LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

¡Atrévete! Regala libros originales: A la sombra del mango; relatos breves. Yara y otras historias; 34 relatos, 34 sorpresas. Divina: la mujer en veinte voces; antología latinoamericana de cuentos. Andares; cuentos de viajes. Siglema 575: poesía minimalista; una nueva manera de vivir la poesía. Di lo que quieres decir: Antología de siglemas 575; resultados de los Certámenes Internacionales de Siglema 575. Por la ruta escarlata, novela de Amanda Hale traducida por Patricia Schaefer Röder. El mundo oculto, novela de Shamim Sarif traducida por Patricia Schaefer Röder. Por la ruta escarlata y Mi dulce curiosidad, novelas de Amanda Hale traducidas por Patricia Schaefer Röder, ganadoras de Premios en Traducción en los International Latino Book Awards 2019 y 2020. A la venta en amazon.com y librerías.

¡Encuentra mis libros en el área metro de San Juan, Puerto Rico! Librería Norberto González, Plaza Las Américas y Río Piedras; Aeropuerto Luis Muñoz Marín, Carolina.

Mostrando entradas con la etiqueta dolor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta dolor. Mostrar todas las entradas

lunes, 5 de octubre de 2020

Resistimos... 2020

Resistimos... 2020 

 

En la era rapaz que nos tocó vivir 

en este mundo nuestro que se vuelve más gris 

resistimos. 

 

Cuando por la codicia humana 

el calor aumenta, el hielo se derrite 

el infierno abrasa los bosques 

mientras osos polares se deprimen 

Juracán muestra su ira 

Niño y Niña juegan a mutilar cosechas 

tampoco hay abejas para lo que resta 

sismos y tsunamis fustigan la Tierra 

...la hecatombe nos oprime. 

Pagamos todos destrucción, hambre 

y en medio del dolor, con el último hilo del espíritu 

resistimos. 

 

Moribunda está la Pachamama. 

La torpeza de muchos 

enmugrece campos y mares 

nos roba el sol 

hediondo se tiñe el aire 

químicos viles 

nos envenenan  

microbios exóticos 

malignos 

invisibles 

juegan a las escondidas 

enmascarados 

nos toman por sorpresa 

se posan sobre la piel 

los absorbemos 

los respiramos, los bebemos 

viajan alegres por los confines 

regodeándose en el pánico 

enfermando a los que amamos 

sin importar la edad 

sin piedad  

con desparpajo 

nos azotan, inclementes 

cuando no alcanzan las camas 

en los hospitales 

no existen medicinas 

ni hay equipos suficientes. 

Se apilan las víctimas 

en todo el mundo por igual 

cuales torres fúnebres 

en un ajedrez sádico 

donde los dos reyes sucumben. 

El dolor y la tristeza 

son clichés macabros 

para cualquier poema... 

Somos los cipreses de la arboleda 

que en pie quedamos 

aferrados a aquella fibra de cordura 

dignos hijos de Natura 

y en un esfuerzo titánico 

con amor y solidaridad 

resistimos. 

 

Tiranos del dinero y del poder 

deshojan vidas, nobles pueblos, naciones. 

Bizcos de avaricia imponen tinieblas 

telas opacas de ignorancia y engaños 

que debemos disipar con palabras y acciones. 

Su plan perverso de guerra y miseria no será más 

si todos, como uno, la voz alzamos

y resistimos. 

  

 

©Patricia Schaefer Röder 2018. Actualizado ©PSR 2020. 

 

*"Resistimos" aparece en Resistir - Antología de poesía latinoamericana Centros PEN de Latinoamérica 2020. Dirigida por Rocío Durán Barba con la colaboración del PEN Francia 2019 

 

 


miércoles, 23 de marzo de 2016

ELENA


Eres corazón
que late preocupado
y no descansa.

Lluvia que empapa
han sido tus lágrimas
de dicha y dolor.

Estrena hermosa
alegrías dormidas
déjalas salir.

No hay excusa
usa tu mejor traje
baila en el tiempo.

Álzate firme
sonriente y perfumada
todo estará bien.


© 2016 PSR


miércoles, 30 de julio de 2014

V A L O R


Veinte mil años
duró tu brava gesta
con buen coraje.

Armada de luz
la verdad ante todo
impone la paz.

Lágrimas claras
por traición e injusticia
limpian tu vida.

Otra lucha más
la causa no termina
debes resistir.

Renacerás, sí
entre polvo y cenizas
valiente y sabia.


©2014 PSR

miércoles, 3 de abril de 2013

CELESTE



Celeste
es esta parte de ti
que llevo impresa en el tuétano
celestes los instantes que fueron
y siguen siendo
estás conmigo
hablándome quedo
tu mirada es un holograma
que llena mi alma de ondas fragmentadas
en una melodía de colores
ardiendo de alegría
agrisándose en las tristezas
transparentando el súbito vacío
que inunda plena
la desolación.

Celeste es la nobleza
tu legado de lealtad entre iguales
celestes los planes truncados
en sacrificios estoicos
por el bien y lo justo
hacer lo correcto
domando el miedo
mirándolo de frente
atravesándolo.

Ahora
entro a mi propia vida
exploro la caverna que dejó tu ausencia
nunca me dijiste que querías irte
no me avisaste de tu abandono
no te atrevías
no querías angustiarme
aún espero tu despedida
el silencio es celeste…  

Celestes los anhelos
en tu soledad
poblada de personajes expectantes
embudos que ignoran la fuente
una era llena
de necesidades por cubrir
de los demás
sueños que se tocan
sin dejarse atrapar
metas náufragas
cuestión de prioridad
el tiempo es el cordero
desangrado sin remedio
ofrenda ingrata
que empolva el cabello
haciéndolo alambre de púas.

