LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 1 de octubre de 2014

N O C H E


Nada escondes
en tu penumbra clara
con gatos pardos.

Oro, solemne
envuelta en las nubes
luna y estrellas.

Cien ojos me ven
camuflados en grises
sombras inquietas.

Humilde vengo
a fundirme en ti, noche
pura y divina.

Entre murmullos
que me mecen tan suave
me rindo a ti.


©2014 PSR

miércoles, 10 de septiembre de 2014

S E L E N E



Sola estás hoy
misteriosa y mágica
hermosa Luna.

Errante dama
acompañas mi vida
año tras día.

Luces brillante
con tu halo multicolor
flotando suave.

Entras segura
en mi mente y voluntad
dueña del tiempo.

Nunca abandonas
mis huellas en la senda
al horizonte.

Eres tan sabia
en tu zenit de estrellas
reina por siempre.


©2014 PSR


miércoles, 6 de agosto de 2014

L U Z (III)


Luciérnaga soy
en medio de la noche
intento dar luz.

Un haz brillante
me envuelve tan cálido
dulce aroma.  

¡Zas! Tomo impulso
tan llena de energía
sonríe mi alma.


©2014 PSR

miércoles, 9 de octubre de 2013

ARTE NOCTURNO

 
…Veo los fuegos artificiales. Me estremezco hasta el tuétano, se me revuelven las emociones y de pronto empiezo a llorar. No puedo evitar maravillarme ante algo tan hermoso creado por la mano humana. Pienso que si somos capaces de fabricarlo, si somos sensibles para soñar, inventar y diseñar obras de arte tan sublimes, ¿por qué nos empeñamos en destruir el mundo, en lugar de llenarlo de cosas bellas? Busco los barcos en la oscura lejanía del río. Desde aquellas pequeñas plataformas espaciales improvisadas despegan los cohetes que pintan de luz y color la bóveda tiznada. Mis ojos me permiten colarme entre los cordones de seguridad y llegar al barco que está más al norte. Como una temeraria acróbata de circo, me sujeto a un cohete grande que está a punto de despegar. La mecha se va quemando y de pronto subimos a una velocidad loca, hacia el lienzo plomizo donde sucede la gigantesca función. Nos elevamos cada vez más y justamente antes de estallar en todo su esplendor, suelto el vehículo que me liberó de la gravedad. Al fin llegué. Me extasío viendo esas estrellas a mi alrededor que revientan rojas, blancas, doradas, verdes y violetas, unas dentro de otras, algunas más que se mueven en círculos, o que parecen reptar dibujando ondas en el espacio. Toda esta fiesta hace bailar a mi espíritu como lo hizo aquella madrugada de abril, nueve años atrás, cuando Rafael me besó por primera vez en esa divina salida de campo de la universidad bajo el manto del cometa Halley. Tomo su mano. Me mira y sonrío. Hoy soy yo quien lo besa desde el firmamento lleno de cometas fugaces pero tan reales…


©2013 PSR
Dedicado a Vincent Van Gogh, en agradecimiento por la "Noche estrellada".
Fragmento tomado de un trabajo en proceso


miércoles, 25 de septiembre de 2013

AMAZONIA...


“…La luna llena ilumina la jungla con hilos plateados que se reflejan en el río y la laguna, a cuya orilla se encuentra el campamento. De pronto siento la atracción de la luna en el agua. Algo me llama con insistencia. Escucho el canto de las toninas y los manatíes que nadan en la claridad de la medianoche del día en que volví a nacer. Vuelvo a percibir el delicioso cosquilleo en la base de mi cabeza y sé que tengo que hacer algo. Me levanto de la hamaca sin pensar y me acerco a la orilla. Ahí está la luna, esperándome vibrante en el espejo metálico y oscuro del agua. Una brisa cálida acaricia mi rostro cuando levanto la mirada para verla de frente en el cielo. Hay una calma llena de voces que parecen decir mi nombre a gritos. Me desnudo en un acto de respeto a la naturaleza que me rodea y, solemne, dejo mis ropas en la playa. Ya no las necesito.

