Vienes a mi encuentro
con el alma abierta
entre los brazos.
Adornada de sonrisas
cuentas mil historias
subrayadas en la luz
de tu mirada limpia.
Escucho atenta
perdiéndome en tu rostro
perfecto.
Mi vista no sabe detenerse
miro barbilla, boca, nariz, ojos
que me hablan al unísono
sobre todo tus ojos…
y yo te oigo y me divierto
viviendo un poco de tus días
entre aquellas palabras hiladas
con fibras de sentimiento.
No importa la senda
escarpada o llana
que deban tus pies andar
no conoces otra vía
que no sea la correcta
entre flores y piedras
pisando polvo milenario
te lo dice tu instinto
hecho de buena esencia.
El corazón más grande
con el que se ha topado el mío
le regaló alas a tu espíritu
poniéndolo en libertad
de escoger verdad y justicia
volando alto
sol y viento en tus cabellos
mirando el mundo
sin prejuicios, desde siempre.
Tienes la sabiduría intacta
de la juventud plena
que, genuina, no se vende
ni negocia su conciencia
que de noche duerme tranquila
arropada por las estrellas
sin temor a la oscuridad
ni miedo a las apariencias
y yo te veo, maravillada
admirando la valentía
que respiran tus poros
al defender tus ideas.
De nuevo, hija mía
te acercas a mí
iluminando todo a tu alrededor
dulcemente te estrecho
mientras tú, hermosa
sólo por ser como eres
llenas mi alma
de inmensa alegría
eternamente
mi mejor amiga.
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