LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 4 de noviembre de 2015

AMOR

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Amaneciendo, Alex abrazaba a Andrea. Afroditas asidas al auténtico antojo, ánimas ávidas atrapaban arterias apretadas alrededor, anilladas, anudadas, alucinando arenas ardientes, antorchas apocalípticas avolcanadas, apezonadas. Aunque avanzaban ansiosas, aquellas amantes anunciaban al ambiente aludes amorosos, arrinconando al atributo arrobado.

Ante alcoba apacible, Alex avizoraba ágapes amorosos agigantados albergando alforjas amplias aprovisionadas, albedríos alborozados. Andrea, Artemisa argéntea, añoraba activamente amamantar apetecibles astros animados, arropando amoldada anatomías ausentes. 

Atraídas al área ardiente, ambas anfitrionas arrancáronse atrevidas atributos arcaicos, apoderando anteriores apariencias apostadas; ahora apuradas ante argumentos antepasados. Abriéndose al albor ambarino, Alex, Amazona aceitunada, aró ávida ánforas atadas a albicelestes ancas ardientes, algodonadas. Alabándola, Andrea alardeaba artes al agitarse; apuraba a Alex a amarse alborotadas al abreviado atardecer anónimo, alcanzando alturas astronómicas. Alex, aspirando acelerada, adentraba alma: aire, agua, aromas azules, al ámbito agreste, alegre, azaroso, atrapando ambigüedades apasionadas.

Alimentando alientos áureos, Andrea, acertada, amasó abundantes aceites aderezados almacenados, acariciando a Alex acentuadamente. Alex, almohada acoplada, acomodó alas amarillas angulosas, articuladas; aves azucaradas acicalando a Andrea. Arqueándose azoradas, ambas amantes ávidas arrancaron azucenas albas, amapolas, al anochecer aplomado, armónico, antojándoseles antiguos ángeles anclados a alcobas aledañas.

Alunadas, alumbradas, amantadas, afroditas artistas aproximaron armonías arrebatadoras ante ampliado altar amatorio, acariciándose adelante, arriba, afuera, atrás, abajo, adentro; ascendiendo al apogeo, arañando arrogancias anónimas aprensivas, amnésicas. “¡Amor! ¡Amor!”, aseveraban airosas Amazona, Artemisa; águilas ágiles aleando alejadas, aisladas, ambas altamente agradecidas, aclamando al amor auténtico, afortunado, aflorado, agradable, aseado. Anocheciendo, andaban ajenas al albur áureo alcanzado; alhaja ahora ahogada ante alaridos amativos antojados, ansiosos, aplaudidos.

Años anteriores, Andrea amaba a Alex apoyando apreciablemente aprendizajes apresurados, aprobando alguna acción ardiente, apretada, alborotada, abierta, ágil ante audiencias atorrantes, arrogantes, axiomáticas, amargadas, alacranadas. Apenas antes, Alex, Andrea, amantes atónitas, actuaban armadas ante ataques anónimos, asociados, agrios, agudos, atribuidos al astuto atropello atrevido, acumulado, aumentado; animadas avanzando audaces al abrir aletas auspiciosas. Ahora, al aventurar avatares, aún atraviesan ávidas algunas áreas alejadas avejentadas, avinagradas, afortunadamente aisladas. Asombradas al ampliar ambos asuntos, amadas amantes advirtieron amenazas, ataduras arcaicas, agónicas, asemejando aspectos asonantes, ásperos. Apremiadas, apartaron automáticamente aquellas aventuras, aprovechando aspectos amnésicos anteriores arrimados al argumento anárquico alterno.

Aclarando, acogiéronse a acometer, acompañadas, adheridas, acrobacias acuarianas adoradoras, afectuosas. Aquí, allá, alzábanse alteradas, avizorando arcángeles, árboles, almendras, avellanas, arcos; andamios articulados ascendentes al amplificado aprecio apostado. Amaneciendo auroras actuales, Alex, Andrea, aliviadas, ajustadas, almibaradas, acariciándose aterciopeladamente, aprovechan asegurar anatomías ancestrales: anteceder abrazos al acto amatorio augurado; antepasados apropiados amistosos, auténticos, afirmándose así, acertadas, al avivado amor apasionado: al amor abierto, amén.  