Entro lentamente en las tibias aguas del remanso que forma la laguna. No tengo ninguna prisa, soy dueña del tiempo. Deseo arroparme en su fluido dulce y peligroso mientras corre por la zona más antigua de la Tierra. Bebo el líquido del cual una vez bebieron mis antepasados hasta saciarse. Hoy es mi turno. Me sumerjo dejando que el agua penetre todos los pliegues de mi piel; extremidades, manos, pies, cuello, cabello. Al fin soy una con la naturaleza; la siento como parte de mí en un éxtasis total. Mi emoción se traduce en un placer infinito que no pienso dejar ir jamás.

Nado. Nado contra la corriente, haciendo fuerza para conquistar el río dueño de las aguas. Cuando me canso, me dejo llevar un trecho hacia atrás y vuelvo a emprender mi ascenso. Minuto a minuto me voy alejando de la orilla. Ningún ser humano me puede ver, y yo misma me siento parte del paisaje primitivo y embrujado. Nado más. Nado. Sigo nadando, pero el río gana. Abandono la lucha, dejando que el torrente me arrastre a su antojo. Las aguas me llevan hacia el fondo, donde no hay corriente alguna. Es el lugar de la paz. Instintivamente intento subir a la superficie para respirar y de nuevo me atrapan las aguas del rápido, que se ha vuelto más estrecho. Entre los remolinos logro tomar aire y moverme hacia un grupo de rocas que sobresalen del agua. Estoy a salvo.

Escucho algo que asemeja el canto de un manatí, pero es mucho más grave que el de esta tarde. Miro hacia la orilla y en medio del oscuro y brillante paisaje distingo la cabeza de un gran macho plateado que me observa con interés. Hacemos contacto con la mirada y me percato de que mi campo de visión se hace más amplio. Una vez más siento el hormigueo en la nuca y sé que debo continuar. A pesar de que la noche es cálida, un extraño frío recorre mi cuerpo. Me siento pesada sobre esta piedra; lo mejor es que regrese al agua…”. 
 
  
Fragmento de "Selva" ©2006 PSR 
"Selva" aparece en la antología Yara y otras historias, de Patricia Schaefer Röder.
Ediciones Scriba NYC 
ISBN 978-0-9845727-0-0

Twitter: @PatriciaSchaefR 
  

miércoles, 20 de febrero de 2013

El espantapájaros




Atardecía. Otro día se acababa en el campo. La calma reinaba al ponerse el sol suavemente en el horizonte tenue de principios de primavera. Todos regresaban a sus casas, a sus establos, a sus madrigueras. Todos se disponían a descansar junto a los suyos. Todos, menos el espantapájaros.

Siempre había sido así; a nadie se le hubiera ocurrido que fuese de otro modo. Pero esa tarde, algo se notaba distinto en el ambiente. Después de tanto tiempo, el espantapájaros se dio cuenta por primera vez de su existencia.

Comenzó a verse a sí mismo como un ser independiente de su entorno. Hasta ese momento se había sentido como un artefacto más de la granja, haciendo su trabajo rutinario, inmóvil, con los brazos extendidos lado a lado, los ojos apuntando siempre en la misma dirección y los pies enterrados en el suelo del campo. Le parecía normal ser tan sólo una parte del mobiliario, de las instalaciones agrícolas de la región. Sin embargo, un no sé qué lo sacó de su letargo de estatua utilitaria y al fin sintió. De pronto, aquella tierra fértil que hasta entonces lo sostenía, ahora lo aprisionaba. El viento que solía arrullarlo hasta dejarlo dormido, ahora lo helaba por dentro. Y la noche que antes le brindaba paz para descansar del trabajo diario, ahora lo hacía percatarse de su inmensa soledad.

