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miércoles, 16 de septiembre de 2015

T I R A N Í A


Tienen el mando
del gobierno y la nación
para su interés.

Intriga y terror
algunos elementos
para el control.

Resentimiento
infundido entre hermanos
por el tirano.

Armas mortales
odio y rencor en tantos
...mezquino sentir.

No hay respeto
comida o medicina
solo escasez.

¿Indefensos? ¡No!
Tenemos el coraje
para la lucha.

Atrás quedará
otra tiranía más
y venceremos.


©2015 PSR

miércoles, 5 de marzo de 2014

MISERIA


El sudor sulfúrico te delataría si no vivieras en aquel codo ciego de la cloaca principal de la ciudad. Aunque insistas en bañarte en una mezcla de colonias puedo percibir las partículas hediondas que exudan los pliegues inmundos de tu piel pegajosa. Te acercas en silencio, absorbiendo todo el aire limpio que encuentras a tu paso y exhalando vapores tóxicos. No tengo escapatoria; esta vez me atrapaste en el momento más vulnerable.

En medio del horror, no puedo sino sentir una infinita lástima por ti. Demasiados complejos, demasiada inseguridad, demasiada pobreza de espíritu. Demasiados miedos cristalizaron, convirtiéndote en este monstruo abominable, rebosante de la más pura envidia, del más genuino rencor. Un ser que destila odio de una manera casi sublime. Transformaste el abuso y el maltrato en un arte oscuro con el que violentas a tus víctimas de mil maneras distintas. Tanto amor, tanto tiempo invertí, intentando hacerte un ser humano… un ser humano. Sin embargo, todo fue inútil; el veneno que corre por tus venas no tiene antídoto.

Te inclinas sobre mí, imponiendo tu silueta mórbida en medio de las almas oscuras que te rodean. Tu rostro busca el mío, creando un vacío gélido por el cual intento escapar, y que traspasas chupando el calor y la luz agonizante que aún emite mi alma aterrada. La distancia se acorta cada vez más. En la penumbra, percibo el aliento a hiel que despide tu boca descompuesta. Es el fin; sé lo que me espera. Vas a ejecutarme con un beso envenenado, quemando mi garganta con tu saliva corrosiva. Entonces, mi vida se desintegrará jirón a jirón, volviéndose una masa amorfa, inerte, amontonada en la misma cañería junto con tus miserias. Así, te nutrirás de mí hasta que caiga tu próxima víctima… o hasta que las ratas al fin se den cuenta de que no eres mejor que ellas.


©2012 PSR


miércoles, 24 de julio de 2013

TIEMPO


el sonido que separa
los tiempos de las vidas
es un murmullo que se cuela
ingrávido
lejano
por los resquicios de los recuerdos

en el vacío no pasa el tiempo
solo yace, oscuro y frío
la distancia entre tu cuerpo y el mío
es una era insalvable
de mil tiempos desconocidos

cuarenta suspiros no hacen un minuto
a veces son más
otras tantas son menos
y aquel suspiro efímero me esclaviza
al intento de robarlo
de nuevo

todo está movido de sitio
tantos lugares fuera del tiempo
el caos destroza los momentos de paz
no conseguimos respirar
la entropía nos deshilvana
diligente
nos empuja al odio
en medio de rencores inútiles
se diluye nuestro tiempo
inexorable
hasta acabarse

tanta vida invertida en ganar tiempo
cuando sólo lo llenamos de cosas inútiles
es hora de sanar el espíritu
hace demasiadas lunas ya
que no alza el vuelo
los grilletes pesan en el viento
ahora
es el instante justo de recuperar la libertad
no podemos perderla más
ni un solo momento.


©2013 PSR


miércoles, 12 de diciembre de 2012

U N I D A D



Una sola alma
vibra al compás del cuatro
arpa y maracas.

Nada puede ser
más fuerte que la unidad
entre nosotros.

Intrigas sucias
odio y rencores viejos
no nos tocarán.

Dentro del vientre
de esta tierra hermosa
fuimos gestados.

Aires de cambio
dignidad y respeto
sin distinciones.

Daremos todo:
amor, trabajo y tesón
¡por Venezuela!


©2012 PSR


miércoles, 28 de marzo de 2012

5 MICRORRELATOS

 
“SE BUSCA MUSA”

…Y la araña corrió a disfrazarse.




Muñequita…

Eres mía… Te adoro… Pincho… Duele…? Juguetito de vudú…




Volando alto…

Súbitamente sentí el tren arrollando contundentemente mi sombra.




Alboreaba…

Cuando vi mi silueta vacía saliendo de la tumba.




Mediocre

El rencor lo llevó a ser político… ¡y triunfó!






©2012 PSR



miércoles, 2 de noviembre de 2011

O D I O


Otra vez muere
un trozo más del alma
aniquilada.

Durante años
maceran mil rencores
perversamente.