Celeste es la equivocación
de todos
también la tuya
al momento de vivir las normas
absurdas
cuando te cortaban las alas
sin derecho a réplica
celeste es la visión tenue
de una casa desmantelada
con los recuerdos pegados a las paredes
guardados con un cerrojo
sin llave.

Celeste es tu partida
no soy más la niña de alguien
a veces comprendo que no soy nadie más, punto.
El dolor también es celeste.
En medio de mi pena
reúno los restos de aliento
para alzarme en el eco de tu voz
celeste aún es el brillo
que enciende tu sonrisa
en mi vida
celeste es el camino
a seguir
por siempre.


©2013 PSR


miércoles, 14 de noviembre de 2012

AYUDA

Al primer grito
del hermano querido
reaccionamos.

Yermos los campos
terremoto y huracán
quieren destruirnos.

Un día a la vez
sobre ruinas y escombros
caminaremos.

Donde hubo llanto
brillará un gran arco iris
paz y esperanza.

Almas al viento
corazones abiertos
apoyo mutuo.



©2012 PSR



miércoles, 2 de mayo de 2012

G R A C I A S



Gala divina
privilegio hermoso
tener su amistad.

Ríos de dolor
con su ayuda reencaucé
al delta final.

Abrieron brazos
corazones y manos
para apoyarme.

Cuántas sonrisas
en el rostro cansado
me dibujaron…

Impulsos grandes
mi vida apuntalaron
con frases y hechos.

A todos quienes
me dieron su ánimo
les debo mi paz.

Sola no estoy
lo sé, siempre lo supe
…gracias de nuevo.


©2012 PSR


miércoles, 25 de abril de 2012

2012



el último año
de los mayas
este que sobrevivo ahora
lo siento en mi piel
muy adentro
avanzando palmo a palmo
lacerando mis vísceras
como un gusano carnívoro.

amaneció ya, lo sé
oigo los sonidos del día
mis ojos se niegan a abrirse
no quiero levantarme hoy
no quiero levantarme mañana
…no quiero levantarme más.

enfermedad dondequiera que miro
muerte, nuestra amiga impuesta
demasiado trabajo tienes…  
depresión, vacío
desorden
este ruido que no mengua
accidentes tontos, demasiados…
tristeza
¡qué fosa tan profunda cavas!
envidia, egoísmo
falta
mugre
el tan cobarde chantaje
maldad, nunca escasea  
¡fresca, a la orden del día!
no falla quien, destilando el odio más puro
apunta a nuestro rostro y lo escupe con saña
directamente al ojo
mientras en su cara dibuja una mueca
de placer perverso
saboreando su veneno
imaginando el daño que causará
…lo que no sabe es que no puede conmigo
no pudo, no puede y no podrá, ¡jamás!
que tanta lástima me da…
traición
decepción… decepción.
decepciones por todos los flancos
desilusiones…
este dolor en las entrañas
se ha vuelto parte de mí
…mi más íntimo amigo.

se mueve el tiempo
hacia el frente, sin cesar
en episodios abiertos
cada capítulo es un tanto más cruel
que el anterior
la realidad
esta, la mía
pareciera una película retorcida
que se desarrolla alrededor
intocable
no me siento su protagonista
tampoco una actriz de reparto
ni siquiera una extra
¡no, no, no
esto no me está pasando a mí!

primer tercio del año
como siempre
caminando hacia adelante
en cuatro meses cambió mi mundo
se terminó el que conocía
quebrándose
fracturándose en cada ámbito
cada estructura construida
con infinito amor
en tantos momentos
cada elemento
perdió sus dimensiones
color
tono… brillo
una implosión tras otra
fueron dejando tan solo
mil escombros esparcidos
entre cenizas y humo.
ahora
al disiparse la calina
después de la catástrofe
me descubro de pie
andando sin parar
sorteando ruinas y cráteres
a la vez que me maravillo ante una flor silvestre
que crece a la vera del sendero
sencilla
sin nombre.
entonces sonrío
de nuevo…
todo estará bien
lo sé.


©2012 PSR


miércoles, 11 de abril de 2012

10 ABRIL 2012


 
Ya son diez años
se sienten eternos
…aunque a veces parezcan solo un suspiro.
Tanto tiempo atrás
toqué tu mejilla
por última vez
intentando aliviar
con ternura
el dolor aplastante
de la última despedida
la definitiva. 
Hoy, aquí
rodeada de mi nostalgia
sigo posando mi mano
sobre tu rostro
dulce
en una caricia eterna
llena del más puro amor.
Diez años extrañando nuestros contrastes
tan evidentes para ti
para mí
mas no para el resto
que nos sigue viendo parecidos.
Esos rasgos del ser
que definen a cada hermano
dentro del mismo nido
recordándonos que somos
únicos
irrepetibles
inmensamente importantes.
Una década entera
percibiendo tu presencia
entre los minutos de mi vida
en miles de instantes
puntuales
precisos
cuando, por cualquier detalle
de pronto
desde adentro
siento que me dibujas una sonrisa pícara
alargando suavemente mi boca
entre las mejillas.
Hace diez años ya
mis sueños son nuestro lugar de encuentro
momentos felices
entonces te veo
hablamos
y me ilumina tu mirada
una vez más.
Hermano querido
diez años después
sigues presente
en el corazón
de quien te recuerda.
Y aunque sé que conoces
este sentimiento indeleble
me gusta repetirlo siempre:
te amo.


©2012 PSR


miércoles, 22 de febrero de 2012

M I E D O


Muchos motivos
te congelan en horror
mellando tu alma.