Así pasó el tiempo, aumentando cada día la tristeza del espantapájaros. No comprendía por qué estaba solo, si era tan bueno en su labor y siempre cumplía con su deber cabalmente. ¿Por qué nadie querría ser su amigo?

Entonces, una noche de verano, al ver el rostro pétreo de la luna saliendo enorme por el este, el espantapájaros juntó todas sus fuerzas y logró zafarse de su grillete de arcilla y humus, un pie a la vez. Para evitar que lo reconocieran, se quitó las ropas. Caminó por los sembradíos buscando a alguien, a cualquiera, pero fue inútil. El campo estaba desierto.

Siguió avanzando hasta llegar al borde del bosque. Con los brazos caídos igual que su ánimo, se sintió más solo que nunca y deseó con todas las fuerzas pertenecer a una familia; no importaba a cuál. Anhelaba ser un miembro vivo e importante de un grupo; necesitaba sentirse orgulloso de su existencia y no quería que ningún ser le tuviera miedo.

Cansado, arrastró los pies por el bosque oscuro en busca de refugio y abrigo. En un claro, vio los enormes abetos que tocaban las estrellas con sus ramas y se emocionó profundamente. Mientras más los detallaba, más se maravillaba. Una desconocida sensación lo llenaba de paz. De pronto, para su propio asombro y sin querer evitarlo, sus brazos comenzaron a levantarse de nuevo, llenándose de una extraña energía. Los pies cansados se proyectaron hacia abajo, perforando el suelo del bosque, y aquel cuerpo de heno se fue fortaleciendo en una gruesa corteza parda de la cual nacía musgo verdiblanco. La felicidad lo embargó cuando de los brazos, pecho y cabeza brotaron ramas con hojas.

Amanecía. Las aves del bosque revoloteaban entre el follaje, posándose alegres sobre el nuevo gran abeto. Buscaban alimento y lugar para construir sus nidos. Había un rumor extático en el ambiente. Y en su interior, él sonreía.


©2013 PSR


"El espantapájaros" aparece en A la sombra del mango por Patricia Schaefer Röder 
Ediciones Scriba NYC 2019 
ISBN 9781732676756 

Mención de Honor en los ILBA 2020 
 



miércoles, 13 de febrero de 2013

SIN PRISA



sin prisa
ahora
en medio del vacío
oscuro y frío
miras alrededor
buscando tu vida.

paso a paso
continuarás
siempre hacia delante
haciendo caminos
donde nunca los hubo
con pisadas firmes
enfrentando vientos y temblores
venciéndolos.

una vez más
brotará el agua salada
desde tus cuencas cristalinas
rodando sin detenerse
hasta los labios tristes
entonces
la beberás presta
calmando todas las tristezas
y volverás a descubrir
en el espejo
tu bella imagen.

un momento a la vez
en la catástrofe
te harás más fuerte
cuando sientas que no puedes más
alzarás la vista
percibiendo de nuevo los colores
las formas perfectas.

en cada instante
de esta noche que parece no acabar
te moverás por las sombras
iluminando el sendero
con el destello inmortal
que emana de tu alma.

un día tras otro
lamerás pacientemente tus heridas
limpiándolas por completo
hasta sanarlas
para seguir avanzando
viviendo
amando.

más pronto que tarde
recordarás quién fuiste
quién sigues siendo…
respirando libremente
latirás al ritmo de tu propia melodía
sintiendo los aromas más dulces
cuan profundos suspiros
para al fin dejarte atrapar
en el anhelado abrazo.

sin prisa
enciende tus ojos bellos
con la claridad prístina del cielo
entre tanta maravilla
encontrarás la paz
que mucho anhelas
naciendo plena en tu sonrisa.


©2013 PSR


miércoles, 30 de enero de 2013

L U Z (II)


Lluvia de color
me llenas dentro y fuera
siempre cálida.