Ideales… no
el amor al prójimo
desapareció.

Olas de odio
corazones podridos
no quieren sanar.


©2011 PSR


miércoles, 8 de junio de 2011

SENTENCIA

sucede.
un trance cruel
merma el aire
perdemos el aliento
se apaga nuestra luz
la voz se ahoga
poco a poco
o de un solo golpe.
ese rencor fornido
bien nutrido con los años
ensucia todo
aniquilando
desmembrando
destruyendo sin piedad.
de pronto
tanto odio macerado
se apodera del momento
el individuo
se hace narrador
sádico
en primera persona.
de ira a locura
un delirio es tormento
nuestro martirio se vuelve la tortura
de alguien más
a veces incluso
sin resentimiento
…solo son gajes del oficio.
un madero, unos clavos
una silla, unos electrodos
una camilla, una jeringa
una tarima, una soga
una pared, un pañuelo negro
una sala hermética, unas tuberías
un circo mortal
un extraño de la calle, una aventura nocturna
unas pastillas, un vaso con agua
una botella, nada más…
un auto, un celular
unas torres, un par de aviones
una ventana, un impulso
un tren, un empujón
unos ojos desorbitados, unas manos poderosas
cerradas como piedras
en torno a un cuello
o a un puñal
a veces jalando el gatillo de una pistola
otras dosificando lo indosificable.
coraje, pero del malo
¿quién se cree con derecho
a decidir sobre la vida de los demás?
¿…y sobre la muerte de otros?
¿quién se sabe impune
a pesar de sus actos?
¿quién aún es tan ingenuo para pensar
que puede estar por encima del dolor
y la enfermedad?
es inevitable
cada quien tiene su sentencia
es lo único no negociable en la vida.
aparece en el instante
que damos la primera bocanada
marcándonos con acero
irremediablemente.
la sentencia es definitiva
siempre
lo fue y lo será
no hace falta que un tercero se encargue
de ejecutarla
apresurándola sin razón
ni tampoco con ella.
sentencia infalible
obligatoria
para todos.
…para algunas
incluso
la sentencia se determina
automáticamente
en cuanto se sabe
que son hembras…


©2011 PSR

miércoles, 1 de junio de 2011

IRA

Irma Roberta Aranguren iba rauda al invernadero rompiendo angustiada implementos rústicos antiguos. Impertinente, raía animales inertes, retorcidos, apestosos. Irma renunció a interesantes rutas abiertas, insistiendo repetitivamente a instancias robadas, armadas, intuitivas. Riendo alebrestada, invocaba reliquias ardientes intentando resquebrajar algo importante, real, amado. Ira, rabia, amargura; impaciente roía alterada, indignada, resentida. Ahora incluso rodaba altanera infinitos rudimentos azarosamente, incrustándolos anteroposteriormente, rotunda, impacientemente. Renegada, afligida, Irma reñía a Irma, reprendiéndose arrebatada, insolente. Rumiando alterada, incansable, renegaba áspera, impaciente, riñas anteriores inevitables, rabiosas, acaloradas. Intencionada, rencorosa, arrancaba impávida retazos amarillentos, índigos, rojizos. Inversamente, repercutían ahora indicios reveladores, abiertos; impostores reales atroces, imbéciles. Riñéndole, ahora intuyó represalia automática; Irma Roberta amenazó instantáneamente, rozándola astuta, intensa, rabiada, atolondrada. Irrefrenable, repudiada, asqueada, Irma remedola altanera, invocando remilgos artificiales, idóneos rugidos actuados, increíblemente robotizados, acentuados. Irma Roberta Aranguren iba retorciendo a Irma; relegando apasionada, intranquila, rabietas, arranques, idioteces. Restregando afanosa, Irma roía ahogada, internamente, rosas arrugadas, iluminadas, robadas, aserradas. Inminente, rotunda, asertiva, Irma repudiaba a Irma, refrenando asqueada intrusiones románticas antiguas, impetuosas, resueltas, absueltas. Irma Roberta Aranguren iba reptando al invernadero, rajando altisonantemente individuos robustos, antigüedades inútiles, recicladas, atrasadas. Iba regurgitando a Irma, recelosa, autoritaria, implacable. Irma robaba ansiosa, impúdica, retrasada, a Irma, regañona ambivalente, irresoluta, rechiflada, atolondrada. Iba rumiando agresivamente inviernos repletos, aberrados. ¡Irma, recrudece a Irma, remátala apremiantemente, Irma Roberta Aranguren!


©2011 PSR

miércoles, 16 de marzo de 2011

VIDA

La vida es un suspiro divino que nos deja sin habla. Es lo más importante que tenemos; inusitadamente frágil y enormemente compleja. El instante de tiempo en que transcurre nuestra vida es tan breve pero tan intenso que bien vale la pena defenderla hasta las últimas consecuencias.