Inmóvil rehén
tu corazón es burla
para el terror.

Ese pánico
al dolor en soledad
muere con la paz.

Donde hay temor
la verdad te libera
desde adentro.

Once mil miedos
nunca podrán doblegar
a tu espíritu.



©2012 PSR

miércoles, 8 de febrero de 2012

C H I C A S


Cien tonos limpios
decoran corazones
maravillosos.

Hermosas todas
un mundo en cada una
pasión profunda.

Imprescindibles
de espíritu sublime
burlan el dolor.

Con alegría
nos encontramos siempre
en el camino.

Almas brillantes
respirando hondo
apoyándose.

Salud y vida  
risas liberadoras
bellas amigas.



©2012 PSR



miércoles, 23 de noviembre de 2011

B E L L A


Buscas belleza…
encuentra lo hermoso
en el espejo.

Eres el alma
que crece entre momentos
de dicha y dolor.

Luz propia, intensa
mas no te dejan brillar
a tu alrededor.

Las notas dulces
resuenan dentro de ti
bella armonía.

Ámate libre
dueña de cuerpo y vida
bella por siempre.


©2011 PSR


miércoles, 19 de octubre de 2011

P E R D Ó N A M E


Por mis defectos
en lista interminable
te causo dolor.

Eres mi vida
la búsqueda y la pasión
…tu dueña no soy.

Recupérame
del fondo oscuro, seco
de la vergüenza.

Daría todo
por volver a abrazarte
y verte reír.

Óleos finales
el dolor en contrición
me parte el alma.

Nunca fui lejos
tan solo me perdía
ciega y sorda.

Amor inmenso
mi espíritu te sigue
real y eterno.

Muchos caminos
solitarios tomarás
te protegeré.

En mi corazón
plantaste la semilla
que verás crecer…



©2011 PSR


miércoles, 8 de junio de 2011

SENTENCIA

sucede.
un trance cruel
merma el aire
perdemos el aliento
se apaga nuestra luz
la voz se ahoga
poco a poco
o de un solo golpe.
ese rencor fornido
bien nutrido con los años
ensucia todo
aniquilando
desmembrando
destruyendo sin piedad.
de pronto
tanto odio macerado
se apodera del momento
el individuo
se hace narrador
sádico
en primera persona.
de ira a locura
un delirio es tormento
nuestro martirio se vuelve la tortura
de alguien más
a veces incluso
sin resentimiento
…solo son gajes del oficio.
un madero, unos clavos
una silla, unos electrodos
una camilla, una jeringa
una tarima, una soga
una pared, un pañuelo negro
una sala hermética, unas tuberías
un circo mortal
un extraño de la calle, una aventura nocturna
unas pastillas, un vaso con agua
una botella, nada más…
un auto, un celular
unas torres, un par de aviones
una ventana, un impulso
un tren, un empujón
unos ojos desorbitados, unas manos poderosas
cerradas como piedras
en torno a un cuello
o a un puñal
a veces jalando el gatillo de una pistola
otras dosificando lo indosificable.
coraje, pero del malo
¿quién se cree con derecho
a decidir sobre la vida de los demás?
¿…y sobre la muerte de otros?
¿quién se sabe impune
a pesar de sus actos?
¿quién aún es tan ingenuo para pensar
que puede estar por encima del dolor
y la enfermedad?
es inevitable
cada quien tiene su sentencia
es lo único no negociable en la vida.
aparece en el instante
que damos la primera bocanada
marcándonos con acero
irremediablemente.
la sentencia es definitiva
siempre
lo fue y lo será
no hace falta que un tercero se encargue
de ejecutarla
apresurándola sin razón
ni tampoco con ella.
sentencia infalible
obligatoria
para todos.
…para algunas
incluso
la sentencia se determina
automáticamente
en cuanto se sabe
que son hembras…


©2011 PSR

jueves, 28 de abril de 2011

A VECES

a veces me canso
de sonreír
las mejillas me pesan
un quintal
los labios caen
juntos
en una línea inexpresiva.
a veces me satura
el camino
el mío
laberinto tridimensional
el problema no es lo largo
más bien es lo escarpado
las piedras
los baches
tantos escombros en barricada
…demasiados.
a veces me canso
de escuchar atenta
todo es ruido
ensordecedor
zumbidos locos
de mil enjambres
a mi alrededor.
a veces me canso
de mirar
las penas ajenas
urgentes
hambre de amor
sed de tacto
todo un desierto
en los ojos
de la gente.
a veces me canso
de levantar los brazos
para abrazarte
…tal vez preferiría
que lo hicieras tú
pero no sucede
solo veo manos abiertas
esperando recibir.
a veces me canso
de sentir en mi piel
este dolor punzante
ardiente
tan cruel
mi tormento
el tuyo
la llaga abierta
de los demás.
a veces me canso
de ser complaciente
agradable
amable.
el espíritu se desinfla
de pronto
yace arrugado
inerte
tirado en una esquina
amnésico de caridad.
a veces llego a un muro
no puedo más
no encuentro paz
el alma se confunde
agobiada.
así
cansada
silente me recojo
en mi carapacho.
mi humanidad entera
se vuelve un ovillo
en posición fetal
ojos
labios
brazos
espíritu
todo cae en el vacío
no hay quien me preste los suyos
a nadie le importa nada
a nadie le importo yo
a nadie
ni siquiera a mí…
busco entonces
unas horas de oscuridad
para respirar
entenderlo todo
desarmarlo
decidir encontrarme de nuevo.
despierto luego
me estiro lentamente
lo compruebo
por enésima vez.
con grandes ojos
miro mi sonrisa en el espejo
el reflejo lo reitera
es inútil
no tengo remedio
por mucho que lo intente
es imposible cambiar mi corazón
por indiferencia.
simplemente
soy yo misma
la de antes de ayer
antes de cansarse.
soy yo
la verdadera
siempre lo seré
ayer quedó atrás
amaneció
hoy es un nuevo día.


