LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 24 de febrero de 2016

PRIMA-VERA

La sonrisa del sol
entre miles de hojas nuevas
despierta fibra a fibra
aquellas raíces profundas
de mis primeros sueños.

Destellos amables
nacen al albor
en cada suspiro de rocío
refrescándome el alma.

Un pétalo a la vez
universos silvestres conquistan
grietas en el cemento
...en algunos corazones también.

En árboles y trinitarias
inmensas o minúsculas
los oscuros botones buscan aire
sol, viento
quieren respirar
la primera orilla de calor
que recibe la tierra
la primera franja de vida
que se despereza
la primera luz
la primera
parida en primavera.


© PSR 2016


miércoles, 21 de agosto de 2013

YARACUY

"...Caminé. Caminé sin parar por horas, y de pronto la vi a lo lejos. Una mano enorme que salía erguida de la tierra. Era una mano vieja a la que le habían amputado el pulgar. A pesar de esto, los demás dedos subían enérgicos señalando el cielo, dirigiéndose seguros y fuertes hacia el azul intenso e infinito. En la base, la muñeca mostraba el paso del tiempo reflejado en los profundos surcos de la corteza que quería descascararse pero aún no había encontrado el momento oportuno. El muñón del pulgar estaba astillado y oscuro, mostrando la cicatriz de una herida mal sanada. Sobre la palma cóncava alguna vez se dieron cita distintas semillas de orquídeas y helechos, que luego abrieron paso a enormes plantas, minúsculas sin embargo, en comparación con la gigantesca mano noble que les daba apoyo, abrigo, sustento. Tronco y ramas surcados por un sinfín de estrías diferentes que los recorrían en todas direcciones. La copa de esta maravilla se extendía generosa y abierta para cobijar toda clase de insectos, ranas, pájaros, lagartijas y pequeños ratoncitos de monte. Era una cornucopia vibrante, noble y silente; llena de vida que la hacía palpitar, clavada inevitablemente en la tierra. El viento que pasaba entre las hojas arrullaba el paisaje verde intenso, moviendo el calor de un lado a otro, envolviendo en su rumor a toda la mano y lo que contenía, calmando el grito excitado de pájaros, ranas y grillos.
 
Al fin llegué, envuelta en la cálida luz de la mañana. Había visto la mano miles de veces en mis sueños ya desteñidos y tuve la fuerte necesidad de conocerla de cerca; de sentirla, de abrazarme a ella; de palpar una a una todas las irregularidades de su tronco. Quise oler el musgo que la cubre por tramos y mojarme con el rocío guardado debajo de los helechos. Curiosa, probé el néctar silvestre y dulce de las orquídeas. Necesitaba escuchar el concierto desenfrenado de los animales que buscan pareja para entender mi propio llamado inquietante y dejarlo salir del vacío en que se ahogaba; del vacío que yo misma sobrevivía a duras penas. Me propuse llenar mis pupilas de todas las formas que me rodeaban; de todos los tonos de verde existentes, de los pardos, de los amarillos. De todos los colores del arco iris, intensos, que están de fiesta perenne en esa mano viva. Mi alma se ensanchó más y más, rompiendo una a una todas las costuras que la encerraban y dejando en libertad al espíritu femenino que hasta ese instante no había aprendido a volar...". 

 
Fragmento de "Yara" ©2006 PSR 
"Yara" aparece en la antología Yara y otras historias, de Patricia Schaefer Röder.
Ediciones Scriba NYC 
ISBN 978-0-9845727-0-0

miércoles, 7 de agosto de 2013

PERÚ


De nuevo arribo
mi equipaje lleno de esperanzas
los sentidos abiertos a nuevas vivencias
en el noble suelo peruano.

Tierra hermosa de contrastes
que compiten en encantos
desde la silueta sensual de tus costas
campo adentro, hacia el infinito.  
Permíteme volar junto al cóndor
admirando aquellos dibujos
regalos para los dioses
en medio del desierto.
Quiero andar por caminos mágicos
entre cientos de pirámides
que comparten calles
con santuarios españoles
en la Ciudad de los Reyes.
Déjame entrar en la espesura
oscura y recia de la Amazonía
donde la gran Motelo mama lleva presta
sobre el noble carapacho
la ciudad entera de Iquitos.
Luego, seducida por el llamado
de las kenas sibilantes
hazme subir hasta el firmamento
por los gigantes Andes.