Es la propia vida lo que nos define en este mundo. Somos porque vivimos, y al mismo tiempo, la vida es un regalo que recibimos. El más importante, porque es lo que nos constituye; aquello de lo que estamos hechos. La vida es eso absolutamente invaluable que generalmente consideramos obvio, quizá tan solo porque no podemos imaginamos el mundo sin nosotros. Pero la vida nos fue dada, no la adquirimos. Alguien más nos engendró; no fue nuestra idea y mucho menos consecuencia de algo en lo que pudiéramos influir, ni de nada que hayamos hecho; no es nuestra por mérito propio. Nadie pide venir al mundo, mas una vez aquí, luchamos por mantenernos bien y ser dichosos. Así, deberíamos estar agradecidos por tal precioso don y concentrarnos en buscar la felicidad, el estado anímico que mejor le va a ese estado físico que llamamos “vida”. Somos los únicos responsables de nuestra felicidad y, al mismo tiempo, debemos aprovechar todas las oportunidades que tenemos para hacer felices a quienes nos rodean.

Sin lugar a dudas, la vida es bella. Es maravilloso estar conscientes de que podemos ir en pos de la justicia, de la paz y la dicha, de nuestra salud, prosperidad, tranquilidad, de aquello que necesitamos, que deseamos, que soñamos. Sabemos que aunque la situación se vuelva difícil, cuando pareciera que se acaban el camino o las opciones, siempre podremos luchar más y más por las cosas que nos mueven, por lo que es realmente importante. Somos vencedores en cuanto nos enfrentamos a nuestros miedos y decidimos dar la batalla, cuando damos el primer paso que nos llevará al desenlace. La vida seguirá siendo bella, a pesar de que siempre aparezcan quienes quieran arruinárnosla. De nosotros depende que no lo logren; debemos ser más inteligentes y más perseverantes que ellos. El odio, la intolerancia, la envidia, el rencor y la codicia son fuerzas humanas capaces de destruir pueblos completos, naciones enteras, y si no les hacemos frente, a la larga sufrimos las consecuencias a menor o mayor escala. Esos sentimientos negativos nos hacen más salvajes que cualquier animal de rapiña, cuando se supone que la especie humana posee raciocinio y conciencia de sí misma, que deberían ayudarla a vivir en armonía con sus congéneres en el ambiente que la rodea. Pero no es así. Lamentablemente, las características humanas como la espiritualidad, el amor, el perdón, la misericordia, el respeto, la solidaridad y la caridad no se han desarrollado al mismo ritmo que la ciencia y la técnica, quedando rezagadas al principio del camino. La tecnología avanza veloz en todas direcciones, pero los resultados no siempre son seguros ni positivos; en demasiadas ocasiones son extremadamente perjudiciales. El mundo está llegando al límite de su capacidad de carga y aún no se nos ocurre siquiera buscar la palanca del freno. A veces parecemos olvidar que nuestro planeta está vivo y debemos cuidarlo porque, al igual que nuestra vida, es uno solo y no tiene repuesto…

En los últimos años, la Tierra pareciera estar incómoda. Es como si quisiera encontrar una posición más confortable al estirarse en todas direcciones. Cuando lo hace, nos muestra la enorme fuerza que duerme en su interior, haciendo que recordemos lo infinitamente minúsculos que somos. Ciertamente, no podemos hacer nada por impedir las catástrofes naturales, pero sí podemos comportarnos de manera más consciente y respetuosa con el mundo y nuestros semejantes. Podemos dejar actuar a nuestro lado humano, que aún necesita ejercitarse y crecer. Cada quien sabe cómo ayudar, o al menos, a quién preguntarle de qué forma puede ser útil a la hora de mostrar solidaridad y caridad a sus semejantes.

Peores aún son los desastres humanos ocasionados por la implacable intolerancia de las ideologías extremistas y fundamentalistas, que solo traen consigo dolor y pesar. El ser humano es egoísta y nunca falta quien se aproveche de los momentos de debilidad espiritual de los demás para beneficiarse o imponer sus ideas. Debemos combatir y hacer todo por erradicar aquellos sentimientos de maldad, avaricia y violencia que llevan a la desmoralización y la destrucción de los pueblos. Como sociedad que quiere llamarse “civilizada”, se hace necesario ser abiertos y aceptar que existen miles de opiniones y más de una manera de hacer las cosas. Todos tenemos el mismo derecho a ser felices; nadie nos lo puede quitar porque sí. No hay quien pueda encadenarnos el espíritu sin nuestro consentimiento; nosotros somos los responsables de nuestra libertad y los autores de nuestra dicha.

Así como la vida es hermosa, el mundo también lo es. Saber que podemos disfrutar de ambos a lo largo de nuestro tiempo es algo maravilloso y por eso los protegemos instintivamente, para mantenernos felices. Al fin y al cabo, vinimos al mundo con la única misión de encontrar la felicidad y vivir en ella.

