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miércoles, 27 de junio de 2012

SILENCIO


Silencio. Los días eran iguales para Jay: despertador, ropa, cereal, escuela. Allí Nikki, como siempre, esperaba en la escalera. Era la única razón para no faltar. Almas puras, se tenían el cariño más grande compartido en saludos largos y miradas furtivas. Silencio. Nadie entendía; los torturaban haciéndoles comer hojas verdes de los arbustos. Silencio. Entonces, el último día en pleno patio, recibieron puños volviéndoles papilla, quedando solo dos masas palpitantes. Silencio. De pronto, dos espadas se abrieron paso por las masas, desplegándose alas preciosas que orgullosas alzaron vuelo por el cielo azul de la tarde, burlando al fin el silencio.


©2011 PSR


miércoles, 11 de mayo de 2011

SILENCIOS

“…Al fin llegamos. Al abrir la puerta de la casa, la luz se apagó de repente. De pronto todo quedó en calma, incluso los niños quedaron silentes. Entramos cada quien a lo suyo, junto al silencio que se abrió paso de golpe en el espacio, llenándolo de una quietud abrumadora. En el aire hay una presión y un peso que nunca antes había experimentado; el silencio intenta perforarme los oídos y el cerebro. La calma total es apabullante, es la ausencia de cualquier cosa. Es la aniquilación, la muerte; peor aun: la no existencia. La ausencia de todo sonido crea esa paz fantasmagórica que tienen los objetos inertes, inanimados. No queda ni un murmullo, ni rastros del rumor de alguna máquina, ni el trinar de las aves o los sonidos ásperos de los insectos. El silencio que se apoderó del atardecer me subyuga, aplastándome, haciéndome incapaz de articular palabra. Ni siquiera puedo hacer ruido porque el silencio se lo tragaría. Romper el silencio es una tarea titánica; es vencer el mayor obstáculo en mi vida en este preciso instante. Sería equivalente a destruir el entramado de cristales que forma el espejo de un lago en pleno invierno; se rompería la estructura. La calma es más poderosa que el ruido. Es más fuerte que mil cadenas. El sonido implica desorden, es entrópico; la calma es fuerte porque depende del orden. El silencio puede aniquilar cualquier intento de explicación o razonamiento. El silencio es sublime y tiránico a la vez. Puede destrozarnos o liberarnos, pero siempre tiene el poder de la última palabra. El silencio gana. Al principio de todo había silencio, y al final también lo habrá. El nacimiento y la vida del universo suceden gracias al amable interludio de sonido que nos regala el silencio dueño de las dimensiones, que volverá a invadirlo todo cuando ya todo haya acabado.

En medio de este silencio universal, comienzo a divagar igual que lo hacía cuando era niña. En aquel entonces pasaba horas sentada frente a un objeto magnífico, esperando que algo sucediera. En realidad sucedía cada media hora, pero yo pasaba paciente toda la tarde, atenta al momento preciso para no perderme de nada. Así lo veía varias veces, y me quedaba maravillada siempre. A pesar de verlo una y otra vez, no me cansaba. Cada nueva ocasión era un nuevo regalo, una nueva oportunidad de experimentar la magia, una nueva manera de recomenzar, tal vez. Eran momentos de grata espera, en los que la imaginación viajaba a través del pasillo nublado de mi casa hacia bosques encantados, llenos de seres fantásticos y personajes mágicos. Entonces huía del lobo o me enfrentaba a la bruja, luchaba con el dragón o ayudaba a las hadas; pero siempre salía victoriosa y me reunía con el príncipe valiente en un final feliz. Todo eso sucedía mientras estaba sentada en el suelo, en silencio, mirando hacia lo alto de la pared en una especie de hipnosis que llegaba a su punto culminante cada vez que la aguja larga señalaba al cielo o a la tierra. Una bella pieza de madera tallada con motivos de árboles y pájaros, con manecillas blancas que paseaban por números romanos. Me miraba imponente desde aquel lugar inalcanzable, y sin embargo, estaba suficientemente cerca para poder observarlo en detalle, desde el mismo punto del pasillo, todos los días de mi niñez. Concentrándome en su presencia pura podía dejarme ir lejos y soñar. Era exacto. Era perfecto. Era maravilloso. Nunca me falló, no me decepcionó ni me engañó jamás. En mi imaginación subía por las cadenas y llegaba al centro de su mecánica. Como el príncipe de Rapunzel, deseaba conocer al que cantaba y se escondía detrás de la ventana. Quería saber quién hacía funcionar el mecanismo y cómo lo hacía con tanta precisión. Pasaba el tiempo observando minuciosamente todos los cortes en la madera, las figuras, los adornos. La fantasía y la realidad se fundían en mi conciencia despertando cada fragmento de memoria, liberando el pensamiento que estallaba en miles de ideas nuevas, ansiosas de que la niña en mí les diera vida. Y de pronto, cuando menos lo esperaba, el cucú cantarín salía a saludarme, amable y fugaz. Me alegraba verlo de nuevo. Y me quedaba sentada, soñando durante otra media hora, para volverlo a ver…”.


