Calladita te ves más bonita… Eso no se
dice, Papá te pega… No puedes porque eres niña… Dios te va a castigar… Haz caso
y no preguntes… Quien obedece no se equivoca… Los varones que tienen muchas
novias son machos, las niñas no pueden tener muchos amigos porque son putas…
Los varones que gritan tienen carácter, las niñas que gritan son histéricas… El
hombre es el cerebro y la mujer el corazón… Cuando te cases, toma un curso de “cómo
ser una buena esposa” para aprender a atenderlo como él se merece… Cumple
siempre con tu deber de esposa sin objetar nunca nada… No molestes a tu esposo
con tus tonterías cuando él llegue cansado del trabajo, más bien atiéndelo como
se merece; sírvele un trago, luego la cena y déjalo ver televisión en paz… Al
fin y al cabo, el trabajo de la casa no es nada y es tu deber tener todo limpio
y recogido, los niños listos y la comida hecha… Debes complacer siempre
cualquier antojo que se le ocurra a tu esposo… Para el esposo, la mujer debe
ser una santa frente a los demás y una puta en la cama… Debes vestirte como le
guste a él, llevar el cabello como él quiera y si te lo pide, agrandarte los
senos también… Debes mantenerte siempre bella y en forma sólo para él, aunque
él mismo se ponga viejo y gordo; recuerda que “el hombre es como el oso”, pero
tú no… No puedes tener amigos hombres, únicamente amigas mujeres… No puede
existir amistad entre un hombre y una mujer… Tu esposo es la representación de
Dios en el hogar, la cabeza de la familia y el jefe de la casa, es tu dueño y
es quien decide lo que debe hacerse… Las hijas deben ayudar en los quehaceres
del hogar porque son tareas de mujeres… A los varones siempre hay que
servirles… Cuando el hombre habla, la mujer calla… La mujer siempre debe
obedecer sin objetar nada… Por el pecado original, la mujer pare con dolor y su
deseo la arrastra al marido… Eva hizo que Adán probara la fruta prohibida… Las
mujeres son sucias y pecadoras por naturaleza… Las mujeres son la perdición de los
hombres… La mujer debe soportar cualquier vicio, humillación o infidelidad de
su marido y debe perdonarlo siempre, porque los hombres tienen otro carácter y
otras necesidades diferentes de las mujeres… La verdad es que las mujeres no
tienen necesidades… La buena esposa debe sacrificar su vida por su marido, sin
importar la suya; debe seguirlo en cualquier circunstancia, en toda situación y
momento… La mujer se debe por entero a su esposo y su familia; su familia es la
prioridad mayor, quedando ella misma en último lugar… La mujer es inferior al
hombre… Al fin y al cabo, la mujer depende del marido porque ella misma es
incapaz de lograr nada… La mujer necesita del marido para que la mantenga… La
mujer no tiene el carácter, la fuerza ni la resistencia para alcanzar el éxito
en el trabajo… A la mujer hay que ponerla en su lugar para que respete, para
que sepa quién manda… Lo que pasa es que él es muy impetuoso y tiene mal
carácter… Nunca pongas en tela de juicio las enseñanzas, las tradiciones, la cultura
y la religión; todas ellas están por encima de ti y siempre ha sido así… No se
puede cambiar algo que ya lleva tantos años instituido… Lo que ha unido Dios en
el cielo, que no lo separe ningún hombre en la tierra… El matrimonio es un
vínculo indisoluble, aún en caso de maltrato, engaño, falta de amor, odio… Te
mereces el marido que tienes, Dios te lo mandó por algo… Cada quien debe llevar
su carga a cuestas, y la tuya es tu marido… Más vale malo conocido que bueno
por conocer… Acostúmbrate, mira que todas pasamos por eso… Si te grita es
porque es muy hombre… Si te cela es porque le importas… Si te pega es porque te
quiere… Cuando te insulte, no te lo tomes a pecho; sabes que no es eso lo que
quiere decir… Él te golpea, pero en el fondo te ama; el pobre no sabe expresar
sus sentimientos… No importa lo que te haya hecho, él dice que te adora, que le
des otra oportunidad, que no lo volverá a hacer… Debes salvar tu matrimonio a
toda costa… No te quejes; puede que no seas feliz, pero al menos tienes marido…
No podía pensar en nada. Demasiado ruido,
demasiados años viviendo con toda esa interferencia de fondo que me producía un
cortocircuito perenne en la mente, anestesiando mi alma. La mujer en el espejo
me miraba sin entender y yo no era capaz de sostenerle la mirada; mucho menos
de ordenar mis ideas para explicarle siquiera el comienzo. Despertando respiro
a respiro de aquel letargo, mi vista comenzaba a perderse entre los surcos de
su cutis buscando desesperada mi propia verdad, cuando de pronto suspiró, me
sonrió con gran dulzura, dio la vuelta y se marchó. Y yo la seguí.
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