LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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domingo, 20 de marzo de 2016

NADA


Ninguna prisa
ya no tengo más tiempo
desapareció.

Aire infinito
me envuelves en tu espacio
no queda nada.

Duerme mi mente
entumecida y fría
sin más sonidos.

Ahora, sombras
se sienten transparentes
vacías de mí.


© 2016 PSR


jueves, 6 de noviembre de 2014

VACÍO (II)


soy un espacio vacante
drenado de aroma
perdido de melodía
un volumen inverso
descargado de amor
soy lo contrario de la luz
cuando huyen las sombras
al borde del abismo cruel
del desatino
soy un acorde mudo
deshabitado de ilusiones
un sentimiento solitario
ausente de suspiros
soy una fruta pisada
que no rinde vino
una hoja desintegrada
con las venas secas
desiertas de savia
un nido despoblado
donde sólo quedan plumones sucios
soy la tinta derramada
en páginas omitidas
la idea escurridiza
que huyó a otro universo
paralelo
enrarecido
soy la felicidad huidiza
entre momentos fugaces
de alegría plena
concentrados en un solo punto conceptual
que se desvanece
soy una enorme nube blanca
hecha de agua clara
que por miedo a convertirse en aire
no desea derramarse
aún
soy un corazón fantasma
desocupado de tristezas
incluso ellas me abandonaron…
soy la ausencia de la muerte
en la vida que dreno
instante a infinito
la falta de paz
que me quema sin aire
en el ojo de la tormenta
soy el gentilicio magullado
de mi tierra bella
huérfana de unidad
descargada de ilusiones
expulsada del paraíso
el espíritu apagado
de quien, por momentos
se cansa de luchar
soy semblanza del presente que no existe
todos los sentidos reunidos en un cuerpo
el aliento del alma universal
la que no entiende de derrotas
de obstáculos
ni de odio
aquella que, aunque agotada
sopla con paciencia
el último resto de brasas
que sobrevivió a la hecatombe fría
de la enorme nada que quiere devorarlo todo
soy mujer y respiro
destruiré el vacío
una vez más.


©2014 PSR


miércoles, 11 de junio de 2014

VACUIDAD



todo está oscuro
floto en un espacio sin color
opaco
vacío de sombras y luces
no sé si tengo los ojos abiertos

todo está frío
estático
sólo se mueve mi pecho
con suavidad imperceptible
…respiro.


©2014 PSR


miércoles, 8 de enero de 2014

DESNUDA


al llegar
el caos me recibe
me encuentro desnuda
un vacío mudo llena el espacio.

recién nacida
mi alma busca calor
hace tanto frío
en este mundo
de quinientas dimensiones.

desnuda me presento
recién parida por aquella luz tímida
habito un universo limpio
pleno de sensaciones nuevas.

desnuda de recuerdos
adorno mi corazón
con mil sentimientos por estrenar
sonrisas impecables
armoniosas
como la tuya, amiga divina.

desnuda de odios y amores
me visto de esperanzas
en tonos de mares y bosques
sé que puedo lograrlo todo
confiando sólo en mi espíritu.

desnuda de pasado
de futuro
me siento capaz de volar entre las olas
descansar sobre una nube
y desaparecer en el horizonte.

desnuda de miedos
me arropo
apasionada
en proyectos hermosos
que inundan de aromas dulces
los resquicios de mi respiración.

desnuda de mí misma
busco la paz
para aprender a vivir
otra vez
desnuda de tiempo
la hallaré.


©2014 PSR


miércoles, 29 de mayo de 2013

A L E


Alegre y bella
llenas la vida de luz
sin más excusas.

Lirios silvestres
flotan en la música
de tu corazón.

Es mi alma abierta
sin espacio ni tiempo
tu eterna casa.


©2013 PSR


miércoles, 31 de octubre de 2012

A M I S T A D



Amor especial
distinto de los demás
puro cariño.

Momentos miles
se vuelven realidad
vividos o no.

Inmortal querer
sin espacio ni tiempo
viene de dentro.

Soles y lunas
confidencias, confianza
trozos del alma.

Todo lo damos
sin pedir nada a cambio
siendo sinceros.

Amistad fuerte
resiste a la ausencia
con esperanza.