Hoy, Pacífico me saluda
descansando en la arena limeña.
Terco, el mar desafía al espeso cielo
a darle paso a Inti
retándolo día y noche
a dejar que la luna coqueta se haga ver
o simplemente
a que las nubes se abran alguna vez
en desconocidas gotas gruesas
sobre la árida, húmeda costa.

Perú
una vez más me recibes
apacible
en tu gente canela, linda.
Mujeres que son flores
rosas de las dunas
fuertes como cactus
dulces corazones amables.
Vuelvo a ser embrujada
por el trato fino
los ojos sabios  
de mirada limpia
y aquellas sonrisas amplias
brillantes.

Vibra en mí, Lima
fascinación milenaria
por tus secretos guardados
en oráculos y huacas.
Mis raíces celtas abrazan solemnes
las culturas preincaicas
aquellas que adoraban al mar
reverenciando al tiburón
desde el valle del Rímac.

Perú maravilloso
plácido te has convertido
en terapia profunda para mi vida.
Una vez y otra
encontré en ti el sosiego
que, aterrado
había huido sin rumbo
dejándome abandonada
el último año de los mayas.

Vengo al encuentro de amigos
que han dado acogida
a este corazón deshilachado
extendidos los brazos
listos para estrecharme
en tal divino calor.
Me enamoraré de nuevo
de la delicada poesía
plasmada con elegancia
en mil detalles prístinos
por mis hermanas de tinta.
Compartiré, sencilla
mi alma agradecida
llevándome a cambio
invaluable cariño.
Perú divino de mis sueños
un día volveré a ti
…lo sé.


©2013 PSR


miércoles, 12 de junio de 2013

F A M I L I A



Felices vamos
buscando las raíces
casi olvidadas.

Armados de sol
iluminamos vidas
entrelazadas.

Mujeres y hombres
forman aquellas redes
de los ancestros.

Iridiscentes
brillan fuertes los tonos
puros del alma.

La sangre es gruesa
y nunca se diluye
en la memoria.
 
Iremos siempre
pisando el futuro
desde el pasado.
 
Abierta mi alma
entre brazos cálidos
respiro en paz.
 
