LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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jueves, 24 de septiembre de 2020

'A la sombra del mango' gana Mención de Honor en Colección de Historias Cortas en los International Latino Book Awards 2020

               




  A la sombra del mango, cuentos de Patricia Schaefer Röder
  Ediciones Scriba NYC 2019
  ISBN 9781732676756


Ediciones Scriba NYC se complace en anunciar que A la sombra del mango, cuentos de Patricia Schaefer Röder, resultó ganador de una Mención de Honor en Colección de Historias Cortas de Ficción en los International Latino Book Awards 2020 en septiembre de este año. 

Tanto el equipo editorial de Ediciones Scriba NYC como su servidora, agradecemos a Empowering Latino Futures y The International Society of Latino Authors por el reconocimiento recibido y por convocar este prestigioso certamen literario que proyecta la literatura escrita por y para el público latino en los Estados Unidos y en el mundo entero. 

¡Salud! 


Patricia Schaefer Röder 


jueves, 5 de marzo de 2020

A la sombra del mango, por Patricia Schaefer Röder: Prólogo de Alba Corina Valadez Solis

A la sombra del mango está concertado por una serie de 45 relatos cortos, aéreos y dinámicos, que recuperan en su brevedad, tal como lo indica su título, lo placentero, la fruta, el instante gozoso como “granizo dorado”. Pero de igual modo la sombra, todo aquello que refresca, que se esconde y se revela. Los otros yo que se caen y se alzan autoredimidos, o bien, sucumben rotundos.
Para configurar esta obra, Patricia Schaefer Röder hace un trato exquisito con las palabras. No es de extrañar, pues su labor como escritora, traductora, editora y tallerista que transporta de país en país, de idioma a idioma poemas, novelas y cuentos, la ha acercado al juego de recrear la literatura y hacer un cuidadoso trasiego de las palabras.
Ediciones Scriba NYC
ISBN 9781732676756

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Así pues, en varios de los relatos encontramos complejas composiciones lúdicas como tautogramas, monovocalismos y, de su propia creación, tautosiglamas. Estos últimos consisten en hacer que el escrito se forme con palabras que comiencen con las mismas letras del título y en el mismo orden. Sin embargo, el asombro se acentúa más cuando estas narraciones se arrebujan bajo palabras de entrañable sensualidad, como en “Amor”, “MÁS” y “SAL”. Pero lo complicado de su composición también es una manifestación de lo intenso del acto amoroso en confrontación con las interdicciones morales y sociales que experimentan las parejas no convencionales.
Por otra parte, hay historias en las que —tras la aparente dulce sencillez de su anécdota— se traza el camino de los protagonistas a enfrentar con gozo, miedo o sorpresa una nueva vida, como en “El evento”, “Anochecer”, “El espantapájaros”, “Atardecer”, “La fiesta” o “Imprevisto”. Es en el pasar por lo cotidiano donde refulge la revelación. Hay otros relatos donde los personajes no tienen sorpresas, pero sus historias se construyen con vocablos portentosos a causa de su violencia, como en “IRA”: “Impertinente, raía animales inertes, retorcidos, apestosos.”; o de embriagadora bisutería y alcohol como en “Baratijas” y “BAR”.
Ahora bien, los cuentos más extensos de esta obra implican profundas reflexiones, a veces a manera de antifábula, por ejemplo en “Hacienda Real”; o de cómo recibir y asumir el amor en “La Dulce Ley”; o bien de qué manera se percibe la noción de un país democrático, con equidad y criticidad en “Constitución, Democracia y Libertad” o en “Intercambio”.
Otro perspectiva hilvanada en este libro es la convicción de sororidad y de la reconfiguración de las mujeres por ellas mismas; para ello tenemos por ejemplo “Barahúnda” y “El regalo”.
Asimismo, en secuencia con esa fuerza femenina, esta obra también enmarca la naturaleza, en particular con la descripción de Puerto Rico, la casa que acoge con calor, comida, con canto de coquíes, pero que también brega irreductible ante los huracanes.
Finalmente, si bien este preludio ha sido pequeño, lo es para estar en sintonía con los relatos; además, porque su intención es que ustedes se internen sin demora en el universo escritural de la autora y así entonces, relato a relato se arrebaten en la lectura y hagan de ellos dulce fruto y fresca sombra.
  