(fragmento tomado de un trabajo en proceso)

© 2009 PSR

miércoles, 15 de diciembre de 2010

des-ESPERANZA


No es fácil plasmar en unas líneas la ansiedad y la angustia que a veces llevamos dentro. No es fácil, porque los sentimientos se encuentran muy en el fondo y no siempre logran salir a flote.
No es fácil luchar contra la corriente cuando esta nos arrastra sin piedad.
No es fácil amar a alguien cuando no sabemos si somos correspondidos.
No es fácil correr a ti si tus brazos no están abiertos, esperando estrecharme en ellos.
No es fácil decir lo que se piensa y se siente, ni gritar a viva voz lo que se oculta en las profundidades de nuestro ser y se ahoga en el mar de nuestra alma.
No es fácil escuchar los silencios de otro cuando existen tantos ruidos de fondo.
No es fácil oír lo que otros hablan y entender lo que realmente quieren decir.
No es fácil creer en los demás si reiteradamente somos engañados.
No es fácil pensar que todo anda bien y que al fin habrá paz, si a nuestro alrededor el egoísmo y el odio son más fuertes que el amor.
No es fácil celebrar algo bello y alegrarnos con esa idea, mientras vemos que en el mundo pasean tranquilos el hambre, la miseria, la guerra y la indiferencia.
No es fácil sonreír, y mucho menos hacer sonreír a otro, cuando sentimos que nos hacen daño.
No es fácil hacer buenas obras si nuestra llama interna se apaga.
No es fácil amar sin condiciones y ser amado de igual manera por la misma persona.
No es fácil ser transparente cuando se vive en un mundo desprovisto de tolerancia.
No es fácil hablar con franqueza y esperar de los demás la misma sinceridad que nosotros regalamos.
No es fácil sentirnos realizados y plenos cuando sabemos que no somos aceptados.
No es fácil caminar por esta vida dura y complicada que nos somete a tantas subidas y bajadas.
No es fácil soñar con el futuro cuando tenemos dificultad en sobrevivir el presente.
No es fácil liberar nuestro espíritu cuando nos hemos ocupado de encadenarlo irremediablemente a la rutina.
No es fácil extasiarse ante un paisaje contaminado y corroído, destruido por la avaricia y la desidia.
No es fácil palpar algo que no existe sino en nuestra imaginación; saborear el delicioso néctar de flores mágicas que crecen en los campos tranquilos y apacibles del alma.
No es fácil respirar el aire que tú respiras sin acercarme demasiado para que no te des cuenta, para que no adviertas mi corazón desbocado al sentir tu cercanía.
No es fácil cubrir la tierra de amor y llenar de alegría el mundo, si no tenemos ni un segundo de paz interior.
No es fácil esperar algo de los demás cuando sabemos que son pocos a quienes les gusta dar.
No es fácil cantarle al viento las verdades grandes y hermosas, los sueños y las fantasías que llevo en mi alma.
No es fácil construir sobre escombros, edificar sobre suelo blando, sanar algo podrido o arreglar un cristal hecho añicos.
No es fácil buscar lo que se nos esconde, encontrar algo perdido, visitar lugares prohibidos, si no estás a mi lado para alcanzar esos sitios donde sólo dos personas, juntas, pueden alguna vez llegar.
No es fácil abrir nuestras alas al viento y volar sin que una turbulencia amenace con llevarnos adonde no queremos.
No es fácil ver la luz en los ojos de quien ha muerto, percibir el aliento de un ser que no respira, sentir el calor de un cuerpo helado y latir junto a un corazón que no palpita.
No es fácil llamarte entre la multitud y hacerme oír por ti cuando lo que está a tu alrededor te quita la atención y te distrae.
No es fácil apoyarme en tu hombro ni llorar en tu pecho si no estás aquí.
No es fácil entregarte mi vida, abrir mi ser a ti, volar en tu alma si no me dejas, si no te importo.
No es fácil esperar en mi ventana por alguien que ni sé si existe o si va a llegar algún día.
No es fácil andar entre las sombras, deslizarse por la niebla ni correr sobre brasas para alcanzarte.
No es fácil volar por encima de las nubes, llegar al pico más alto y abandonarlo todo para llegar a ti.
No es fácil. No, no lo es.
No es fácil, y sé que debo intentarlo.
No es fácil, pero venceré.


©1993 PSR

miércoles, 6 de octubre de 2010

ENSUEÑOS NOCTURNOS

La tarde se recuesta
entre las montañas.
Mil tonos dorados
se escurren por el cielo
llegan a mí
entibiando mi piel.