 
©2013 PSR


jueves, 16 de agosto de 2012

ISLA ENCANTADA


 
Despierto, y cada día arribo de nuevo. Mañana tras mañana siento que llego a un lugar desconocido y maravilloso. Me levanto atenta a mil oportunidades nuevas que se abren a quien tenga el deseo de aprovecharlas. El olor a tierra húmeda me envuelve, despertando mis sentidos y mis instintos. Desde temprano me dejo abrigar por el sol del Caribe, que lo embellece todo con el brillo más refulgente. Las trinitarias y los guacamayos se visten con alegres colores tropicales, rodeados de miles de verdes incandescentes, destacando bajo el regio azul del cielo. Si alguna tormenta malhumorada quiere ensombrecerlo, los arco iris alegran el cielo boricua como enormes y elegantes abanicos, imponiendo sus tonos amables entre las nubes. Cada mañana, como la primera vez, descubro a los lagartijos y coquíes que no me abandonan a lo largo del día, recordándome la inmensa suerte que tengo de poder compartir con ellos la Tierra del Noble y Valiente Señor. Salgo y siento la presencia contundente del espíritu taíno en todos los resquicios naturales, llenando la fuente que tanto buscó Ponce de León, aquella de termas medicinales que continúa haciendo bien a quienes la siguen utilizando. La esencia taína invade los ríos y playas donde me vuelvo a encontrar en secreto con mi alma; se esparce por seres y montañas gentiles y frescas con sus selvas color esperanza, por las palmas y los árboles estoicos que regalan su sombra a todos los que la necesitan, y por las sencillas y pulcras palomitas de monte, que destacan entre las demás alzando el vuelo con su sonido turbinado en miniatura. En suspiros profundos y limpios, la brisa fresca llena mis pulmones hasta casi reventar; el corazón galopa dentro del pecho, emocionado por la certeza de haber encontrado un precioso refugio para, finalmente, poder echar raíces. Me siento muy bien recibida en este paraíso caribeño, donde el orgullo por lo propio cristaliza en ciudades de encanto moderno y tradicional, con miles de opciones para quien desee esforzarse y salir adelante con alguna idea innovadora. Pueblos con gente bella, sencilla y educada, que amables me abren sus puertas a la par de una gran sonrisa. Simplemente, gente hermosa que encuentro en todas partes que voy. Rodeando este trozo de suelo caribeño está el mar inmenso y profundo; el amante eterno que, sin cesar, besa la costa que lo recibe dulcemente. En medio de ese encuentro extático e ininterrumpido, el mar exhala su aliento de salitre; es su alma indomable que conquista sutilmente a todos los seres que habitan esta armoniosa tierra, inyectando de ritmo su sangre mestiza de bomba y plena, de salsa y merengue, de güiro y bongó. Cuna paralela de tantas frutas conocidas de mi terruño; con ellas se han creado divinos sabores isleños, mezcla de sazones boricuas con gustos de lejanas latitudes. Nada como disfrutar un mofongo relleno de camarones o las empanadillas de La Parguera; en Loíza un bacalaíto y un pionono con maví en la playa, o dejarme condecorar con una Medalla, aun fuera de la época de competencias. En Navidad me doy un gustazo de lechón con pasteles, o también todo el año en la Ruta del Lechón, o tal vez un churrasco o un chillo frito con arroz blanco y habichuelas. Entre el tembleque navideño y el café diario, descubro mi tranquilidad en este paraíso terrenal con aroma a hogar. Después de un atardecer de fuego, llega la hora del descanso junto a mi fiel amiga Luna, que me ha acompañado siempre adonde el destino me ha llevado. La saludo por la ventana y sonrío; ella sabe que día a día vuelvo a sucumbir al hechizo de esta Isla Encantada. Entonces, duermo feliz, sueño bonito y sé que nunca voy a querer partir…
 
 
©2012 PSR



miércoles, 11 de agosto de 2010

DEJA QUE TE CUENTE...

La vida es una gran novela que narra nuestra historia dentro del universo que nos rodea, con cientos de personajes de mayor o menor exposición, todos imprescindibles, e infinidad de localidades y tiempos en los que se suceden las diversas situaciones que experimentamos. Constantemente relatamos, nos relatan y somos protagonistas de otros relatos más. Desde que somos niños se nos entrena para expresarnos de manera clara, coherente y se espera que dominemos ese arte vital del cual dependerá nuestra existencia. Y es que el humano es un ser social que vive en grupos de mayor o menor tamaño organizados a diferentes niveles, por lo que nunca estamos realmente solos en la vida. Son pocas las excepciones de personas que viven aisladas por completo; la inmensa mayoría de nosotros interacciona con alguien más de una u otra manera. Así, una forma importante de interacción sucede a través del lenguaje: al hablar o escribir estamos contando algo; de esta manera compartimos nuestras ideas y emociones.

Todos tenemos cosas que contar. Cada día le comentamos a alguien nuestros sueños, esperanzas, pesares, anécdotas, recuerdos y fantasías. También contamos lo que les pasa a otros, ¡incluso contamos chismes! En todo caso, nos sentimos bien cuando sabemos que hay quien nos escucha y le interesa lo que nos sucede. Necesitamos desahogarnos para liberar nuestra alma de tantas situaciones reales y ficticias que se van amontonando en ella como los granos de arena en las dunas del desierto. No hay nada mejor para aliviarnos, que contarle a nuestro confidente sobre eso que tanto nos preocupa. Y nada mejor para compartir una gran alegría, que explicarle a otro qué es eso que nos eleva por encima de las nubes.

