LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 30 de julio de 2014

V A L O R


Veinte mil años
duró tu brava gesta
con buen coraje.

Armada de luz
la verdad ante todo
impone la paz.

Lágrimas claras
por traición e injusticia
limpian tu vida.

Otra lucha más
la causa no termina
debes resistir.

Renacerás, sí
entre polvo y cenizas
valiente y sabia.


©2014 PSR

miércoles, 23 de abril de 2014

IMPREVISTO



Eran las 5:30 de la mañana. Antonio regresaba más temprano de lo regular. Se sintió mal en el trabajo y había llamado al relevo de las 8:00 para que adelantara el turno. Se preparó un café, como lo hacía cada día al llegar. No pasó a la habitación para no despertar a Ana, que dormía cansada la rutina de la semana. Taza en mano, se recostó en el sofá, sorbiendo poco a poco. Entonces, justo antes de las seis, con el cantar del gallo, se abrió la puerta de la casa, dejando entrar a Ana.


©2013 PSR


miércoles, 27 de noviembre de 2013

M I S E R I A


Mil maldiciones
de ignorancia y mezquindad
nos vuelven ciegos.

Insignes jefes
traicionaron al pueblo
deshonrándolo.
 
Somos hermanos
que crueles se destrozan
entre migajas.

Estrellas, soles
sirven para someter
encerrar, matar.

Ruin es el alma
del que esclaviza a otro
sin mostrar piedad.

Interesados
sólo en su bienestar
son los más vivos.

Acto inmediato:
¡luchemos por nuestro honor
hasta el final!


©2013 PSR


SIGLEMA 575

Un siglema 575 es un poema que se escribe en base a las letras de la palabra o palabras que definen su tema y que constituyen su título. El tema es libre y las palabras que lo definen forman el título, el cual queda representado como una especie de acrónimo, con las siglas separadas entre ellas por un espacio. Cada estrofa posee tres versos, de los cuales la primera palabra del primero debe comenzar con la letra correspondiente a la sigla que le toca. La métrica es 5-7-5, con rima libre. Por su naturaleza acrónima, las estrofas deben poder funcionar independientemente como un poema autónomo, y en conjunto, como parte de un poema de varias estrofas que gire alrededor del mismo tema. En un siglema 575 hay tantas estrofas como letras posea el título.

© Patricia Schaefer Röder, 15 de agosto de 2011.


miércoles, 23 de octubre de 2013

EVOLUCIÓN

 
Mi garganta ya no encerraba un excesivo calor; ahora era presa de un enorme nudo que no me dejaba articular palabra. Esa noche descubrí que el odio podía ser frío. Que la decepción era muda. Que la incertidumbre era blanca. Saberme traicionada me abrió los ojos a la inmensidad llena de estrellas, de nuevas posibilidades. Dentro del golpe sentí un embrión rompiendo la piel de su semilla y supe que mi destino era renacer.

©2013 PSR


miércoles, 22 de mayo de 2013

SELECCIÓN NATURAL


Nacieron a la orilla de un pozo turbio del pantano, junto a tantos otros de la misma camada. El lugar era ideal; la gente del campo no pasaba por allí porque tenía mucho miedo. Entre el verde profundo de la maleza, madre y padre velaron el nido alto de palitos y hojas para garantizar que la mayoría de los huevos nacieran. Después, transportaban a las crías sobre la cabeza o en la boca, protegiéndolas de cuanto peligro posible hubiera, dejándolas crecer suficientemente robustas para sobrevivir solas. Pasaba el tiempo y los pequeños hocicos se hacían más alargados, llenándose de dientes grandes y afilados. Cada día se volvían más astutos, más feroces, más sanguinarios. Un día de invierno, en un recodo del oscuro caño, los jóvenes les tendieron una trampa mortal a los viejos. El plan salió perfecto; no durarían mucho. Y mientras la vida se encargaba de llevárselos, los traidores aprovecharon para alimentarse de sus despojos. Engulleron vísceras, ojos y músculos con el apetito más voraz. Luego se acostaron, panza arriba, en la playa que hicieron suya. Al fin se sabían los dueños de toda la cañada. Era una cuestión de simple selección natural. Teniendo el control absoluto, los demás quedarían sometidos por ellos, recibiendo las sobras de lo que fuera cayendo desde las partes más altas de aquella pirámide de poder. El poder. Cada uno creía que lo tenía, cada quien pensaba que lo merecía, cada cual lo ansiaba para sí, pero… ¿quién lo poseía en realidad? Todos ellos eran iguales; nacidos y criados en el mismo pozo. No había uno solo que tuviera indicios de crecimiento de cachos. Eran agresivos, sí, pero mediocres. Cuando se dieron cuenta de que ninguno era un macho alfa, se desató la locura en el fangal. Sin líder, de pronto sintieron que la charca era demasiado pequeña para tantos. Reinaba la paranoia; no confiaban ni en sus propias escamas. Entonces, presas del odio y el pánico, comenzaron a aniquilarse entre sí. La furia flotaba pesada sobre la superficie de la cañada. Los asaltos venían de todas partes; desde la orilla y desde lo hondo, con sol y en la penumbra. Fue un tiempo de terror e incertidumbre, donde lo único que quedaba era atacar primero. Agredir sin piedad. Así, uno a uno acabaron muriendo, víctimas de potentes mordidas y latigazos de cola. Entre bufidos y resoplidos, el caño adquirió un tono escarlata intenso. Por suerte, aquel infierno rojo no duró mucho. El último de ellos pereció víctima de una herida profunda y desgarrada que le había hecho su propio hermano de nidada en el potente cuello. Agonizando, miró alrededor contando sus congéneres descuartizados por la codicia. Dejó de respirar sin entender lo que había pasado. La era oscura de la cañada había acabado. Por fin se impuso la calma. Una tarde soleada, poco después de la matanza, un campesino que tomaba el atajo por el pantano, los encontró. El escenario hablaba por sí solo. Él sí comprendió lo que pasó. Feliz, llamó a sus compadres para que le ayudaran. No podían usar la carne porque se estaba descomponiendo, pero el campesino tuvo una idea mejor: con sus pieles fabricó zapatos para que la gente, ya sin miedo, los pisara desde adentro.


©2013 PSR