Sentirnos vivos y plenos es algo inmensamente hermoso, y sucede cuando somos dichosos. Las emociones fuertes de cualquier naturaleza nos hacen recordar que estamos aquí ahora. No sabemos cuándo cambiaremos de dimensión, pero mientras estemos en este mundo, con todas sus imperfecciones, sus bondades, sus defectos y virtudes, estamos en la obligación de buscar aquello que nos llene de satisfacción y sosiego, que nos siembre una sonrisa en el rostro que sea imposible de borrar. Ese nirvana sólo lo podemos encontrar en nosotros mismos, cuando nuestro espíritu nos eleva por encima de los problemas, los objetos y las situaciones terrenales.

En medio de cualquier circunstancia plácida o extrema, comprobamos que cada mañana sigue saliendo el sol, iluminando a todos por igual. De noche, la luna y las estrellas están en el firmamento para quien desee admirarlas, tomándose un respiro nocturno. Lo mismo sucede con la lluvia, el viento y los demás elementos; no son propiedad de nadie, y al mismo tiempo, son de todos los seres que habitamos este planeta. Cuánta perfección hay en las alas de una mariposa, en los pétalos de una flor silvestre, en las miles de hojas de aquel árbol que nos brinda su sombra al mediodía, en el perro sin dueño que va cojeando sin darse por vencido y agradece los huesos que sobran de una parrilla en el parque. Cuánta paz hay cuando encontramos un momento para adueñarnos del tiempo y sentarnos junto al mar, escuchando tan solo el arrullo de las olas y dejando que el viento acaricie nuestro rostro, despeinándonos. Cuánta belleza hay en las piedras pulidas que encontramos a la orilla de un río, en las conchas marinas, en las piñas de las secuoyas, en el diseño de una ballena, en las sombras que vamos haciendo al caer la tarde. Cuánta energía hay en el fuego, en un tornado, en un terremoto… A veces la Tierra nos llama la atención para recordarnos que sigue siendo inmensamente más fuerte y poderosa que nosotros, para que no dejemos de ser humildes.

Nadie sabe con certeza cuánto tiempo tiene, pero durante el mío, seguiré amando la vida y el mundo de la única manera que conozco: con todas mis fuerzas. Siento la vida presente en cada célula de mi cuerpo, haciéndome quien soy y permitiéndome disfrutar de la dicha que habita dentro de mí. Me deleito ante los animales fantásticos que se esconden en las nubes del cielo azul intenso mientras saboreo el mango más delicioso y rozagante en una tarde fresca de mayo. Cuando lo deseo, encuentro el momento de tranquilidad para sentarme a escuchar el rumor del riachuelo que está cerca de mi casa. Me dejo envolver por el olor de la tierra después de la lluvia, del café recién colado, de las palabras ancladas en el papel de un libro nuevo. Soy feliz cada vez que tengo la oportunidad de pintar una sonrisa en el rostro de alguien, aunque sea por unos instantes. Me llena el alma recibir el abrazo perfecto en el instante justo, cuando más lo necesito. Poder compartir mis inquietudes y escuchar las de otros es algo muy especial que me mueve por dentro. Llenar mis pulmones ante un paisaje majestuoso, asombrarme una y otra vez al descubrir la perfección del cuerpo humano, de los animales y las plantas, y maravillarme frente a la energía y belleza de un rayo en una tormenta son cosas que nadie puede hacer por mí. Me encanta lo que siento cuando suspiro; respiro hondo para dejar entrar en mí todo lo hermoso que me rodea, lo guardo adentro un instante para llenarme de ello y luego lo dejo salir de golpe, haciendo que regrese donde estaba para que me siga envolviendo. Así mismo es la vida, un suspiro…



©2011 PSR

miércoles, 2 de marzo de 2011

REPARACIONES

En mi estudio hay un rincón donde se amontonan poco a poco, uno por uno, los objetos rotos de mi casa. Son aquellas cosas que por mucho usarlas, por descuido, por el paso del tiempo, por rabia o sin querer se van deteriorando. A veces tan solo han cambiado de apariencia; se ven viejos y desvencijados, y en otros casos están tan afectados que ya no pueden cumplir su tarea correctamente.