Dame la mano
amigo del corazón
no me sueltes más.


©2012 PSR


miércoles, 29 de septiembre de 2010

RITUAL DEL BAÑO

Hay un lugar en la casa donde se pierden las dimensiones y los parámetros. Cada vez que entro en mi baño me sucede algo muy raro. Es como si el mundo cambiara súbitamente; las paredes giran entre el piso y el techo, distorsionando el espacio y torciendo el mobiliario. Me siento insegura y a veces hasta pierdo el equilibrio.

Parece un universo paralelo. Apenas cierro la puerta tras de mí, las rectas comienzan a doblarse, lentas pero seguras, derritiéndose cual obra de Dalí. Los vértices del techo pierden la continuidad, haciendo que su rígida plataforma se suavice; moviéndose como una gran bandeja invertida que oscila inclinada sobre un eje invisible. En las paredes, las baldosas vibran a un ritmo y la bañera a otro. Las plantas se estiran y encogen como si fuesen de goma. La luz encubre algunos objetos a la vez que descubre formas geométricas nuevas para mí. Hay en el espacio una calma atrapada en el aire de recambio, como un fluido en suspensión dentro de otro más pesado; alumbrado por la mezcla de neón y luz natural que se cuela por la ventana.

El tiempo va y viene en muchos sentidos. Se pierde la estructura horaria, descosiéndose en un haz infinito de instantes que se mueven al ritmo de mis párpados hacia adentro y hacia afuera, de un lado a otro, de arriba hacia abajo, al futuro y al pasado. A veces se vuelve circular, otras veces se transforma en una espiral, pero no fluye; más bien lo invade todo instantáneamente; suave e implacable.

En ese espacio y ese tiempo trastocados, las ideas entran y salen de mi cabeza, siguiendo el pulso de los objetos inmersos en el ambiente intratemporal. Mi mente se deja llevar por el tráfico desordenado de pensamientos que se agolpan en cada resquicio de materia gris para intentar ver la luz a través de mis ojos. Ni me tomo la molestia de intentar organizarlos, prefiero dejarme llevar por ellos y participar en esa suerte de malabarismo caótico que me empujará a descubrir algo inimaginado hasta ese mismo momento.

Mucho más que un refugio del pensamiento, el baño se ha convertido en mi celestina espiritual y física. Es allí donde me encuentro con mi amante. Me visita cada noche, escondido en algún lugar de la casa, donde nadie lo puede encontrar. Paciente, espera el instante en que entro al baño, siguiéndome de cerca pero sin que lo perciba. Dejo la puerta entreabierta en una invitación perenne, segura de que no me defraudará.

Mi ritual del baño es lo más importante del día. Es la oportunidad de olvidar por un rato la rutina del diario vivir; de deshacerme y volverme a hacer a mí misma. La bañera se convierte en mi pedacito de mar particular; el inverso perfecto de una isla privada, bordeada por velas que regalan la luz precisa para el descanso del espíritu. La taza de té caliente exhala su aroma a vainilla desde el saliente izquierdo, y sobre el derecho descansan dos trufas de chocolate amargo. Todo está listo. Abandono las ropas que me atrapan inclementes y, solemne, entro a la bañera, donde aguarda el elemento sanador.

El agua salada y tibia relaja mis sentidos, limpiándolos de cualquier resto de sensación que haya quedado atrapada en mi cuerpo por error. La luz tenue y el divino maná tranquilizan mi alma, desahogándose entera en un hondo suspiro.

Es entonces cuando mi amante viene a mí. La única intromisión permitida en mi nirvana. Sutil, se desviste y entra a hacerme compañía en mi paraíso acuático. Se me acerca por la espalda, despacio, recorriéndola de abajo hacia arriba con las manos abiertas en abanico. Me abraza luego por los hombros y, ceñido a mí, besa suavemente mi cuello una y otra vez. Con cada beso, la piel de todo mi cuerpo se va erizando más y más, imitando una tunera brava en flor. El placer es tal, que por un momento nos convertimos en tortugas marinas y danzamos al compás de los tímidos cirios de la noche.

