da por satisfecha. La tiene tomada conmigo; no me deja en paz ni una sola noche. Tal vez extraña nuestras interminables charlas de adolescencia, cuando aceptaba su invitación a salir a jugar en medio del silencio nocturno. Jugar y charlar, eso era lo que hacíamos en aquel entonces. Pero hoy ya tengo otros amigos con quienes charlar y jugar de noche, y pareciera que ella no lo quiere entender. Es muy persistente; hasta más que yo. Porque los nuevos amigos han aparecido y desaparecido de mi vida, pero ella sigue ahí, fiel a nuestra extraña relación. No niego que la aprecie; no niego que la quiera también, pero es un querer que viene con un no querer implícito, un estar a gusto y a disgusto a la vez. Al fin y al cabo, sabe todo sobre mí y no le cuenta nada a nadie. Es mi celestina propia; discreta y complaciente con mis locuras. No puedo vivir con ella, pero tampoco puedo sobrevivir sin saber que está pendiente de mí. Y creo que a ella le pasa algo parecido también; si no, ¿por qué tanta insistencia?

Las nubes no hacen su trabajo; en lugar de ponerse delante de la luna para darme al menos la oportunidad de relajarme y quedarme dormida, se congregan alrededor de ella, rodeándola en un círculo de apoyo para que me alumbre directamente la cara. Se siente guapa y aupada por las nubes cómplices que participan en nuestro juego sin que nadie se los pida. Más aún, sin que yo esté de acuerdo. Y sin embargo, las nubes parcializadas insisten en formar un anillo alrededor de mi torturadora, rindiéndole tributo a quien me martiriza noche a noche durante la mitad de mi vida. Al menos hoy no me sacó de la cama…”.


©2007 PSR
fragmento tomado de un trabajo en proceso

miércoles, 20 de enero de 2010

LEYENDA

La luna llena lamía la llamarada llorando, lamentándose largamente. Los lentos linces lograban llevarse lejos las luces lúgubres, lanzando lánguidas laboriosas lágrimas lanceoladas, lanosas. Luego llegaron los leopardos larguiruchos, lapidados lastimosamente. Latiendo, los lustrosos lugareños llaneros lavaban las legendarias legañas lenguadas; lechosas, leves, laxas. Luciérnagas, loros, leones, lapas, lagartos, lobos, langostas, liebres, lombrices lucían lujosas lianas: lienzos lineales ligando los lazos legales, legibles, lozanos. Luchaban las lubinas, las lampreas, liberábanse los locutores lusos, leían los lectores letrados literatura ligera, las largas líneas llenáronse longitudinalmente; llanas, leves, lúcidas, levantando la labranza la labriega, lacaya laborante lacerada, lacrimosa. Lucrándose ladrando, los ladinos ladrones les legaron la lábil lamparilla, la luz, la lámina, los ladrillos, la loza, las lanzas lilas, los lirios, los lotes llenos, la lancha, los lagos. Lucubrando lógicamente, los luceros lujuriosos lleváronse lubricadas las llagas libertinas. Luego, lagrimearían lampiños la leña, las lápidas, los letreros laterales, los lados, la lanceta, los lapiceros, las letras, la lupa, logrando llenar legítima, líquida, lentamente las lejanas leguas limítrofes. Llegando, llamaron los llanos lloviendo llovizna lunar; lamiendo las llamas la luna llena…


©2009 PSR