Ubicua eres…
en mis noches sin luna
lucen los astros.

Zurces mis sueños
iluminados de ti
con tonos de paz.


©2013 PSR


miércoles, 7 de diciembre de 2011

S E R


Somos todos luz
de nuestras propias noches
alumbrándolas.

Entre los demás
seres únicos siempre
sin ningún molde.

Reales, fuertes
dejamos huellas hondas
en el camino.


©2011 PSR


miércoles, 12 de octubre de 2011

L U N A L L E N A


Luz de mis noches
vestidas de olvido
deshilachadas.

Un deseo y ya
otro, y otro, y otro más
tan insaciable…

Nunca me dejes
confidente nocturna
quiero hablarte.

Abrazas fuerte
de egoísmo mi vida
me tienes presa.

Las horas pasan
solo tortura y pasión
te vuelven una.

Luna, mi luna
sí, también eres mía
…siempre regresas.

Entre sábanas
me cuentas tus secretos
lejos de todos.

No te vayas, no
necesito ser tuya
completamente.

Abre mi alma
sedúceme de nuevo
luna divina…


©2011 PSR


miércoles, 2 de febrero de 2011

REGÁLAME...

regálame una sonrisa de libertad
al amarnos
regálame tu paz
total
verdadera
regálame tu misterio
y te entregaré mis sueños
regálame el tremor más genuino
que se esconde en tu alma
regálame tu ternura
y mis dedos
dibujarán tu rostro
dulcemente
regálame tu aliento tibio
enlazado con el mío
respirándonos
regálame el deseo que guardas
convertido en lengua y manos
insaciables
regálame tu fragancia
de perfume y sudor
regálame el anhelo
de una caricia interminable
tuya
regálame tus cabellos
y deja que mis dedos
se pierdan en su espesura
regálame la pasión
de un encuentro esperado
desde siempre
regálame tu pecho
para cobijarme en él
arrullada en tus latidos
rendida por completo
a ti
regálame tu fuerza
ímpetu indomable
te mostraré la mía
plena de emoción
regálame tu tiempo
valioso tesoro
a cambio
yo te daré entera
mi vida
regálame tu voz
tus gemidos
tu silencio
te recompensaré rebosante
de puro cariño
regálame tu mirada limpia
sin dudas
ni temores
regálame un abrazo perfecto
que me arrope
me guarde
me seduzca profundamente
para no querer soltarme
nunca más
regálame tu cuerpo
hambriento de mis labios
húmedos
regálame tu boca
manantial divino
quiero saciar la sed eterna
que de ti tengo
regálame tu piel ardiente
erguida alerta
en infinitas puntas
ansiosas
regálame tu oído
para hablarte quedo
susurrando mil secretos
regálame tu risa fácil
que hincha mi espíritu
hasta reventar
regálame tu amor
colócalo en mis alas
para volar alto
contigo
hacia la inmensidad
siempre mirando al frente
brillante
regálame un suspiro tuyo
uno mío
al unísono
regálame todas tus noches
para no dormir contigo.


© 2011 PSR

miércoles, 6 de octubre de 2010

ENSUEÑOS NOCTURNOS

La tarde se recuesta
entre las montañas.
Mil tonos dorados
se escurren por el cielo
llegan a mí
entibiando mi piel.

El cielo se torna naranja.
Rayos ocres salen de los montes
hasta el azul profundo
del cielo sembrado de nubes.

Lentamente la oscuridad
se apodera del ambiente.
Totalmente.
Poco a poco desaparece el sol
abriéndose paso otra luz
esa que se hace más oscura
y nos permite ver todo
de diferente manera.

La claridad de la noche
está en los ojos que la ven.
Hay quienes no saben verla.
Pero está allí
tranquila, quieta, solemne
como las palabras nunca dichas
los gestos furtivos
las miradas...