Mi amante no me da tregua; me ataca y me cuida, besándome, acariciándome, abrazándome con todas sus fuerzas para después soltarme, gentil y delicado, seguro de que regresaré inmediatamente a buscar refugio en su pecho. Jugamos, reímos, sentimos, amamos. Compartimos la relación más profunda y honesta, sin condición ni préstamo de emociones. Nos volvemos energía pura en la intimidad del baño, mientras que en el resto de la casa la rutina continúa su camino, inclemente, definiendo las vidas de quienes se dejan llevar por ella. Me alivia saber que eso no me sucederá a mí. En ese rato existimos sólo dos, y nos deja sin cuidado cualquier otra cosa que pueda suceder.

Al final, extasiados y llenos de vida, mi amante secreto se despide en silencio, los ojos prometiéndome que volverá mañana. Luego se desvanece, dejando en la alfombra sólo sus huellas mojadas junto a las mías. Una vez más, he recobrado mi alma.



©2005 PSR
fragmento tomado de un trabajo en proceso

miércoles, 7 de octubre de 2009

LA PLAZA

La plaza es el lugar que ocupa o desocupa cualquier cosa. Es el espacio donde se desarrollan los acontecimientos diarios de nuestras vidas. El sitio material en que infinitos sucesos inmateriales se conjugan dando origen a sentimientos y sensaciones que nos llenan y marcan nuestro destino.

La plaza es un punto de convergencia del cual igualmente parten mil caminos. Es donde ocurre el encuentro y el desencuentro también. Es un ente vivo que respira, se desarrolla y se transforma con el paso del tiempo. En la plaza se establecen relaciones, negocios y sueños; incluso nuevos sueños que nacen a partir de otros destrozados en el mismo lar. Allí tomamos aire fresco o un café, leemos un diario o un libro y quedamos con otras personas para hacer algo.

La plaza está habitada por todos los seres y todas las almas. La visitan niños, jóvenes y viejos que traen y se llevan alegrías, penas y sosiego. La plaza conoce todos los secretos, los anhelos, las verdades, los miedos, los gustos y los disgustos que moran dentro de cada uno. Es adonde acudimos para celebrar, jugar, compartir y también despedirnos. La plaza es la morada de las metas y los recuerdos, la residencia de nuestros días. La plaza está dentro de nosotros igual que nosotros pertenecemos a ella; nuestras raíces abrazan sus cimientos y ella nos acoge sin hacer preguntas.

La plaza es universal y única. Bienvenidos a la plaza.


Voy a la plaza temprano
enfundado en mi vieja chaqueta
leeré el diario entero
meditaré
intentando entender
el mundo
la vida.
Y mirando a la gente cruzar
de un lado a otro
apresurados
rumbo a sus trabajos
mil historias recordaré.

Te llevaré a la plaza
a que te de la luz fresca
para que así crezcas
hermosa
y te pongas grande
sana y fuerte.

¡Nos vemos en la plaza
para almorzar!
Es nuestra cita
siempre
un banco bajo los árboles
sola contigo
en medio de la gente.
Tú y yo
nuestra hora de almuerzo
momento insustituible
único
inimitable
universal
imprescindible.

Tengo diez minutos
para tomar un café
mientras mis ojos descansan
del trabajo rutinario
buscando pájaros y ardillas
entre las altas ramas
de los gigantes nobles
de la plaza.

¡Vamos a jugar!
¿Adónde?
¡A la plaza!
Con la pelota y mis amigos
la tarde vamos a alegrar.
Y cuando estemos ya cansados
de tanto correr y saltar
compartiremos la delicia
de un helado refrescante
o un refresco helado.

Espérame en la plaza
necesitamos hablar
dejemos las apariencias
junto a la comodidad
con las buenas intenciones
y el miedo a la soledad.
Ya no somos los de antes
nos hemos dejado de amar.

Vamos a la plaza
a ver qué hay de nuevo allá
quién está
quién no fue
quién se fue
para no volver.
En la plaza escucharemos
qué se cuenta
de quien se queda
y quien se va.

Caminemos hacia la plaza
vamos un rato a pasear
dejando que la brisa
despeine nuestros pensamientos
contando los diamantes
refulgentes
que adornan el firmamento.