El cielo se torna naranja.
Rayos ocres salen de los montes
hasta el azul profundo
del cielo sembrado de nubes.

Lentamente la oscuridad
se apodera del ambiente.
Totalmente.
Poco a poco desaparece el sol
abriéndose paso otra luz
esa que se hace más oscura
y nos permite ver todo
de diferente manera.

La claridad de la noche
está en los ojos que la ven.
Hay quienes no saben verla.
Pero está allí
tranquila, quieta, solemne
como las palabras nunca dichas
los gestos furtivos
las miradas...

La noche me pertenece.
En ella sueño tranquila
dejándome llevar donde sea.
La imaginación no tiene límites
sólo los que nosotros definimos.

Plácida y oscura
brillante y luminosa
a su manera.
Puedo adueñarme de su luz
y de su silencio a gritos
puedo andar por senderos
intrincados o desiertos
y encontrarme contigo
cuando lo deseo.

No temas.
La noche es buena compañía
para el alma.
Reflexiono.
De nuevo me percato
de la felicidad
que me brinda generosa
su paz
lealtad.
Siempre vuelve a acompañarme
regalándome nuevamente
todos los secretos.
Yo los voy descubriendo
poco a poco
con calma
fascinada
maravillada.

La luz proyecta sombras
de distinta intensidad.
En mi alma
se cobijan claroscuros
de tristezas y alegrías
por igual.
Pero aquí en la oscuridad
los colores se parecen
y todo puede ser gris.

En lo profundo de la noche
soy dueña de mi vida...
Señora del tiempo
situaciones
seres materiales
etéreos
y de muchas otras cosas.

El mundo me pertenece
por entero
suave y dulcemente
en la oscuridad infinita
de la noche
en el negro de tus ojos
profundo, inalcanzable
amable...

Poco a poco
muy despacio
con cuidado
comienzan a mostrarse
cada vez más grises
que, delicados
se transforman
de nuevo
en mil tonos
índigos y naranjas.

Sonriente, decidido
el sol empuja
todos los amarillos del mundo
hacia el infinito
y de regreso
inundando el vacío
con una tierna claridad.

Atrás quedan
las sombras nocturnas.
En su lugar llegan
con una cierta timidez
las sombras del nuevo día
que está naciendo...


©1992 PSR

miércoles, 27 de enero de 2010

LUNA

“…Saliendo por la montaña, la luna me saluda burlona, como siempre. Sabe que mientras pueda sonreírme directamente a la cara, yo no podré dormir. Cada mes, durante las dos semanas que la luna yace sobre su quijada, mostrándome su risa que se vuelve cada vez más grosera y redonda, hasta llegar a una carcajada selenita de proporciones continentales, y luego de vuelta al rostro menos escandaloso pero más cínico, mi parte instintiva se resiste a bajar la guardia. No sé qué se trae entre manos; llevamos ya muchos años jugando el mismo juego y aún no se da por satisfecha. La tiene tomada conmigo; no me deja en paz ni una sola noche. Tal vez extraña nuestras interminables charlas de adolescencia, cuando aceptaba su invitación a salir a jugar en medio del silencio nocturno. Jugar y charlar, eso era lo que hacíamos en aquel entonces. Pero hoy ya tengo otros amigos con quienes charlar y jugar de noche, y pareciera que ella no lo quiere entender. Es muy persistente; hasta más que yo. Porque los nuevos amigos han aparecido y desaparecido de mi vida, pero ella sigue ahí, fiel a nuestra extraña relación. No niego que la aprecie; no niego que la quiera también, pero es un querer que viene con un no querer implícito, un estar a gusto y a disgusto a la vez. Al fin y al cabo, sabe todo sobre mí y no le cuenta nada a nadie. Es mi celestina propia; discreta y complaciente con mis locuras. No puedo vivir con ella, pero tampoco puedo sobrevivir sin saber que está pendiente de mí. Y creo que a ella le pasa algo parecido también; si no, ¿por qué tanta insistencia?

Las nubes no hacen su trabajo; en lugar de ponerse delante de la luna para darme al menos la oportunidad de relajarme y quedarme dormida, se congregan alrededor de ella, rodeándola en un círculo de apoyo para que me alumbre directamente la cara. Se siente guapa y aupada por las nubes cómplices que participan en nuestro juego sin que nadie se los pida. Más aún, sin que yo esté de acuerdo. Y sin embargo, las nubes parcializadas insisten en formar un anillo alrededor de mi torturadora, rindiéndole tributo a quien me martiriza noche a noche durante la mitad de mi vida. Al menos hoy no me sacó de la cama…”.


©2007 PSR
fragmento tomado de un trabajo en proceso