LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 5 de marzo de 2014

MISERIA


El sudor sulfúrico te delataría si no vivieras en aquel codo ciego de la cloaca principal de la ciudad. Aunque insistas en bañarte en una mezcla de colonias puedo percibir las partículas hediondas que exudan los pliegues inmundos de tu piel pegajosa. Te acercas en silencio, absorbiendo todo el aire limpio que encuentras a tu paso y exhalando vapores tóxicos. No tengo escapatoria; esta vez me atrapaste en el momento más vulnerable.

En medio del horror, no puedo sino sentir una infinita lástima por ti. Demasiados complejos, demasiada inseguridad, demasiada pobreza de espíritu. Demasiados miedos cristalizaron, convirtiéndote en este monstruo abominable, rebosante de la más pura envidia, del más genuino rencor. Un ser que destila odio de una manera casi sublime. Transformaste el abuso y el maltrato en un arte oscuro con el que violentas a tus víctimas de mil maneras distintas. Tanto amor, tanto tiempo invertí, intentando hacerte un ser humano… un ser humano. Sin embargo, todo fue inútil; el veneno que corre por tus venas no tiene antídoto.

Te inclinas sobre mí, imponiendo tu silueta mórbida en medio de las almas oscuras que te rodean. Tu rostro busca el mío, creando un vacío gélido por el cual intento escapar, y que traspasas chupando el calor y la luz agonizante que aún emite mi alma aterrada. La distancia se acorta cada vez más. En la penumbra, percibo el aliento a hiel que despide tu boca descompuesta. Es el fin; sé lo que me espera. Vas a ejecutarme con un beso envenenado, quemando mi garganta con tu saliva corrosiva. Entonces, mi vida se desintegrará jirón a jirón, volviéndose una masa amorfa, inerte, amontonada en la misma cañería junto con tus miserias. Así, te nutrirás de mí hasta que caiga tu próxima víctima… o hasta que las ratas al fin se den cuenta de que no eres mejor que ellas.


©2012 PSR


miércoles, 4 de septiembre de 2013

BARAHÚNDA

 
Calladita te ves más bonita… Eso no se dice, Papá te pega… No puedes porque eres niña… Dios te va a castigar… Haz caso y no preguntes… Quien obedece no se equivoca… Los varones que tienen muchas novias son machos, las niñas no pueden tener muchos amigos porque son putas… Los varones que gritan tienen carácter, las niñas que gritan son histéricas… El hombre es el cerebro y la mujer el corazón… Cuando te cases, toma un curso de “cómo ser una buena esposa” para aprender a atenderlo como él se merece… Cumple siempre con tu deber de esposa sin objetar nunca nada… No molestes a tu esposo con tus tonterías cuando él llegue cansado del trabajo, más bien atiéndelo como se merece; sírvele un trago, luego la cena y déjalo ver televisión en paz… Al fin y al cabo, el trabajo de la casa no es nada y es tu deber tener todo limpio y recogido, los niños listos y la comida hecha… Debes complacer siempre cualquier antojo que se le ocurra a tu esposo… Para el esposo, la mujer debe ser una santa frente a los demás y una puta en la cama… Debes vestirte como le guste a él, llevar el cabello como él quiera y si te lo pide, agrandarte los senos también… Debes mantenerte siempre bella y en forma sólo para él, aunque él mismo se ponga viejo y gordo; recuerda que “el hombre es como el oso”, pero tú no… No puedes tener amigos hombres, únicamente amigas mujeres… No puede existir amistad entre un hombre y una mujer… Tu esposo es la representación de Dios en el hogar, la cabeza de la familia y el jefe de la casa, es tu dueño y es quien decide lo que debe hacerse… Las hijas deben ayudar en los quehaceres del hogar porque son tareas de mujeres… A los varones siempre hay que servirles… Cuando el hombre habla, la mujer calla… La mujer siempre debe obedecer sin objetar nada… Por el pecado original, la mujer pare con dolor y su deseo la arrastra al marido… Eva hizo que Adán probara la fruta prohibida… Las mujeres son sucias y pecadoras por naturaleza… Las mujeres son la perdición de los hombres… La mujer debe soportar cualquier vicio, humillación o infidelidad de su marido y debe perdonarlo siempre, porque los hombres tienen otro carácter y otras necesidades diferentes de las mujeres… La verdad es que las mujeres no tienen necesidades… La buena esposa debe sacrificar su vida por su marido, sin importar la suya; debe seguirlo en cualquier circunstancia, en toda situación y momento… La mujer se debe por entero a su esposo y su familia; su familia es la prioridad mayor, quedando ella misma en último lugar… La mujer es inferior al hombre… Al fin y al cabo, la mujer depende del marido porque ella misma es incapaz de lograr nada… La mujer necesita del marido para que la mantenga… La mujer no tiene el carácter, la fuerza ni la resistencia para alcanzar el éxito en el trabajo… A la mujer hay que ponerla en su lugar para que respete, para que sepa quién manda… Lo que pasa es que él es muy impetuoso y tiene mal carácter… Nunca pongas en tela de juicio las enseñanzas, las tradiciones, la cultura y la religión; todas ellas están por encima de ti y siempre ha sido así… No se puede cambiar algo que ya lleva tantos años instituido… Lo que ha unido Dios en el cielo, que no lo separe ningún hombre en la tierra… El matrimonio es un vínculo indisoluble, aún en caso de maltrato, engaño, falta de amor, odio… Te mereces el marido que tienes, Dios te lo mandó por algo… Cada quien debe llevar su carga a cuestas, y la tuya es tu marido… Más vale malo conocido que bueno por conocer… Acostúmbrate, mira que todas pasamos por eso… Si te grita es porque es muy hombre… Si te cela es porque le importas… Si te pega es porque te quiere… Cuando te insulte, no te lo tomes a pecho; sabes que no es eso lo que quiere decir… Él te golpea, pero en el fondo te ama; el pobre no sabe expresar sus sentimientos… No importa lo que te haya hecho, él dice que te adora, que le des otra oportunidad, que no lo volverá a hacer… Debes salvar tu matrimonio a toda costa… No te quejes; puede que no seas feliz, pero al menos tienes marido…