©2015 PSR

miércoles, 21 de octubre de 2015

MÁS

Más asombrosa santidad: mujeres, amantes sempiternas. Mil años seguidos, Mireya amó siempre, melosa, a Sandra. Muchas angustias surgieron, muchas almas sufrieron; mas altiva, Sandra motivó a su mejor amiga: solo Mireya. Antes, su más amado secreto; mas ahora, su muy abierto sentimiento maravilloso. Allá sucumbieron míticamente al sendero mágico adherido, sensual, milagroso. Abierta, sincera, muy audaz, Sandra miraba alegre su muy agradecida sonrisa mientras, alada, se movía altibaja sobre muchos andenes salobres. Más atractivas señoras; mujeres acariciándose suavemente, muchos atrasados se molestaban al suponer mejor alcance sexual. Mireya araba sábanas malvas, ahogada sin más aliento. Sensuales, mimaban a sus mercedes ambos senos mutuamente, arrullándose serenas. Mitigada, abrasada, seducida, Mireya alcanzaba sin mucho afán su meritorio algoritmo sensitivo. Mirando al santuario, más amante solemne, más amiga sincera, menos alebrestada, Sandra meditaba aquellos sucesos. Mas, angustias siempre maniatan a soñadoras. Malas aguas se movían al sentido mortal: a Sandra molestaban aguijoneos súbitos, musculares, a siniestra media aorta. Solo Mireya abría soslayadamente mil apegos sencillos, más amor sagrado, menos áreas soeces. Mucho afán sin mayores anhelos: Sandra moría apenas supo musicalizar almas sacras. Mireya aguardó sin más añoranzas solitarias. Mientras abogaba solícitamente, malas ánimas se mostraban a sus modestas alocuciones solidarias. Mucha antipatía sembraba más ácido sulfúrico, mondando árboles secos. “Mi amada, siempre mi apoyo”, susurraba melancólica, ante su muerte agónica, Sandra. Mireya agredió sesuda, mentalmente, a sus macabros antagonistas sádicos; monos alzados, sedientos monstruos animosos, sediciosos. Mas así son: mujeres amantes sempiternas. Más amor serio: mil años siguientes, Mireya ayuda segura, muy amable, suave, minuciosa, a Sandra, muerta al sufrir mirando al susodicho mundo atrasado, sucio... 


©2015 PSR



TAUTOSIGLAMA

Un tautosiglama es un tautograma compuesto en el que las palabras que lo constituyen comienzan con las letras del título escrito en forma de siglas, en el mismo orden que llevan. El título del tautosiglama representa el tema que se desarrolla en el texto. Por su naturaleza acrónima, el título queda escrito en mayúsculas.

© Patricia Schaefer Röder, 8 de mayo de 2011



miércoles, 2 de octubre de 2013

SAL

Solo Alana lo sabía. Alegre, la saludó abrazándola largamente. Sonia aprovechó la secuencia anunciada, lánguida, sollozante, amargada. La sal aparecía lentamente, seca, al lado sombreado antes luminoso. Seguido, Alana limpió sus austeras lágrimas somera, amorosa, lúdicamente. Sonia, agradecida, le suplicó ardiente la sanara acariciándole leve su antebrazo lampiño. “Sí”. Alana le sujetó amable las sienes al lamer su aromático llanto supino. Aquella lengua suave, ajena, liberó súbitamente a la Sonia amarrada, llevándola sobre alturas limítrofes; soñadas, ansiadas. Le saboreó artísticamente líquidos salobres alrededor; lentejas selenitas abriéndose lugar sobre abdomen, los senos agitados, la suprema axila lubricada, serpenteando ante la satisfacción al límite. Sonia arrojaba la sal arrebatándose libre, sumamente acalorada. Las sabias amigas llovían salsas abundantes. Luceros sudorosos, adorados, les sembraron algodones lozanos, sensuales. Abandonáronse laberínticamente sobre amplios lienzos sublimes, asimétricos. Lejos se acercaba la sociedad, alarmando lívida sobre abominaciones libertinas, sórdidas, auténticas, libidinosas; simulando acertada la selección arrastrada legalmente sin atreverse, lacrimosa, so arder levíticamente sin alguna lenidad. Soberbia, anquilosada, la sólida amargura las sucedía adrede, lesionando sus almas. Lastimosa, santurrona, aparentando lustre, sancionábales abiertamente la secuestrada aprobación, llenando sentencias aberradas, libelos. Semidormida, angelical, leonina, Sonia auguró los sueños almibarados líricos. “Somos amantes leales” susurró Alana levemente, sin acelerar lenguaje. Sonia asintió, llevando sus aterciopelados labios solemnes al lago salado. A llanuras sugestivas. Al latido suspirado. A la saliva anhelada locamente, siempre. A la senda alborotada, labrada sutilmente. A la sombra acallada, legítima, sencilla. Al litoral sumergido. A la seguridad apasionada, lunar, secreta. A llamaradas salitres. Al lejano sentirse amada limpiamente.


©2012 PSR


TAUTOSIGLAMA

Un tautosiglama es un tautograma compuesto en el que las palabras que lo constituyen comienzan con las letras del título escrito en forma de siglas, en el mismo orden que llevan. El título del tautosiglama representa el tema que se desarrolla en el texto. Por su naturaleza acrónima, el título queda escrito en mayúsculas. 
 
© Patricia Schaefer Röder, 8 de mayo de 2011

 
Otros tautosiglamas: 
 
http://patriciaschaeferroder.blogspot.com/2012/06/tautosiglama.html