De vez en cuando decido hacer un alto en mi eterna carrera contra el reloj, y me siento a componer lo que se fue acumulando. Inevitablemente, cuando lo hago pienso en mi padre. Me parece verlo a él sentado reparando cualquiera de los artefactos que se descomponían en la cocina de mi casa de la niñez. Mis padres, alemanes al fin, fueron educados para ser cuidadosos con las cosas porque era necesario que “duraran toda la vida”, y el hecho de que tuvieran que vivir la Segunda Guerra Mundial en carne propia evidentemente reforzó esa actitud. En casa no se tiraba nada a la basura si aún servía; antes se regalaba a alguien que lo pudiera usar. Lo que había se mantenía en las mejores condiciones posibles y siempre se intentó rescatar lo que se averiara, usándolo y guardándolo solamente si quedaba bien reparado, funcionando adecuadamente. Si no, había que desecharlo. Personalmente lo veo como el respeto que puede sentirse hacia quien fabricó el objeto y hacia el objeto en sí, como obra de manufactura. Lo otro que me sucede, es que de alguna manera siento que cada cosa usada trae consigo su pasado; recuerdos que pueden ser mejores o peores, y no puedo evitar relacionarlas con esos instantes de vida en que vienen envueltas. Una vez alguien me dijo “en tu casa cada cosa tiene una historia”. Es cierto. Y me encanta. Claro que eso no significa que los objetos deban acumularse indiscriminada, ilimitada e indefinidamente. Aunque grande, la casa también es un objeto, y por lo tanto hay que mantenerla en buen estado. Por eso, entre otras cosas, limpiamos, recogemos, organizamos, nos deshacemos de lo que no nos interesa y reparamos lo que haga falta. Así mantenemos la armonía del espacio en que vivimos.

Hoy en día, en el país en que vivo, es imposible encontrar alguien que repare artefactos eléctricos o electrónicos; lo único que puede hacerse es enviarlos de vuelta a los fabricantes. Los estándares de producción son suficientemente bajos para darle a los aparatos una vida media de unos pocos años, y los costos de envío de los mismos a los fabricantes para tal vez cambiar una pieza son tan altos que resulta más barato comprar un artículo nuevo. Lo que interesa ahora es la producción y la venta; a ninguna empresa le conviene que sus productos sean duraderos. No puedo negar que esta actitud me molesta mucho, sobre todo cuando pienso en la inmensa cantidad de desechos innecesarios que se producen tan solo por la codicia corporativa. Yo misma no puedo ni sé reparar equipos eléctricos ni electrónicos, así que he optado por devolverlos a los fabricantes, para que dispongan de ellos de la mejor manera que puedan.

Lo más natural es cuidar lo que tenemos; sabemos que generalmente nosotros o alguien más ha invertido energía, tiempo y dinero en crearlo o adquirirlo. Pero a pesar del cariño y la atención que le demos a las cosas, el tiempo pasa y su uso hace ineludible el desgaste. Sucede de igual manera con cualquier objeto, lugar, relación, trabajo, organización, sistema y país. Incluso con nosotros mismos; debemos estar atentos a nuestra salud física, emocional y espiritual. La gente sonríe cuando les comento que a mí las cosas “me duran mucho”, y mientras yo sonrío de vuelta, irremediablemente pienso que esa marca indeleble me la dejaron mis padres. Las cosas que no deseo y que están en buen estado las dono a quien pueda necesitarlas.

Cuando tomamos la decisión de arreglar un problema serio en nuestras vidas, tendemos a comenzar por poner orden en nuestras casas. Vaciamos armarios, sótanos, desvanes y cajas almacenadas; revisamos lo que tenemos, lo clasificamos y decidimos con qué nos quedamos y con qué no. Realizamos un trabajo físico y espiritual que puede resultar agotador, pero al final nos sentimos profundamente satisfechos. El afán de arreglar nuestra vida demuestra que nos mueve el deseo de ser felices y de seguir adelante en paz.

Últimamente me he dado cuenta de que cada vez soy más diestra en arreglar los objetos que se van estropeando. Y siempre que lo hago, vuelvo a comprobar que darse a la tarea de reparar algo me resulta una actividad terapéutica y sanadora. Tomar la decisión de conservar algo averiado con la intención de restaurarlo implica que tengo la voluntad de enmendar, de corregir. Encontrar el tiempo y sentarme a poner manos a la obra es dar los pasos necesarios para convertir ese deseo en realidad. Reparar algo es un acto de amor, respeto y humildad que implica el renacer de ese objeto. En las cosas con historia puedo sentir el cariño, la indiferencia o el rencor que traen asociados; eso me ayuda a decidir si quiero conservarlas o no.

Los objetos pueden desgastarse y romperse de infinitas maneras, requiriendo distintos arreglos. Cuando reparamos algo, dejamos de ser simples observadores o usuarios circunstanciales y nos acercamos más para entrar en su intimidad. Poco a poco vamos conociendo mejor el artefacto, entendemos el problema y podemos decidir cómo componerlo. Hay cosas que sólo requieren el cambio de una pieza para volver a funcionar igual que antes, hay otras que necesitan un poco de cariño y mantenimiento, y hay otras más que se encuentran destartaladas pero decidimos volver a armarlas, como si fuesen un rompecabezas. La idea de restaurar un objeto es bella e implica un esfuerzo, pero puede que no siempre rinda los frutos esperados. Hay veces que el arreglo es sencillo y completo y el artefacto vuelve a funcionar igual que antes, pero en ocasiones no es así. Aunque no se note a simple vista, un objeto restaurado no es el mismo, algo cambió en su esencia. Incluso es posible que funcione mejor que antes, pero nunca será el mismo. Puede que un jarrón pegado no gotee, pero siempre conservará alguna cicatriz.