No podía pensar en nada. Demasiado ruido, demasiados años viviendo con toda esa interferencia de fondo que me producía un cortocircuito perenne en la mente, anestesiando mi alma. La mujer en el espejo me miraba sin entender y yo no era capaz de sostenerle la mirada; mucho menos de ordenar mis ideas para explicarle siquiera el comienzo. Despertando respiro a respiro de aquel letargo, mi vista comenzaba a perderse entre los surcos de su cutis buscando desesperada mi propia verdad, cuando de pronto suspiró, me sonrió con gran dulzura, dio la vuelta y se marchó. Y yo la seguí.


©2013 PSR


miércoles, 22 de mayo de 2013

SELECCIÓN NATURAL


Nacieron a la orilla de un pozo turbio del pantano, junto a tantos otros de la misma camada. El lugar era ideal; la gente del campo no pasaba por allí porque tenía mucho miedo. Entre el verde profundo de la maleza, madre y padre velaron el nido alto de palitos y hojas para garantizar que la mayoría de los huevos nacieran. Después, transportaban a las crías sobre la cabeza o en la boca, protegiéndolas de cuanto peligro posible hubiera, dejándolas crecer suficientemente robustas para sobrevivir solas. Pasaba el tiempo y los pequeños hocicos se hacían más alargados, llenándose de dientes grandes y afilados. Cada día se volvían más astutos, más feroces, más sanguinarios. Un día de invierno, en un recodo del oscuro caño, los jóvenes les tendieron una trampa mortal a los viejos. El plan salió perfecto; no durarían mucho. Y mientras la vida se encargaba de llevárselos, los traidores aprovecharon para alimentarse de sus despojos. Engulleron vísceras, ojos y músculos con el apetito más voraz. Luego se acostaron, panza arriba, en la playa que hicieron suya. Al fin se sabían los dueños de toda la cañada. Era una cuestión de simple selección natural. Teniendo el control absoluto, los demás quedarían sometidos por ellos, recibiendo las sobras de lo que fuera cayendo desde las partes más altas de aquella pirámide de poder. El poder. Cada uno creía que lo tenía, cada quien pensaba que lo merecía, cada cual lo ansiaba para sí, pero… ¿quién lo poseía en realidad? Todos ellos eran iguales; nacidos y criados en el mismo pozo. No había uno solo que tuviera indicios de crecimiento de cachos. Eran agresivos, sí, pero mediocres. Cuando se dieron cuenta de que ninguno era un macho alfa, se desató la locura en el fangal. Sin líder, de pronto sintieron que la charca era demasiado pequeña para tantos. Reinaba la paranoia; no confiaban ni en sus propias escamas. Entonces, presas del odio y el pánico, comenzaron a aniquilarse entre sí. La furia flotaba pesada sobre la superficie de la cañada. Los asaltos venían de todas partes; desde la orilla y desde lo hondo, con sol y en la penumbra. Fue un tiempo de terror e incertidumbre, donde lo único que quedaba era atacar primero. Agredir sin piedad. Así, uno a uno acabaron muriendo, víctimas de potentes mordidas y latigazos de cola. Entre bufidos y resoplidos, el caño adquirió un tono escarlata intenso. Por suerte, aquel infierno rojo no duró mucho. El último de ellos pereció víctima de una herida profunda y desgarrada que le había hecho su propio hermano de nidada en el potente cuello. Agonizando, miró alrededor contando sus congéneres descuartizados por la codicia. Dejó de respirar sin entender lo que había pasado. La era oscura de la cañada había acabado. Por fin se impuso la calma. Una tarde soleada, poco después de la matanza, un campesino que tomaba el atajo por el pantano, los encontró. El escenario hablaba por sí solo. Él sí comprendió lo que pasó. Feliz, llamó a sus compadres para que le ayudaran. No podían usar la carne porque se estaba descomponiendo, pero el campesino tuvo una idea mejor: con sus pieles fabricó zapatos para que la gente, ya sin miedo, los pisara desde adentro.


©2013 PSR


miércoles, 15 de mayo de 2013

IMPUNIDAD

 
Todo el día correteaba a los niños más pequeños por el patio de la escuela. Les arrebataba los juguetes y los destrozaba. Presos del pánico, los arriaba hacia una esquina. Allí los insultaba, les escupía, los empujaba, los pateaba y los amenazaba con golpearlos hasta reventarse los nudillos. De lunes a viernes ejercitaba sus dotes sádicas, inclemente, alimentándose del miedo que sembraba en aquellos chicos. Y cuando una vez su mejor amigo le preguntó por qué lo hacía, simplemente contestó sonriendo: “¡Porque puedo!”.

©2013 PSR