©2011 PSR

miércoles, 8 de septiembre de 2010

VIGILIA

La conocí una noche, cuando intentaba lanzarse a los rieles del metro. La detuve a tiempo, impidiéndole que se quitara la vida. No había más nadie en la estación, así que mi acción heroica pasó inadvertida, al igual que tantas otras...

Logré convencerla de abandonar la idea del suicidio al menos por esa noche, mientras habláramos. Sabía que con algo de tiempo podría ayudarla a vencer esa gran depresión que irradiaba.

Debía sacarla de la estación lo más rápido posible. Salimos a la calle y la llevé a un café cercano. Nos sentamos y pedí algo de tomar. En medio de su depresión seguía alterada. Le ofrecí un caramelo de los que suelo llevar siempre conmigo. Lo aceptó. En ese instante supe que estábamos avanzando, y que había posibilidades de lograr algo bueno después de todo.

Le hablé con suavidad y firmeza a la vez. Le dije que me disculpara porque, aunque sabía que en realidad no debería meterme en sus problemas, sentía una fuerte necesidad de hacerlo. Así que seguí hablándole durante un rato. Le conté acerca de mi vida, y me di cuenta de que mientras lo hacía, trataba con desesperación que la historia sonara más interesante. Tal vez lo hice para que no se aburriera. Además, corría el riesgo de deprimirme yo también, y eso era lo que ella menos necesitaba en aquel momento.

Cuando ya me estaba tomando confianza, comenzó a hacer comentarios cortos sobre lo que le contaba. Sus intervenciones se fueron volviendo cada vez más largas y completas, hasta que tomó las riendas de su propia historia y me llevó a conocerla a través de su relato.

Era un ser atormentado, como los hay tantos. El pertenecer al gran montón la agobiaba aún más. No soportaba la idea de ser parte del común denominador. Ni siquiera su tormento la hacía destacarse de entre el resto, simplemente porque en esta ciudad pululan las personas con problemas. Basta con mirar los rostros de la gente; sus expresiones son un reflejo de lo dura y difícil que resulta la supervivencia en un lugar tan inhóspito.

A pesar de tener una vida relativamente cómoda, estaba insatisfecha consigo misma. No tenía una razón real para vivir. Nunca tuvo que luchar por nada en la vida porque siempre le dieron todo. Tampoco sabía cómo alcanzar una meta, tal vez porque jamás llegó a tener ninguna por delante. Era una de esas personas a las que nunca se les permitió tomar decisiones; ni pequeñas, ni mucho menos grandes. Todo estuvo siempre pensado, organizado y arreglado para su comodidad. Siempre había alguien haciéndose cargo de ella. Y sin embargo, se sentía desamparada y sola.

No le gustaba el ambiente en el que le tocaba interaccionar. Más aún, lo detestaba. A veces demostraba su rebeldía vistiéndose extravagantemente y maquillándose como una difunta. Quería llamar la atención a como diera lugar. Con su aspecto personal pedía a gritos hacerse notar, aunque fuera sólo por las apariencias. Pero ni siquiera eso lograba. Después de observarla durante menos de medio minuto, la gente la ignoraba por completo. Era como si no existiera.

Sin embargo, y a pesar de una vida llena de fracasos, de vez en cuando, muy de vez en cuando —me confesó— creía percibir cómo su rostro se serenaba con la vaga idea de poder lograr algún día, quizás, un poco de felicidad. Pero lamentablemente, como ella misma admitía, el tema de la dicha en su vida era sólo una utopía; algo imposible que rayaba casi en lo absurdo. Era la personificación del tormento y la amargura en un cuerpo de mujer.

Pasaban las horas y los capítulos de su vida, y nuestra conversación no parecía tener intenciones de acabar en un buen tiempo. A medida que continuaba relatándome hechos aislados en forma anacrónica, crecía una especie de vago alivio en su voz. Estaba liberándose de una gran carga cuyo peso parecía no sólo cansarla, sino más bien abrumarla mortalmente. De cierta manera me tranquilizaba, porque nos estábamos comenzando a entender. O al menos —y lo que era más importante— yo la estaba empezando a comprender mejor a ella.

Era ya muy tarde cuando le propuse caminar en dirección a su casa. El café había cerrado un par de horas antes; afuera sólo quedaban las mesas desiertas. La ciudad estaba durmiendo el sueño cansado de mediados de semana. Los anuncios publicitarios llevaban ya varias horas apagados, los edificios parecían deshabitados, las calles tenían el mismo aire de desolación que tenían sus ojos cuando le impedí que cometiera lo que para mí era una locura, pero que para ella fue sólo otro fracaso más que agregaría a su interminable lista.

Mientras caminábamos a través de la noche me di cuenta de que, al fin y al cabo, estaba dando el paseo que tenía planeado cuando salí de mi casa tantas horas antes. Sólo que todo había dado un giro inesperado y ahora iba en compañía de esta mujer que, a pesar de ser una total desconocida, dependía de mí. Y por supuesto, no le podía fallar.

Había una extraña armonía en el ambiente. Era una noche tranquila que exhibía un cielo increíblemente despejado en el que las estrellas contrastaban más resplandecientes que nunca sobre la negra inmensidad. No hacía frío; más bien era una noche cálida, con una agradable brisa que parecía tener el poder de llevarse los problemas y las preocupaciones a otra parte. “Definitivamente” —pensé— “ésta no es una noche como para morir”. Así que me propuse asegurarme de que desechara por completo la idea del suicidio.