En los últimos meses me he visto a menudo componiendo una cantidad de cosas, siempre con la mejor de las intenciones y la consideración que merecen. Y mientras lo hago, no puedo dejar de comparar esos objetos físicos con lo que sucede alrededor, en mi vida, y adentro, en mi alma. Allí, muy al fondo, hay una esquina en la que voy acumulando sentimientos desgastados, a veces magullados y otras destruidos; de vez en cuando un rasguño, un desgarramiento, una herida punzo penetrante, una cortada en medio del corazón. Cada cierto tiempo el espíritu me sacude molesto, obligándome a recoger, limpiar y clasificar todas las alegrías, satisfacciones, placeres, tristezas, temores, rencores e indiferencias que en algún momento he dejado entrar por voluntad propia. Debo entonces deshacerme de lo que me estorba o me hace daño y renovar lo que tiene remedio. La tarea de arreglar sentimientos, relaciones, situaciones y malos entendidos es vital, pero al mismo tiempo ardua e incluso puede llegar a ser muy dolorosa. Hay que tener mucho valor cuando se trata de reparar el alma. Componer nuestra alma es el primer paso para restaurar nuestra vida. Y recordar lo verdaderamente importante de nuestras vidas es esencial para salvar a nuestro país.


©2011 PSR

miércoles, 22 de septiembre de 2010

FRENTE AL FUTURO

Sentada en el malecón mirando el mar me tranquilizo. Ver su inmensidad, sentir su fuerza imbatible conteniendo tanta vida, saber que nos proporciona mucho del oxígeno que respiramos y del alimento que nos nutre, y ver las olas que nunca dejan de moverse me hace comprobar que el tiempo no se detiene, el camino siempre continúa y que al final todo estará bien.

Todos nacemos con el mismo potencial para ser dichosos, aunque las circunstancias en que nos desarrollemos sean infinitamente variadas. Sea cual fuere la nuestra, siempre queremos y buscamos que todo esté bien, porque así es como debería ser, ¿no? Lamentablemente, de tanto en tanto comprobamos que no es así. A pesar de que pongamos mucho de nuestra parte para ser felices, a veces suceden cosas que, como enormes barricadas, se van amontonando dentro y fuera de nosotros, impidiendo que alcancemos la tan anhelada dicha. Es entonces que debemos reaccionar y actuar con más ánimo y energía para deshacernos de las cosas negativas que se interponen en nuestro camino.

Concibo la felicidad como un estado espiritual; todos la llevamos dentro, tan sólo debemos activarla para que se muestre en su máximo esplendor. Somos felices cuando nos sentimos satisfechos por algún logro, cuando nos complace poseer o disfrutar alguna cosa o situación. La tranquilidad es uno de los elementos que más contribuye a nuestra felicidad. La salud es otro, igual que el amor. Si nos sentimos sanos, en paz y contentos, muy probablemente no nos haga falta mucho más para percatarnos de que somos felices. Entonces, pasamos el interruptor y dejamos que la felicidad nos inunde y se desborde por nuestros ojos, boca, piel, cabello, músculos, voz y alma.

Cuando somos felices de pronto nos damos cuenta de la existencia de tantas cosas bellas que nos rodean e instintivamente suspiramos. Comenzamos a respirar muy hondo para incorporar en nosotros todo aquello que disfrutamos y nos hace bien, lo dejamos dentro por unos momentos para que nos llene e impregne nuestra alma y luego lo dejamos salir de golpe para que regrese donde estaba y nos siga envolviendo y abrigando. Al recordar un sueño bonito también suspiramos y muchas veces sonreímos. En todo caso, cuando somos felices se nos nota, y eso es bueno porque podemos contagiar a los demás, aunque sea por un rato.

Me siento feliz cuando hago sonreír a alguien; más aún si logro hacerlo reír. Y si ese alguien es un desconocido, mi felicidad se multiplica. Aquí en Puerto Rico es fácil hacer reír a la gente, tal vez porque los boricuas son más tranquilos y tienen buen humor. En las calles se siente la buena disposición y la alegría de la gran mayoría, cosa que en otros países lamentablemente se ha perdido. Los puertorriqueños son educados y tienen esa paciencia isleña que tanto bien les hace para sobrellevar la rutina del diario vivir con sus altos y bajos.

Me encanta comprobar que la gente se respeta entre sí a pesar de cualquier diferencia que pueda existir, dirigiéndose al otro sin odios ni rencores infundados. Poder hablar con alguien y que no me respondan de mala manera es algo muy agradable; y que las conversaciones sean a un volumen bajo es extremadamente cómodo, lo admito. Todo es apacible aquí, incluso el tono de voz del boricua. Definitivamente, es fácil acostumbrarse a las cosas buenas que no encontramos en otras partes.