Sea cual sea el tema, cada quien cuenta las cosas como más le gusta, dándole mayor o menor importancia a cada detalle con pinceladas personales según su estilo; añadiéndole o quitándole luz y color para lograr transmitir exactamente el mensaje que quiere.

Desde que era una niña, mi madre insistía en que le contara de las salidas con mis amigas y amigos con todo el detalle posible; me pedía que le narrara la historia entera desde el momento en que cerraba la puerta de la casa: quiénes estaban presentes, cómo era cada uno, qué hacían y qué tanto nos divertíamos y de qué manera, claro. A mí siempre me hizo mucha gracia esa costumbre, y aún hoy en día mi madre me hace sonreír cuando me pregunta sin cuartel y al mismo tiempo sin juzgar, sólo por el gusto de que le cuente algo.

Otra cosa que me encanta es cuando me pide que le cuente algo bonito. Este es un ejercicio muy positivo, yo diría incluso terapéutico, porque hace que me concentre en ideas luminosas y aparte las cosas negativas de mi mente. Mi madre es de aquellas personas que realmente saben escuchar; le gusta que le cuenten cosas, y cuando alguien lo hace, pone toda su atención en ello.

Estos son mis cuentos; aquellos que quisiera contarles durante una charla mientras disfrutamos de un café... o de una copa de vino. Yara y otras historias es una colección de treinta y cuatro relatos en los que he desahogado mi alma buscando mis raíces, encontrando mi naturaleza femenina, enfrentando miedos ancestrales, descubriendo la esencia de la condición humana, viviendo y desviviendo emociones y sentimientos diametralmente opuestos, soñando despierta, volando a otros mundos, a otros tiempos, a otras realidades más o menos mágicas… más o menos reales. Yara y otras historias es una ventana abierta a una parte de mí que pocos conocen y que he decidido compartir.



©2010 PSR

miércoles, 4 de agosto de 2010

CASI TRES DÉCADAS...

entre tu isla
y la mía
en algún punto
(quizá cerca de las azores, quién sabe…)
nace inmensa
majestuosa
una ola de felicidad
que invade presta
mi alma abierta
cada vez que sé de ti
querida carmen
amiga entrañable.
mi mente evoca
tu rostro hermoso
profundamente amable
adornado de esa luz
especial
que emana sin descanso
de un corazón grande
lleno de flores.
veintinueve años atrás
dejaste tu terruño
un tanto triste
para conquistar
aquellas raíces de tus padres
en su afán de regresar
para no volver.
casi tres décadas
envuelven en un halo
bucólico
mil realidades
enteramente antagónicas
a veces ingenuas
serenas
graciosas
diametralmente opuestas
a las que dejaste
adolescente
en aquella tierra mágica
fascinante
que nos vio nacer.
veintinueve años hace
que no te puedo abrazar
mirarte a los ojos
ni estrechar tu mano
físicamente.
estás tan lejos
como lo imponen
la distancia
el tiempo
estoy tan cerca
como me ayudan
el espíritu
la voluntad
la esperanza
y el gran cariño
que te tengo.
veintinueve años
viendo fotos
recordándote
mi bella amiga
puro corazón
ojos dulces
y gran sonrisa.
quinientos chistes
en la escuela
nos hacían reír
despreocupadas.
aquella charla
que iniciamos
hace más de tres décadas
no ha parado
sigue vigente
fresca
como si recién
te hubiese visto ayer
en casa.
veintinueve años
de aprendizaje
sin parar.
lecciones únicas
otras repetidas
amando
creciendo
descubriendo
en paisajes hermosos
la vida bella
tranquila
…tuya.
como todos
atravesando a veces
momentos difíciles
conociéndote mejor
a ti misma
cada día
frente al mar
envuelta en sol y brisa.
veintinueve años
con todos sus días
y tres añadidos
veintinueve años…
veintinueve
sintiendo cada vez más
que nuestra amistad
nunca claudicó
y no lo hará
jamás.
aquella semilla perfecta
germinada
mayor de tres décadas
fue, es y será
genuina
creciendo enorme
floreciendo
en todo su esplendor
auténtica
fuerte
…siempre.


©2010 PSR