Vivía en un vecindario elegante; no porque tuviese los medios para ello, sino más bien porque su familia la mantenía. Para ella sería imposible vivir en otro lugar, y para su familia sería tan bochornoso, que tampoco la dejarían. Pero en el fondo, ella sabía que al fin y al cabo ni siquiera le correspondía estar donde estaba. No sabía ganarse la vida. Conocía y justificaba sus limitaciones, que eran todas las que puede tener un ser humano. Se aferraba a su colección de sueños castrados y comprendía que mientras siguiera viviendo de la caridad y la lástima de los demás —en especial de su propia familia— le sería imposible respetarse a sí misma, y mucho menos hacerse respetar por nadie. Sin embargo, aún en los ratos de lucidez en los que se percataba de todo eso, no encontraba el camino para tomar la decisión de rebelarse contra su destino y sacudirse el peso aplastante de la vida fútil que llevaba.

A medida que nos acercábamos a su casa, pasando por calles y avenidas pobremente iluminadas, percibía un aumento en su angustia. Cuando ya faltaba poco para llegar noté que su voz se quebraba y que su mirada se enturbiaba. Parecía como si se transformara en otra persona. Su cara tenía la misma expresión que me partió el alma cuando la vi en el metro. Todo el esfuerzo que había invertido en despejarle la mente y calmarla se iba por el caño.

Finalmente llegamos. Por fuera la casa se veía como cualquier otra. Al principio titubeó respecto a dejarme entrar, pero después de todo lo que me había confiado, no parecía haber ningún motivo por el cual no pudiera hacerlo. Al fin y al cabo, ¿qué podía haber allí que fuese tan diferente de lo que ya sabía?

Cuando abrió la puerta, comprendí de golpe todas las cosas que no había terminado de entender durante nuestra larga conversación. La casa parecía abandonada desde hacía siglos. No advertí la presencia de nadie más en ese momento. El lugar estaba cargado y era apabullante. Al entrar, sentí que pasaba a un mundo en el que los conceptos de tiempo, espacio, orden, sonido y luz estaban redefinidos de una manera aberrada, sin ningún parámetro ni patrón fijos. De todas partes llegaba el olor del polvo añejo que se fue acumulando durante décadas, mezclado con una fragancia de perfume importado y el olor de decenas de diferentes animales domésticos. Parecía el palacio de un noble ropavejero. No se podía caminar; más bien había que escalar por entre el inútil mobiliario arrumbado. Los pasillos estaban completamente invadidos de muebles, cuadros, cajas, ropa, libros, fotografías y toda clase de artefactos, entre ellos muchas antigüedades y algunas cosas de valor. No se podían ver las paredes, y a veces ni siquiera era posible entrar a las habitaciones debido a la gran montaña de objetos que bloqueaban las puertas. Había una oscuridad casi total y un silencio denso que sólo se interrumpía de vez en cuando por el ruido de alguno de los animales. Era una cueva fantasmagórica aquella casa en la que vivía, llena de recuerdos amontonados de un pasado opaco y triste.

De pronto sentí que una tristeza enorme me invadía. Dondequiera que miraba sólo veía ideas abortadas, proyectos inconclusos, espejismos de deseos insatisfechos, metas no llevadas a cabo. Frustración. Eso era lo que se respiraba en esa casa. La impotencia flotaba en el ambiente, llenando todos los rincones y dejando su huella en aquella mujer que trataba de habitar el lugar. Pero lo más terrible era saber que lo que impregnaba a la casa de todo ese carácter fúnebre lo emitía ella misma. Era un sistema cerrado que se retroalimentaba, potenciándose cada vez más.

Ella se fue apagando mientras estuvimos en su casa. No la podía dejar en ese estado; sería peligroso. Era imposible abandonarla a su suerte en ese sitio que le hacía tanto daño, así que busqué una excusa para llevármela de allí. Nunca supe con certeza por qué me sentía tan responsable de ella; tal vez era porque unas cuantas horas antes le había salvado la vida, pero hasta el día de hoy no lo sé.

Después de haber hablado sobre tantas cosas, me puse a pensar qué le podría parecer suficientemente interesante para que quisiera acompañarme a otra parte. Tenía que ser un lugar que yo considerara más seguro que ese sitio que sólo evocaba el gran desastre que siempre fue su vida. Me vino a la mente la colección de plumas fuente que tengo en casa, y le propuse que podía enseñársela en ese mismo instante, mientras tomáramos algo que nos relajara. Cuando accedió, le pedí que no llevara nada. Los objetos nos traen a la memoria situaciones, personas y hasta otros objetos. A veces lo más sano es deshacerse de las cosas que nos traen recuerdos penosos. En este caso preferí que dejara todos los objetos personales en su casa, encerrados bajo llave. Al fin y al cabo, mientras estuviera conmigo no necesitaría nada.

Comencé a sentirme mejor en el mismo instante en que salí de esa catacumba. Nos dirigimos a mi casa por la vía más corta posible. Durante el trayecto me contó acerca de su matrimonio, que había sido arreglado desde que era casi una niña. Era natural que estuviera destinado al fracaso, ya que al hombre que fue su esposo, nunca le había pasado por la mente ni la más remota idea de casarse con ella. Y sin embargo fue obligado a hacerlo. Después de cinco años y tres niños, la abandonó y nunca quiso saber más nada de ellos.