Muy cerca de Venezuela, en pleno Mar Caribe, Puerto Rico tiene una naturaleza, unos paisajes y una raza muy parecidos a los de mi país. Me he enamorado de esta bella isla y de su gente; lo encuentro todo tan similar a lo que solía ser Venezuela antes de irme, hace no muchos años atrás, cuando éramos felices y no lo sabíamos. El puertorriqueño es tolerante y no discrimina; vive y deja vivir a los otros. Es amistoso y buen anfitrión, quiere que los demás se sientan bien en su tierra. No concibe la injusticia y se compadece de los demás. Tiene esa picardía que hace que sus ojos brillen cuando sonríe, porque afortunadamente, aún tiene motivos para sonreír. Y una de las cosas más importantes: aquí todavía se puede disfrutar de la vida y ser feliz.

Vivir en este bello país que me ha abierto sus puertas para seguir creciendo como persona es un regalo invaluable que aprecio profundamente. Aquí me siento arropada, libre y dueña de mis derechos; no temo por mi vida por el sólo hecho de salir a la calle o de poseer algo de valor que lleve conmigo; puedo opinar sin pensar que me echarán de mi empleo o sufriré alguna otra represalia; los servicios públicos funcionan; la calidad de vida le permite a la gente salir adelante y trabajar para convertir sus sueños en realidad; existe la solidaridad porque todos aquí están conscientes de que comparten el mismo suelo y la misma historia, con sus aciertos y sus fallas.

Llegué a Puerto Rico con mi familia hace algunos años ya, por razones laborales. Mis hijos han pasado más de la mitad de sus vidas aquí, disfrutando de la tranquilidad que brinda este trocito de tierra antillana. Como madre que soy, cuido a mis hijos y velo por ellos. Trabajo para darles una buena educación y un futuro sólido en el que crezcan como ciudadanos de bien en un país libre, de la misma manera que lo hicieron mis padres conmigo en aquella Venezuela bella y próspera donde tuve la suerte de nacer. Al igual que tantos otros, mis padres emigraron de su país en busca de un mejor porvenir y llegaron a esa tierra de gracia con mil sueños y dos maletas. Mi caso fue diferente; fui a hacer una especialización profesional en el exterior para luego regresar a casa y poner en práctica lo que hubiese aprendido, pero en el camino mi vida cambió y me mudé a otro país. Eso fue ya hace 16 años. En todo ese tiempo he vivido en diferentes sitios sin dejar nunca de sentirme venezolana; eso no es algo que se borre por el simple hecho de pisar otro suelo. El amor es un sentimiento profundo que llevamos dentro y no depende de cuán cerca o lejos nos encontremos de aquello que amamos.

Hoy aquí, tan cerca de mi tierra natal, y viviendo en paz y con libertad, puedo ver a mis hijos a los ojos con la tranquilidad de saber que, con los valores morales y éticos que les enseño, serán responsables de hacer realidad sus propios sueños sin tener que seguir forzosamente un guión ideológico preconcebido, sin dejarse llevar por odios ni rencores prestados ni discriminaciones artificiales, tan sólo haciendo lo que les dicte la conciencia y la razón. Tendrán el poder para buscar y encontrar su propia felicidad; y eso solamente se puede lograr en libertad. Yo he tenido la fortuna de entender todo eso que me inculcaron mis padres y ahora se lo transmito a mis hijos como algo imprescindible, impostergable e imperativo en la vida. De nosotros y de nadie más depende lo que resulte de ellos; nuestro presente es la semilla de su futuro. Tan sólo debemos dar el ejemplo demostrándole a la siguiente generación que de verdad aprendimos las cosas importantes que nos enseñó la anterior.

Estamos claros; cada quien sabe exactamente lo que debe hacer.