Alba Corina Valadez Solis
Mtr. en Literatura Mexicana
  
  

miércoles, 9 de julio de 2014

La sirena




La sirena divisó su playa a lo lejos. Seductora, rozaba el cuerpo entre las olas, posándose en la misma roca. Una vez más, cantaba enamorada. Entonaba notas mágicas que poco a poco se colaban entre mangles y palmeras, entre almendros y uveros, pasando traviesas por veredas y senderos, hasta la aldea de pescadores. En la oscuridad, la luna aún dormía como la gente del pueblo. La sirena cantaba y cantaba, segura de que pronto vendría a hacerle compañía. Su melodía dulce al fin tocó los oídos justos, que la esperaban cada mes con ansias y al mismo tiempo con tanta serenidad. Musitaba mirando la orilla, anhelando que apareciera. Entonces sucedió. Con la salida de la luna, una figura caminaba por la playa, comenzando a arrojar una leve sombra sobre la arena, mientras se acercaba al borde del mar. La sirena sintió el corazón latir más fuerte y en medio de su canto, la sonrisa se volvió más amplia. Había venido. Finalmente, la figura entró en las aguas, dirigiéndose hacia ella con la placidez de quien se reconoce en un espejo. La sirena se deslizó por la espuma ondulante, nadando hacia el divino encuentro. Llegó, e inmersa en el abrazo tan deseado, acarició su cabellera larga y plomiza, y la besó con infinita ternura en medio de la luz plateada que llenaba la bahía. De nuevo era noche de luna llena.

©2013 PSR  


"La sirena" aprece en A la sombra del mango por Patricia Schaefer Röder 
Ediciones Scriba NYC 2019 
ISBN 9781732676756 

Mención de Honor en los ILBA 2020 
 


miércoles, 14 de mayo de 2014

EL EVENTO, Patricia Schaefer Röder



        Lo había planeado todo con el mayor de los cuidados. Tuvo la idea un miércoles por la noche, cuando todos dormían cansados la rutina de la media semana. Antes había visto el anuncio en Internet, pero en aquel entonces no se atrevía a soñar algo tan audaz. Sin embargo, esa noche del miércoles, la envolvió un halo dulce y luminoso que ella identificó como el alma de la libertad, olvidada hacía demasiado tiempo. Esa caricia tibia, infinitamente placentera, le hizo abrir los ojos como nunca antes. En medio de la oscuridad de su estrecha vida, de pronto lo veía todo; podía discernir entre las cosas verdaderas y las apariencias, y el espíritu preso se percató de que aquel cerrojo tenía llave…y la llave la esperaba encima de la repisa, junto a todas las demás. Embelesada, disfrutó aquella sensación emancipadora en lo que quedaba de noche, y a la mañana siguiente se sintió más viva que nunca. Con una sonrisa amplia y brillante, se vistió y se arregló, soñando con el evento. Sabía que sería grandioso, que si asistía, sería una experiencia inolvidable. El ánimo la tenía flotando muy por encima de los cúmulos y nimbos, más allá aun de los cirros. Sintiendo sobre su piel ese sueño divino, la mente se le despejó y comenzó a analizar la situación. Serían sólo tres noches. Tres noches y cuatro días en los que le pediría a la niñera que durmiera en casa para acompañar a los chicos. Les dejaría varias comidas preparadas para facilitarles su ausencia. Un taxi la llevaría y la recogería del aeropuerto. Ella se quedaría con una amiga; aún le quedaban varias buenas amistades de la época en que vivió en aquella ciudad, más de diez años atrás. Entre varias líneas aéreas buscó la mejor tarifa en pasajes a Nueva York, hasta que encontró los que se ajustaban a su horario y su bolsillo. Así se fue acercando poco a poco a la meta. Resolvió todas las diligencias que tenía en lista desde hacía tiempo, escogió la ropa perfecta para el viaje, alistó todo en casa y dejó a los niños preparados. Llegado el momento de abordar el avión, suspiró pensando en sus hijos, pero al mismo tiempo tranquila de saber que ellos estaban bien y que se alegraban de que su madre al fin se decidiera a hacer algo solamente para ella. Aprovechó el vuelo para descansar su emoción de niña con juguete nuevo y al llegar a la Gran Manzana estaba llena de energía como cuando era adolescente. Aprovechó el tiempo al máximo; sólo hacía lo que quisiera. Estuvo consigo misma, disfrutando de su propia compañía. Recordó viejos tiempos y se aventuró a pensar en el futuro. Las ideas burbujeaban en su cabeza como la última sopa que había preparado tan sólo unos días atrás en casa. En medio del peor frío invernal, caminó por las amplias aceras de aquella ciudad que, a pesar del tiempo y la distancia, seguía siendo suya. Una por una fue encontrándose con sus amigas, reviviendo anécdotas, poniéndose al día con sus vidas, escuchando atenta y contando episodios de la suya. Probó algunos restaurantes nuevos y repitió en otros conocidos mientras se acercaba el instante que tanto había esperado. Una ansiedad primordial la embargaba; no recordaba haberse sentido así en demasiados años. Se dirigió al lugar con bastante antelación, hizo la fila junto a muchos más que tenían la misma meta esa noche. Después de pasar un rato observando en detalle todo cuanto la rodeaba, los porteros indicaron que la espera había llegado a su fin y la dejaron entrar al recinto en medio de la vaguada humana en la que casi se ahogaba. Llegó hasta su asiento, se quitó el abrigo, acomodó sus cosas de la mejor manera y se entregó a la butaca que la recibía amable. Miró todo; no quería perderse de nada. Deseaba que cada segundo, aquellas formas y colores quedaran impresos en sus retinas. Sentada allí, se dio cuenta de que los años no la habían cambiado, que su naturaleza era más fuerte que las circunstancias y que su esencia seguía intacta. Esos momentos la hicieron descubrirse de nuevo como la mujer apasionada que siempre le había caído tan bien; aquella a la que le brillaban los ojos tan solo por la emoción de vivir cada día. En medio de tantas sensaciones juntas, el corazón se estremeció con suavidad mientras el alma sonreía, satisfecha. De pronto, todo oscureció. Unos acordes triunfales inundaron la sala cubriendo todas las superficies, entrando por ranuras, pliegues y poros, haciendo temblar todos los músculos de su cuerpo. Entonces, el evento comenzó.
 