Lo primero que hice al llegar fue encender todas las luces. Quería que mi casa le transmitiera algo opuesto a lo que transmitía la suya. Preparé té y le mostré mi apartamento. Quedó impresionada por lo que ella consideraba “orden”, pero que para mí no era más que el mantenimiento promedio que puede tener cualquier vivienda. Se veía más serena, lo que me tranquilizaba. Parecía muy interesada en las plumas fuente que le enseñaba. Habló de que le hubiese gustado ser escritora, pero nunca tuvo la oportunidad ni el valor de intentarlo. Otra derrota para su lista.

Aposté todo a los efectos relajantes del té que había escogido para ella. Encontré unas galletas dulces en la alacena y esperaba que el azúcar también hiciera su parte en tranquilizar a esa pobre mujer. Seguía relatándome partes de su vida y yo escuchaba atentamente, mientras pasaban las horas, las tazas de té y las galletas.

Ya casi al amanecer me confesó con dolor que también había fallado rotundamente como madre, pero no quiso entrar en detalles. La traté de consolar diciéndole que yo pensaba que esa debía ser una de las tareas más difíciles en el mundo, pero no me hizo mucho caso. Sólo me dijo que arruinó por completo las vidas de sus hijos, y que no sabía cómo reparar el daño que les había hecho. Le pregunté por sus paraderos, y me contestó que vivían con ella en esa casa. Preferí dejarlo así.

Amaneció al fin y seguíamos hablando en mi cocina. Ella continuaba liberándose de toda la carga de derrotas que acarreaba, y yo sentía que era mi deber ayudarla. En el fondo sabía que era una de las pocas personas que le prestaron algo de atención en toda su vida. Nuestra conversación había tenido efectos positivos en ella, y para ese momento la idea de suicidarse no rondaba más su cabeza. La pesadilla había llegado a su fin. Ya la noche se había ido y la luz del día le traería pensamientos más positivos. Así sucedía conmigo.

Desayunamos y me alisté para ir a trabajar. Ella estaba mucho más calmada y hasta algo contenta, cosa que me aliviaba. Mientras conversábamos noté un cierto aire de paz que se asomaba a su rostro. Había exorcizado la calamidad de su existencia y logramos pasar a otros temas.

Hablamos sobre arte durante algo más de media hora. Cuando llegó el momento de irnos le ofrecí llevarla a su casa, pero ella me aseguró que no era necesario. Quería dar un paseo para disfrutar del bello día que comenzaba. Luego iría a su casa a encargarse de sus hijos y de su vida. Quería poner orden, reparar su magullado espíritu, encontrar los fragmentos de anhelos dispersos en la madriguera que habitaba y soldarlos de nuevo para rescatar tanto como fuese posible. Prometió que comenzaría otra etapa, y yo asentí, apoyándola. Al fin la mujer tenía una meta en la vida, y esa meta era absolutamente superlativa. Mi esfuerzo no había sido en vano.

Salimos del edificio y caminamos un rato en la misma dirección, bordeando el río. Cuando llegó el momento de despedirnos me abrazó con fuerza y me dio las gracias por todo lo que había hecho por ella. También yo la abracé. Me puse a la orden y le dije que me llamara cuando quisiera, a lo que contestó con una sonrisa. La única sonrisa que llegué a ver en su rostro.

Ella continuó a lo largo del río y yo me desvié hacia una avenida cercana donde tomaría el autobús que me llevara al trabajo. La mañana estaba fresca y despejada, y la luz del sol se asomaba tímida a las calles. A pesar de la extraña noche que pasé, estaba feliz porque sabía que había logrado algo bueno. Me llenaba una satisfacción inmensa y no podía evitar sentir un cierto orgullo por lo que había hecho.

Durante todo el día estuve pensando en esa mujer. La imaginaba arreglando el chiquero en que vivía, animando a sus hijos y contándoles acerca del cambio que vendría en cuanto la casa estuviese lista. La imaginaba sonriente y al fin contenta, luchando por la gran empresa que tenía por delante.

Ese día trabajé con más ánimo que nunca. Me complacía ser una persona productiva en el trabajo y útil respecto al tema de ayudar a otros. Seguía pensando en ella; no podía sacarme su imagen de la mente.

Ya era de noche cuando regresé a mi casa, después de una jornada bastante ocupada. Tenía un gran cansancio encima y el sueño acumulado de dos días de vigilia. Me merecía un buen descanso. Cené algo ligero mientras veía una película en la televisión. Necesitaba distraerme un poco de lo que había sucedido la noche anterior, pero me resultó imposible. Era inevitable recordarla después de todo lo que me había contado, y más aún, después de lo que vi. Su voz quebrada seguía retumbando en mis oídos, reverberando tantas cosas grises, tantas decepciones. Había en mí una cierta inquietud que no me dejaba en paz. ¿Pero por qué motivo, si ya yo sabía que estaba tranquila y a salvo de sí misma? La verdad era que me estaba preocupando por nada. Ella me había dicho que iba a resolver su situación, y se merecía al menos un voto de confianza de mi parte. Sin duda mis temores eran infundados. El reflexionar sobre esto me tranquilizó, pero no impidió que siguiera pensando en ella. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? ¿Cómo se sentiría? Decidí llamarla al día siguiente para saber cómo estaba. Después de todo, ya la conocía lo suficiente como para mantenernos en contacto, y quién sabe, tal vez hasta podríamos desarrollar una amistad más adelante.

A la mañana siguiente me levanté y me fui a trabajar como siempre. Compré el periódico en el puesto de revistas que está al lado de la parada del autobús, y de pronto la vi. Su fotografía estaba en la última página, con los titulares: “MUJER NO IDENTIFICADA SE LANZA DE PUENTE Y MUERE AHOGADA”... “El hecho se registró aproximadamente a las 11:00 A.M. del día de ayer”... “Varios testigos vieron a la mujer en la mañana de ayer paseando sola a orillas del río”... “El cadáver no llevaba ningún tipo de identificación”... “Se desconocen las causas que originaron el hecho”... “La policía agradece cualquier información que sirva para establecer la identidad de la víctima”...