La noche me pertenece.
En ella sueño tranquila
dejándome llevar donde sea.
La imaginación no tiene límites
sólo los que nosotros definimos.

Plácida y oscura
brillante y luminosa
a su manera.
Puedo adueñarme de su luz
y de su silencio a gritos
puedo andar por senderos
intrincados o desiertos
y encontrarme contigo
cuando lo deseo.

No temas.
La noche es buena compañía
para el alma.
Reflexiono.
De nuevo me percato
de la felicidad
que me brinda generosa
su paz
lealtad.
Siempre vuelve a acompañarme
regalándome nuevamente
todos los secretos.
Yo los voy descubriendo
poco a poco
con calma
fascinada
maravillada.

La luz proyecta sombras
de distinta intensidad.
En mi alma
se cobijan claroscuros
de tristezas y alegrías
por igual.
Pero aquí en la oscuridad
los colores se parecen
y todo puede ser gris.

En lo profundo de la noche
soy dueña de mi vida...
Señora del tiempo
situaciones
seres materiales
etéreos
y de muchas otras cosas.

El mundo me pertenece
por entero
suave y dulcemente
en la oscuridad infinita
de la noche
en el negro de tus ojos
profundo, inalcanzable
amable...

Poco a poco
muy despacio
con cuidado
comienzan a mostrarse
cada vez más grises
que, delicados
se transforman
de nuevo
en mil tonos
índigos y naranjas.

Sonriente, decidido
el sol empuja
todos los amarillos del mundo
hacia el infinito
y de regreso
inundando el vacío
con una tierna claridad.

Atrás quedan
las sombras nocturnas.
En su lugar llegan
con una cierta timidez
las sombras del nuevo día
que está naciendo...


©1992 PSR

sábado, 3 de julio de 2010

ANOCHECER

Una vez más sucede. Una vez más es inevitable, contundente. De nuevo cae la tarde bajo el aplastante peso de una noche que la empuja desde arriba, aniquilándola sin remedio. Cae la tarde. Una vez más, cae. Cae, cae como siempre. Minuto a minuto se van perdiendo los naranjas, amarillos, verdes y todos los azules en medio del desenfrenado cantar de miles de coquíes llamando a su pareja. Las nubes se convierten en sombras alquitranadas que parecen no lograr decidirse entre huir o dejarse asimilar por la oscuridad que se lo va tragando todo sin misericordia. Una vez más anhelo que te descuides igual que esas mismas nubes para atraparte como lo hace la noche cuando cubre todo con su manto opaco, cual red implacable. Sonríes. Una vez más alargo la mano para tocar tu cabello y dejarla bajar temblorosa, dibujando tu pecho. Todo ocurre de nuevo y sin embargo lo siento como si fuese la primera vez; la única vez. Respiro profundamente y al abrir los ojos compruebo de pronto que no hay nada más que pensar, nada más que ver, nada que sentir. Nada. Ningún color ni silueta, ninguna presencia… ni siquiera la mía. Porque mi espíritu volvió a irse tras de ti, dejando mi cuerpo vacío, desalojando mi alma. Sucedió de nuevo, en el momento previsto, como siempre. No puede ser de otra forma. Una vez más regresaste junto a tu familia, relegándome al último plano, justo donde pertenezco.



©2010 PSR

miércoles, 3 de marzo de 2010

QUERIDA AMIGA

Querida Amiga:

Te deseo lo mejor en tu cumpleaños...
un sol radiante
un día esplendoroso y una noche estrellada
mucha suerte y felicidad
salud y serenidad
el amor que te mereces
aire limpio y la atmósfera tranquila
sonrisas alegres de los que te quieren
vivos colores de flores
suave canto de aves
y mucha paz.

Piensa en lo mucho que vale un día,
y en especial, éste.
Y mira el atardecer,
...ése te lo regalo yo.