 
©2014 PSR
 
 
"El evento" aparece en A la sombra del mango, relatos de Patricia Schaefer Röder
 
A la sombra del mango, Patricia Schaefer Röder  
Ediciones Scriba NYC – Colección Tinglar 
ISBN: 9781732676756 
 
 
Mención de Honor en los ILBA 2020 
 
 

miércoles, 20 de febrero de 2013

El espantapájaros




Atardecía. Otro día se acababa en el campo. La calma reinaba al ponerse el sol suavemente en el horizonte tenue de principios de primavera. Todos regresaban a sus casas, a sus establos, a sus madrigueras. Todos se disponían a descansar junto a los suyos. Todos, menos el espantapájaros.

Siempre había sido así; a nadie se le hubiera ocurrido que fuese de otro modo. Pero esa tarde, algo se notaba distinto en el ambiente. Después de tanto tiempo, el espantapájaros se dio cuenta por primera vez de su existencia.

Comenzó a verse a sí mismo como un ser independiente de su entorno. Hasta ese momento se había sentido como un artefacto más de la granja, haciendo su trabajo rutinario, inmóvil, con los brazos extendidos lado a lado, los ojos apuntando siempre en la misma dirección y los pies enterrados en el suelo del campo. Le parecía normal ser tan sólo una parte del mobiliario, de las instalaciones agrícolas de la región. Sin embargo, un no sé qué lo sacó de su letargo de estatua utilitaria y al fin sintió. De pronto, aquella tierra fértil que hasta entonces lo sostenía, ahora lo aprisionaba. El viento que solía arrullarlo hasta dejarlo dormido, ahora lo helaba por dentro. Y la noche que antes le brindaba paz para descansar del trabajo diario, ahora lo hacía percatarse de su inmensa soledad.

Así pasó el tiempo, aumentando cada día la tristeza del espantapájaros. No comprendía por qué estaba solo, si era tan bueno en su labor y siempre cumplía con su deber cabalmente. ¿Por qué nadie querría ser su amigo?

Entonces, una noche de verano, al ver el rostro pétreo de la luna saliendo enorme por el este, el espantapájaros juntó todas sus fuerzas y logró zafarse de su grillete de arcilla y humus, un pie a la vez. Para evitar que lo reconocieran, se quitó las ropas. Caminó por los sembradíos buscando a alguien, a cualquiera, pero fue inútil. El campo estaba desierto.

Siguió avanzando hasta llegar al borde del bosque. Con los brazos caídos igual que su ánimo, se sintió más solo que nunca y deseó con todas las fuerzas pertenecer a una familia; no importaba a cuál. Anhelaba ser un miembro vivo e importante de un grupo; necesitaba sentirse orgulloso de su existencia y no quería que ningún ser le tuviera miedo.

Cansado, arrastró los pies por el bosque oscuro en busca de refugio y abrigo. En un claro, vio los enormes abetos que tocaban las estrellas con sus ramas y se emocionó profundamente. Mientras más los detallaba, más se maravillaba. Una desconocida sensación lo llenaba de paz. De pronto, para su propio asombro y sin querer evitarlo, sus brazos comenzaron a levantarse de nuevo, llenándose de una extraña energía. Los pies cansados se proyectaron hacia abajo, perforando el suelo del bosque, y aquel cuerpo de heno se fue fortaleciendo en una gruesa corteza parda de la cual nacía musgo verdiblanco. La felicidad lo embargó cuando de los brazos, pecho y cabeza brotaron ramas con hojas.

Amanecía. Las aves del bosque revoloteaban entre el follaje, posándose alegres sobre el nuevo gran abeto. Buscaban alimento y lugar para construir sus nidos. Había un rumor extático en el ambiente. Y en su interior, él sonreía.


©2013 PSR


"El espantapájaros" aparece en A la sombra del mango por Patricia Schaefer Röder 
Ediciones Scriba NYC 2019 
ISBN 9781732676756 

Mención de Honor en los ILBA 2020