“¡Dios mío!” —pensé— “¿Por qué lo habrá hecho, si parecía que ya estaba bien?” Pero luego comprendí que fue su manera de tener éxito en la única tarea de su vida que, a pesar de haber resultado frustrada como todas las demás, aún podía salvar del fracaso total: su suicidio.

Lo lamenté profundamente. Fui a la policía y les dije de quién se trataba. Sólo espero que su familia se haga cargo de ella una vez más.



©2007 PSR

miércoles, 1 de septiembre de 2010

VENECIANA

con el alma hinchada
de emoción
una vez más
llegué a ti
hoy
vengo de muy lejos
para visitarte
compartir contigo
de nuevo
gran amiga de siempre
hermosa sin igual.
hace tanto tiempo ya
crecimos juntas
despreocupadas
sembrando recuerdos
ahora lejanos
…demasiado.
amable y digna
te conocen
te sabemos
entre las demás.
compañera de la niñez
caminando por la playa
confidente de mi adolescencia
dibujando florecitas
en los cuadernos de clases
celestina de mis veintes
invitándome a soñar bonito
me dabas alas
volando juntas entre las nubes
lejos, muy lejos
y más aún
viviendo aventuras bellas
para siempre regresar.
hoy que al fin te abrazo
otra vez
te veo
querida amiga
distinta
lejana
gris
ese color nunca te lo había visto…
vas caminando
entre tus propias sombras
opaca
tu brillo se melló
poquito a poco
sin que recuerdes dónde
ni cuándo.
tanto has cambiado
casi ni te reconozco
tu mirada
un tanto perdida
te delata
no quieres admitirlo
mueres de miedo
en el fondo
sabes que él te odia
sólo quiere dominarte
¿cómo te enamoraste de él?
¿cómo empezó tu tortura?
¿cómo no lo viste antes?
¿cómo pudo engañarte?
¿cómo pudo suceder todo tan rápido?
¿cómo puedes soportar tanto daño?
¿cómo sigues viviendo este infierno?
¿cómo vas a liberarte ahora
si te tiene prisionera
en tu propia casa?
dime: ¿cómo?
…¿cómo?
y sobre todo: ¿hasta cuándo?
un ojo hinchado
moreteado
rojo cardenal
en medio de tu eterno gris
“tiene razón, debí tener la cena lista”
“tiene razón; el bebé no para de llorar
es su temperamento”
“tiene razón porque le sonreí al gringo
es muy celoso”
“él es así pero en el fondo me quiere”
sólo son más excusas
que inventas
justificando su violencia
esa ira desmedida
cada día
siempre más excusas
para disculpar tu pasividad
paralizante
aterrada
aterrorizada
gélida y abrasadora a la vez.
cabizbaja
exprimes tu existencia
la arrastras por trozos
día a día
entre puños al alma
a la cara
al cuerpo indefenso
en nombre del amor
que dice sentir.
mes a mes
eternamente
pagas rencores
ajenos
el irrespeto es perenne
sabiéndote madre
descuida tus necesidades
no tienes hogar
te quita el sustento
se acaba el alimento
sigues sentada en la oscuridad
sola
seca
desamparada
mientras él te deja
atrapada
maniatada
el corazón amordazado
la voz silenciada
en mil gritos ahogados
castrando tu libre albedrío
mutilando tus sueños
uno por uno
lento pero seguro
entre empujones modernos
vejaciones creativas
innovadoras
mil insultos
odios inmerecidos
viscerales
despiadados.
año tras año
grita que te ama
luego te azota
viola tus derechos
todos
violenta tu humanidad
entera
una y otra vez
para después regalarte
cualquier prenda
de fantasía
barata.
encerrada
temes salir
es mejor no hacerlo
nunca se sabe
si regresarás
con vida
si te encuentran.
la pandilla entera
te engaña
prometen todo
el cielo en la tierra
palabras huecas
frases recicladas
clichés eternos
todo es mentira
nada es real
sólo el hambre
en tus entrañas
que resuenan vacías
en medio de la lluvia
la misma lluvia eterna
que amenaza con arrastrar
tu vida
y la mía.
ilusa te maquillas
quieres siempre ser bella
qué difícil es tapar
tantos golpes
profundos
demasiadas magulladuras
lilas
verdes
negras
nuevos colores
demasiado tristes
no puedes disfrazar
mil cicatrices
con una sonrisa
trémula
torcida
que en cualquier momento
se convierte
en mueca pavorosa
de terror.
envuelta en miseria
y miedo
todavía crees
aquellos cuentos de hadas
que suenan incesantes
en tu memoria
tú, la princesa bella
protagonista eterna
sí, es cierto
eres la actriz principal
mas en esta historia triste
nadie desea actuar.
con chantaje
manipulación
quien se dice tu amante mayor
cada día sin falta
te hace beber veneno
mientras reprime severo
las arcadas
para evitar que lo devuelvas
tanta maldad hacia ti
sin razón
una y otra vez
castigos injustificados
miedos
horror.
tranquila
más bien resignada
sabes que esta noche
te dará lo que dice que mereces
una dosis de violencia
caramelos de rencor
cubiertos de veneno.
noble como pocas
todos te admiraron
siempre
en el fondo
saben que eres fuerte
estoica
valiente a la vez
persistente
nada te parece demasiado
cuando te sacrificas
a cada momento
por tus hijos
enfermos
deprimidos
tristes
amargados
divididos.
insistes en soñar
que a la larga todo cambiará
por sí solo
prefieres creerlo
te resulta más cómodo
“más vale malo conocido
que bueno por conocer”
comentas
mientras diligente
atiendes tus heridas
infectadas
profundas
demasiado recientes.
cuánta pena me causa
tu dolor constante
diario
tan sólo dime, querida
qué puedo hacer ahora
mientras espero impaciente
que caigas en cuenta
de la triste realidad
en la que te dejaste arrastrar
por inexperiencia en el vivir.
con el alma partida en dos
me encuentro aquí
viéndote
abrazándote
queriendo convencerte
de que sí hay una salida
antes de que sea demasiado tarde
¡no claudiques, por favor!
te quiero tanto, amiga mía
eres parte de mi vida
siempre lo serás
aunque la distancia
se esfuerce tanto en desteñir
la voluntad de mi presencia
perenne
junto a ti.