©2010 PSR

miércoles, 1 de septiembre de 2010

VENECIANA

con el alma hinchada
de emoción
una vez más
llegué a ti
hoy
vengo de muy lejos
para visitarte
compartir contigo
de nuevo
gran amiga de siempre
hermosa sin igual.
hace tanto tiempo ya
crecimos juntas
despreocupadas
sembrando recuerdos
ahora lejanos
…demasiado.
amable y digna
te conocen
te sabemos
entre las demás.
compañera de la niñez
caminando por la playa
confidente de mi adolescencia
dibujando florecitas
en los cuadernos de clases
celestina de mis veintes
invitándome a soñar bonito
me dabas alas
volando juntas entre las nubes
lejos, muy lejos
y más aún
viviendo aventuras bellas
para siempre regresar.
hoy que al fin te abrazo
otra vez
te veo
querida amiga
distinta
lejana
gris
ese color nunca te lo había visto…
vas caminando
entre tus propias sombras
opaca
tu brillo se melló
poquito a poco
sin que recuerdes dónde
ni cuándo.
tanto has cambiado
casi ni te reconozco
tu mirada
un tanto perdida
te delata
no quieres admitirlo
mueres de miedo
en el fondo
sabes que él te odia
sólo quiere dominarte
¿cómo te enamoraste de él?
¿cómo empezó tu tortura?
¿cómo no lo viste antes?
¿cómo pudo engañarte?
¿cómo pudo suceder todo tan rápido?
¿cómo puedes soportar tanto daño?
¿cómo sigues viviendo este infierno?
¿cómo vas a liberarte ahora
si te tiene prisionera
en tu propia casa?
dime: ¿cómo?
…¿cómo?
y sobre todo: ¿hasta cuándo?
un ojo hinchado
moreteado
rojo cardenal
en medio de tu eterno gris
“tiene razón, debí tener la cena lista”
“tiene razón; el bebé no para de llorar
es su temperamento”
“tiene razón porque le sonreí al gringo
es muy celoso”
“él es así pero en el fondo me quiere”
sólo son más excusas
que inventas
justificando su violencia
esa ira desmedida
cada día
siempre más excusas
para disculpar tu pasividad
paralizante
aterrada
aterrorizada
gélida y abrasadora a la vez.
cabizbaja
exprimes tu existencia
la arrastras por trozos
día a día
entre puños al alma
a la cara
al cuerpo indefenso
en nombre del amor
que dice sentir.
mes a mes
eternamente
pagas rencores
ajenos
el irrespeto es perenne
sabiéndote madre
descuida tus necesidades
no tienes hogar
te quita el sustento
se acaba el alimento
sigues sentada en la oscuridad
sola
seca
desamparada
mientras él te deja
atrapada
maniatada
el corazón amordazado
la voz silenciada
en mil gritos ahogados
castrando tu libre albedrío
mutilando tus sueños
uno por uno
lento pero seguro
entre empujones modernos
vejaciones creativas
innovadoras
mil insultos
odios inmerecidos
viscerales
despiadados.
año tras año
grita que te ama
luego te azota
viola tus derechos
todos
violenta tu humanidad
entera
una y otra vez
para después regalarte
cualquier prenda
de fantasía
barata.
encerrada
temes salir
es mejor no hacerlo
nunca se sabe
si regresarás
con vida
si te encuentran.
la pandilla entera
te engaña
prometen todo
el cielo en la tierra
palabras huecas
frases recicladas
clichés eternos
todo es mentira
nada es real
sólo el hambre
en tus entrañas
que resuenan vacías
en medio de la lluvia
la misma lluvia eterna
que amenaza con arrastrar
tu vida
y la mía.
ilusa te maquillas
quieres siempre ser bella
qué difícil es tapar
tantos golpes
profundos
demasiadas magulladuras
lilas
verdes
negras
nuevos colores
demasiado tristes
no puedes disfrazar
mil cicatrices
con una sonrisa
trémula
torcida
que en cualquier momento
se convierte
en mueca pavorosa
de terror.
envuelta en miseria
y miedo
todavía crees
aquellos cuentos de hadas
que suenan incesantes
en tu memoria
tú, la princesa bella
protagonista eterna
sí, es cierto
eres la actriz principal
mas en esta historia triste
nadie desea actuar.
con chantaje
manipulación
quien se dice tu amante mayor
cada día sin falta
te hace beber veneno
mientras reprime severo
las arcadas
para evitar que lo devuelvas
tanta maldad hacia ti
sin razón
una y otra vez
castigos injustificados
miedos
horror.
tranquila
más bien resignada
sabes que esta noche
te dará lo que dice que mereces
una dosis de violencia
caramelos de rencor
cubiertos de veneno.
noble como pocas
todos te admiraron
siempre
en el fondo
saben que eres fuerte
estoica
valiente a la vez
persistente
nada te parece demasiado
cuando te sacrificas
a cada momento
por tus hijos
enfermos
deprimidos
tristes
amargados
divididos.
insistes en soñar
que a la larga todo cambiará
por sí solo
prefieres creerlo
te resulta más cómodo
“más vale malo conocido
que bueno por conocer”
comentas
mientras diligente
atiendes tus heridas
infectadas
profundas
demasiado recientes.
cuánta pena me causa
tu dolor constante
diario
tan sólo dime, querida
qué puedo hacer ahora
mientras espero impaciente
que caigas en cuenta
de la triste realidad
en la que te dejaste arrastrar
por inexperiencia en el vivir.
con el alma partida en dos
me encuentro aquí
viéndote
abrazándote
queriendo convencerte
de que sí hay una salida
antes de que sea demasiado tarde
¡no claudiques, por favor!
te quiero tanto, amiga mía
eres parte de mi vida
siempre lo serás
aunque la distancia
se esfuerce tanto en desteñir
la voluntad de mi presencia
perenne
junto a ti.



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