©1987 PSR Caracas—Venezuela, 6 de marzo 1987

miércoles, 27 de enero de 2010

LUNA

“…Saliendo por la montaña, la luna me saluda burlona, como siempre. Sabe que mientras pueda sonreírme directamente a la cara, yo no podré dormir. Cada mes, durante las dos semanas que la luna yace sobre su quijada, mostrándome su risa que se vuelve cada vez más grosera y redonda, hasta llegar a una carcajada selenita de proporciones continentales, y luego de vuelta al rostro menos escandaloso pero más cínico, mi parte instintiva se resiste a bajar la guardia. No sé qué se trae entre manos; llevamos ya muchos años jugando el mismo juego y aún no se da por satisfecha. La tiene tomada conmigo; no me deja en paz ni una sola noche. Tal vez extraña nuestras interminables charlas de adolescencia, cuando aceptaba su invitación a salir a jugar en medio del silencio nocturno. Jugar y charlar, eso era lo que hacíamos en aquel entonces. Pero hoy ya tengo otros amigos con quienes charlar y jugar de noche, y pareciera que ella no lo quiere entender. Es muy persistente; hasta más que yo. Porque los nuevos amigos han aparecido y desaparecido de mi vida, pero ella sigue ahí, fiel a nuestra extraña relación. No niego que la aprecie; no niego que la quiera también, pero es un querer que viene con un no querer implícito, un estar a gusto y a disgusto a la vez. Al fin y al cabo, sabe todo sobre mí y no le cuenta nada a nadie. Es mi celestina propia; discreta y complaciente con mis locuras. No puedo vivir con ella, pero tampoco puedo sobrevivir sin saber que está pendiente de mí. Y creo que a ella le pasa algo parecido también; si no, ¿por qué tanta insistencia?

Las nubes no hacen su trabajo; en lugar de ponerse delante de la luna para darme al menos la oportunidad de relajarme y quedarme dormida, se congregan alrededor de ella, rodeándola en un círculo de apoyo para que me alumbre directamente la cara. Se siente guapa y aupada por las nubes cómplices que participan en nuestro juego sin que nadie se los pida. Más aún, sin que yo esté de acuerdo. Y sin embargo, las nubes parcializadas insisten en formar un anillo alrededor de mi torturadora, rindiéndole tributo a quien me martiriza noche a noche durante la mitad de mi vida. Al menos hoy no me sacó de la cama…”.


©2007 PSR
fragmento tomado de un trabajo en proceso

miércoles, 30 de diciembre de 2009

DE NOCHE

–Federico… Federico… Estás roncando… ¿Te acordaste de tomar el antiácido y el antialérgico antes de acostarte? Mejor te los tomas ahora… Gracias mi cielo…

–Federico… Estás roncando otra vez… Federico, no puedo dormir… Muévete un poco, a ver si así no roncas… Gracias…

–Federico… Federico… Estás roncando… Ponte boca abajo para que dejes de roncar… Gracias mi amor…

–Federico… Federico… Estás roncando mucho… A ver, ¿por qué no te pones una de esas tiritas para la nariz? Gracias…

–Federico… Federico… Estás roncando… Échate el spray antirronquidos que te compré hoy en la farmacia… Gracias mi vida…

–Federico… Federico… Estás roncando de nuevo… ¿Por qué no intentas con una almohada más, para que estés en una posición inclinada? Gracias…

–Federico… Estás roncando… Federico, no puedo dormir, me despiertas de golpe… Haz algo, pero deja ya de roncar, ¡por favor! Tal vez si te doy la espalda no se oiga tanto…

–Federico… Federico… ¡Estás roncando cada vez más fuerte! ¡Esto no lo aguanta nadie! ¡No he podido dormir en toda la noche! ¿Y cómo haces para comenzar a roncar justo cuando cierro los ojos? Apenas los abro, ya no haces ruido... Federico… Federico… Pero… ¿dónde estás…? ¿Cuándo te fuiste…?



©2009 PSR