LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

¡Atrévete! Regala libros originales: A la sombra del mango; relatos breves. Yara y otras historias; 34 relatos, 34 sorpresas. Divina: la mujer en veinte voces; antología latinoamericana de cuentos. Andares; cuentos de viajes. Siglema 575: poesía minimalista; una nueva manera de vivir la poesía. Di lo que quieres decir: Antología de siglemas 575; resultados de los Certámenes Internacionales de Siglema 575. Por la ruta escarlata, novela de Amanda Hale traducida por Patricia Schaefer Röder. El mundo oculto, novela de Shamim Sarif traducida por Patricia Schaefer Röder. Por la ruta escarlata y Mi dulce curiosidad, novelas de Amanda Hale traducidas por Patricia Schaefer Röder, ganadoras de Premios en Traducción en los International Latino Book Awards 2019 y 2020. A la venta en amazon.com y librerías.

¡Encuentra mis libros en el área metro de San Juan, Puerto Rico! Librería Norberto González, Plaza Las Américas y Río Piedras; Aeropuerto Luis Muñoz Marín, Carolina.

Mostrando entradas con la etiqueta femenina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta femenina. Mostrar todas las entradas

miércoles, 11 de agosto de 2010

DEJA QUE TE CUENTE...

La vida es una gran novela que narra nuestra historia dentro del universo que nos rodea, con cientos de personajes de mayor o menor exposición, todos imprescindibles, e infinidad de localidades y tiempos en los que se suceden las diversas situaciones que experimentamos. Constantemente relatamos, nos relatan y somos protagonistas de otros relatos más. Desde que somos niños se nos entrena para expresarnos de manera clara, coherente y se espera que dominemos ese arte vital del cual dependerá nuestra existencia. Y es que el humano es un ser social que vive en grupos de mayor o menor tamaño organizados a diferentes niveles, por lo que nunca estamos realmente solos en la vida. Son pocas las excepciones de personas que viven aisladas por completo; la inmensa mayoría de nosotros interacciona con alguien más de una u otra manera. Así, una forma importante de interacción sucede a través del lenguaje: al hablar o escribir estamos contando algo; de esta manera compartimos nuestras ideas y emociones.

Todos tenemos cosas que contar. Cada día le comentamos a alguien nuestros sueños, esperanzas, pesares, anécdotas, recuerdos y fantasías. También contamos lo que les pasa a otros, ¡incluso contamos chismes! En todo caso, nos sentimos bien cuando sabemos que hay quien nos escucha y le interesa lo que nos sucede. Necesitamos desahogarnos para liberar nuestra alma de tantas situaciones reales y ficticias que se van amontonando en ella como los granos de arena en las dunas del desierto. No hay nada mejor para aliviarnos, que contarle a nuestro confidente sobre eso que tanto nos preocupa. Y nada mejor para compartir una gran alegría, que explicarle a otro qué es eso que nos eleva por encima de las nubes.

Sea cual sea el tema, cada quien cuenta las cosas como más le gusta, dándole mayor o menor importancia a cada detalle con pinceladas personales según su estilo; añadiéndole o quitándole luz y color para lograr transmitir exactamente el mensaje que quiere.

Desde que era una niña, mi madre insistía en que le contara de las salidas con mis amigas y amigos con todo el detalle posible; me pedía que le narrara la historia entera desde el momento en que cerraba la puerta de la casa: quiénes estaban presentes, cómo era cada uno, qué hacían y qué tanto nos divertíamos y de qué manera, claro. A mí siempre me hizo mucha gracia esa costumbre, y aún hoy en día mi madre me hace sonreír cuando me pregunta sin cuartel y al mismo tiempo sin juzgar, sólo por el gusto de que le cuente algo.

Otra cosa que me encanta es cuando me pide que le cuente algo bonito. Este es un ejercicio muy positivo, yo diría incluso terapéutico, porque hace que me concentre en ideas luminosas y aparte las cosas negativas de mi mente. Mi madre es de aquellas personas que realmente saben escuchar; le gusta que le cuenten cosas, y cuando alguien lo hace, pone toda su atención en ello.

Estos son mis cuentos; aquellos que quisiera contarles durante una charla mientras disfrutamos de un café... o de una copa de vino. Yara y otras historias es una colección de treinta y cuatro relatos en los que he desahogado mi alma buscando mis raíces, encontrando mi naturaleza femenina, enfrentando miedos ancestrales, descubriendo la esencia de la condición humana, viviendo y desviviendo emociones y sentimientos diametralmente opuestos, soñando despierta, volando a otros mundos, a otros tiempos, a otras realidades más o menos mágicas… más o menos reales. Yara y otras historias es una ventana abierta a una parte de mí que pocos conocen y que he decidido compartir.



©2010 PSR

miércoles, 22 de abril de 2009

TORTUGA

La tortuga es mi tótem, mi animal espiritual. Lo ha sido siempre. Personifica la casa, la madre, la sabiduría. Es muy antigua; no ha cambiado en millones de años y se ha adaptado a su medio, logrando mantenerse.

En la mitología se solía representar a la tortuga llevando al mundo sobre su caparazón; esa fortaleza le da cierto carácter terco en el que nos parecemos. Las tortugas están atadas irremediablemente a su pesado y rígido carapacho, presas de la gravedad y totalmente a merced del mundo; en este sentido son frágiles. Lo maravilloso es que, a pesar de ser tan indefensas, pueden vivir muchos años. Su caparazón les sirve de protección, pero también les impide moverse ágilmente para atacar. El mismo carapacho les confiere una gran resistencia y durabilidad, y es justamente su punto débil; ya que si por algún infortunio resultan volteadas boca arriba, morirán sin remedio. Por otro lado, cualquier sitio puede ser su hogar porque, paradójicamente, van a todas partes con su casa a cuestas.