Iremos a bailar esta noche
en aquel lugar encendido
prendido de gente
música y color.
Al ritmo del trago y la fiesta
vamos a divertirnos
disfrutando en la plaza
donde alguien va a cantar.



©2009 PSR

miércoles, 24 de junio de 2009

ENSUEÑOS MUSICALES: QUINTA ANAUCO

Puedo cerrar los ojos y evadirme cuando lo deseo. De las zarabandas a las fantasías musicales sólo hay un paso, y a veces, mucho menos que eso. Me desprendo de mi ser físico y de mi estar allí, y puedo esconderme en un acorde de cualquiera de los instrumentos que suenan.

Los movimientos constantes de las personas a mi alrededor me molestan, así como el ruido de la puerta que se abre y se cierra con fuerza, y el de los brazos abanicando con el programa de turno por el intenso sopor. Prefiero huir una y otra vez; y tantas veces como sea necesario, dejando mi cuerpo allí, y volando con mi alma a otro lugar lejano.

Es como la consumación de un viaje astral; la separación del ente físico y el espiritual, flotando por espacios multicolores y multidimensionales. No puedo detenerme ni siquiera para aplaudir; lo inmaterial de mi ser quiere seguir meciéndose en ese vacío pleno de sensaciones visuales, auditivas y hasta táctiles; porque es como si la música me tocara por dentro y revolviera mis entrañas, dando afinación a cada una de las fibras de mi alma.

Bulle en mí una necesidad imperiosa de liberar todos esos sentimientos que normalmente naufragan en mi ser y que siento que en algún momento me van a destrozar el pecho y la mente. Así que, aunque lo quiera o no, debo dejarlos salir a flote para que se salven y a la vez me ayuden a salvarme a mí misma de las tinieblas de la incertidumbre y el desamor.

La música llena todos mis espacios; internos y externos, reales e imaginarios. Me llena por completo sin dejar ningún resquicio que escape a ello. Es magia. Mi cuerpo se encuentra atrapado en esta pequeña sala llena de gente, cada uno con su pasado, sus problemas y su futuro incierto. Mi cuerpo tiene calor y no puede salir en este instante a tomar agua ni aire fresco. Pero mi espíritu se eleva por encima de las cabezas de las demás personas y se deleita danzando al compás de esta celestial música del Renacimiento y del Barroco temprano, perfecta para relajarnos en cuerpo y mente, y escapar momentáneamente de todas las ataduras terrenales que a veces nosotros mismos nos creamos.

El salón en el que está mi cuerpo es muy pequeño, con insuficiente espacio para albergar a tantas personas que decidieron darse cita hoy para compartir la antigua música de mis antepasados. El próximo concierto lo deberían dar en un sitio más grande, porque ya sea por curiosidad o conocimiento, se sabe que hay mucha gente interesada en pasar un rato deleitándose con estas ancestrales melodías tan bellamente interpretadas por estos magníficos músicos.

Sin embargo, en la intimidad de este recinto y a pesar de la gente a mi alrededor siento mi alma renacer, reconstituirse y elevarse hasta las más altas cumbres, y más allá aún, para ser una con el sol y las estrellas. En ese momento, plena de energía veo a mi alrededor y me percato de que la felicidad está donde queremos que esté; somos nosotros quienes la llevamos de un lado a otro en nuestros corazones, siempre en nuestro ser formando parte de la esencia misma de la vida. ¡Pero cuán difícil se nos hace a veces encontrarla, reconocerla! Cuántas veces la hemos tenido cerca y no la hemos visto; no siempre fuimos capaces de acercarnos y tomarla de la mano, y dejar que se expandiera dentro del espíritu, del alma tan magullada en algunas oportunidades.

Por eso me desentiendo de mi cuerpo y de mi entorno al escuchar estas melodías, por eso soy tan afortunada de encontrarme aquí y ahora con la felicidad que a veces se me quiere esconder en el camino, que de vez en cuando pareciera querer jugarme una mala pasada y hacerse la desentendida conmigo. Pero en este instante, al flotar junto a ella en mi universo musical, llego a creer que no la dejaré escapar nunca más...

Patricia Schaefer Röder
18 abril 1993
Museo de Arte Colonial Quinta Anauco, Caracas
© 1993 PSR