La gran cantidad de huevos que pone en una sola desovada le confiere un fuerte componente femenino y delicado. Por ser animales tan lentos, se relacionan con la tranquilidad y la calma, y por extensión, con la seguridad. La tortuga transmite una sensación de paz y tolerancia, y es un excelente emblema para los movimientos pacifistas.

La tortuga encarna las cosas que persigo. Es longeva y existe desde hace muchísimo tiempo; atributos que le dan perennidad y una sabiduría implícita. Como símbolo es versátil, porque representa una imagen universal, a la vez que tiene la dualidad del animal terrestre y el marino, haciéndola compleja y muy interesante.

La tortuga de tierra carga al mundo entero sobre su caparazón, mientras que la marina se sumerge en él, dejándose envolver en la inmensidad del océano. La tortuga de tierra está presa dentro de un carapacho voluminoso y pesado que le impide realizar muchos movimientos; camina con su casa a cuestas y se desplaza con fuerza y aplomo, pero sin agilidad. La tortuga marina es rápida y puede “volar” con gracia en las aguas, sin nada que se lo impida. La veo más libre; su cuerpo es hidrodinámico y su hogar es el mar. Tiene movimientos ligeros y es capaz de reaccionar a una velocidad mucho mayor.

Mi relación con la tortuga ha cambiado un tanto. En mi juventud me veía reflejada en la de tierra; sentía que a pesar de que era un ser humano frágil, podía aguantar el mundo y lo que contiene sobre mi espalda; hacerme cargo de todos los problemas de los demás y los míos propios, refugiándome en mi caparazón para defenderme. Ahora lo veo de otra manera; me siento más identificada con la tortuga marina, que en lugar de cargar con el peso del mundo, se zambulle en sus aguas y lo vive desde dentro. No hay gravedad que la ate a nada; al contrario, vuela por los mares con movimientos ágiles y armoniosos. El tiempo me ha enseñado que es imposible llevar el peso de toda la humanidad a cuestas; no me quedaría suficiente energía para nada más. Para poder hacer algo bueno por el mundo, debo tomarlo como es y vivir en él a plenitud y con libertad.


©2006 PSR

SER MUJER

Soy mujer y no puedo dejar de maravillarme por ello.
 
El estar consciente de mi condición femenina me llena de una serie de sensaciones, de sentimientos que se complementan para formar algo tan complejo y hermoso que resulta difícil explicarlo con palabras.
 
Soy mujer y me alegra serlo. Porque cada mujer tiene algo de madre, de compañera, de amiga y de niña. Porque somos apasionadas, comprensivas y nobles. Porque somos luchadoras y capaces de hacer muchas cosas por nuestros hijos, por nuestra pareja, por nuestra familia. Porque somos sacrificadas y podemos llegar a cosas insospechadas si sentimos que valen la pena. Porque amamos, sentimos, creemos y razonamos de una manera particular, única. Porque nuestro cuerpo es maravilloso; podemos amar, dar vida y alimentarla después. Porque de nosotras sale la vida que nos sobrevivirá, vida que es la continuación de la nuestra. Porque siendo capaces de recibir, no nos cansamos nunca de dar. Porque somos el apoyo moral y espiritual de la familia. Porque podemos llevar cargas increíblemente pesadas y sin embargo tener una palabra de aliento para alguien que está cansado. Porque nos resistimos a sucumbir, siempre buscamos la forma de salir adelante a pesar de las dificultades. Porque tenemos el alma llena de flores. Porque con ternura podemos aminorar el dolor de los demás. Porque con nuestra presencia podemos cambiar el curso de los acontecimientos. Porque nuestro amor es capaz de lograr lo imposible. Porque sentimos en profundidad. Porque amamos sin condición, nos entregamos y somos fieles a nuestro amor. Porque al amar, lo hacemos con todos los sentidos, con el cuerpo y con el alma. Porque somos pacientes y tolerantes. Porque perseguimos nuestras metas sin excluir a los que amamos. Porque con un gesto amable, con una sola sonrisa, podemos hacer felices a los demás. Porque en nuestro corazón hay mucho sitio para los que nos rodean. Porque cuidamos a nuestros hijos y los preparamos con optimismo para la vida. Porque somos capaces de dar nuestra propia vida por la de nuestros hijos. Porque somos sensibles. Porque vivimos nuestra feminidad naturalmente. Porque nos gustan los cumplidos con fundamento. Porque, estando conscientes de todo esto, nos sabemos fuertes y sin embargo somos delicadas. Porque, aunque profesionalmente estemos en un mismo nivel con los hombres, nos gusta ser respetadas y tratadas como mujeres en el mejor sentido, en el único sentido real y válido. Porque no necesitamos estar demostrándonos constantemente lo mucho que valemos; es un hecho y todos lo saben. Por todo esto resulta tan hermoso y fascinante vivir nuestra existencia a plenitud, porque somos importantes e imprescindibles. No debemos ocultarlo nunca y mucho menos olvidarlo.
 
Soy mujer y estoy orgullosa de ello.
 
 
 
©1995 PSR