©2010 PSR

miércoles, 18 de agosto de 2010

CELEBRACIÓN

vamos a celebrar
juntos al fin
la vida
el amor
las cosas buenas del mundo
de nosotros
de los demás
a pesar de todo
a pesar de ellos
a pesar nuestro.

vamos a celebrar
sin importar la fecha
el lugar
la ocasión
tan sólo seamos felices
mientras existamos
mientras vivamos
mientras perduremos
en medio de los obstáculos
imponiéndonos sobre ellos
sobreponiéndonos al dolor
venciendo el sufrimiento
sembrando esperanza
sonriendo
riendo
aunque sea por unos momentos
un minuto de risa
es una ganancia infinita.

vamos a celebrar
que aún podemos encontrarnos
aquí, allá
en otro lugar
que todavía estamos
respiramos
pensamos
y si queremos
podemos soñar.

vamos a celebrar
nuestro abrazo sincero
fuerte, estrecho
cálido, eterno…
una caricia en la mejilla
un apretón de manos
la suavidad de tus palmas
el brillo en la mirada
la melodía de una voz
tan conocida
tan esperada
…siempre.

vamos a celebrar
que pase lo que pase
nadie nunca
nos podrá vencer
ni doblegar
¡somos más fuertes
que mil titanes
enfurecidos!
perseverantes
perseguimos nuestros ideales
insistentemente.

vamos a celebrar
una vez más
cantemos
brindemos
bailemos
sin parar
en esta celebración
que no debe terminar.



©2010 PSR

miércoles, 23 de junio de 2010

SOY

Soy… Soy yo. Yo soy. Soy una mujer. Ante todo, una mujer. Soy madre también, pero antes de eso ya era una mujer. Soy esposa, pero desde siempre he sido una mujer. Soy hija, hermana, tía, amiga, compañera; mujer. Soy genuina, apasionada y honesta. Soy de las que quieren que todo sea correcto, como debe ser. Soy de aquellas personas que aún se maravillan y se sorprenden ante las pequeñas florecitas que crecen entre el cemento de la calle. Soy quien todavía cree en la bondad de la gente. Soy alguien que no soporta la injusticia ni el dolor ajeno. Soy una soñadora irremediable. Soy quien se estremece cuando la abrazan y siente fluir la energía del otro en un apretón de manos; aquella a quien aún le salta el corazón cuando le regalan una bella sonrisa. Soy alguien que prefiere disfrutar de un café con sus amigas en vez de enviarles mensajes de texto. Soy aquella que necesita tener el escritorio frente a la ventana para ver el cielo y las nubes. Soy alguien que honra a los ancianos, ama la naturaleza y reverencia a los árboles. Soy un tanto testaruda e insistente. Soy Patricia, a la que le gusta caminar en la lluvia para dejarse empapar por completo; quien se convierte en tortuga marina cuando las olas de la playa la seducen. Soy la única persona responsable de mis actos, sean acertados o equivocados. Soy ciudadana del mundo; resultado de una bella mezcla de historias, tradiciones y culturas. Soy yo misma, aunque a veces no sepa quién soy; aunque a veces no me reconozca. Soy quien siempre he querido ser; soy quien me estoy haciendo, construyendo día a día, palmo a palmo. Soy quien fui y soy quien voy a ser. No puedo ser igual siempre. No soy estática, cambio todos los días. Cambio a cada instante. Mi ser yo misma fluye desde el pasado hasta este presente continuo que toma prestados instantes microscópicos de futuro. Porque el futuro se me abre adelante, convirtiéndose en presente a cada instante. Fui, soy y seré siempre quien yo quiera ser y nadie más. Aún no me arrepiento de nada. Tengo el futuro todo para mí, no importa cuánto dure. El pasado está ahí; sobre él construyo mi presente y desde el presente veo hacia ese futuro abierto. Mi pasado me constituye, me forma de manera básica, íntima. Mi presente me moldea y mi futuro me espera. Soy la única dueña de mi historia, de mi hoy y de mi destino, eternamente. Soy. Aún sigo siendo. Soy yo misma. No quiero ser otra más que yo. Nunca ser como los demás. Sin embargo, soy una persona común; simplemente soy yo.


©2010 PSR

miércoles, 19 de mayo de 2010

HERMANOS

Mil rutas
nos traen aquí
cada quien llega
por su cuenta
a su tiempo
momento exacto
ni antes
ni después.

Vidas solapadas
vidas compartidas
más años
menos años
a veces
tan sólo meses
otras ni siquiera eso…
mas compartir sí, ¡claro!
dar y recibir
más bien
tomar al mismo tiempo
ese juguete
una galleta
aquella mano grande
madura
amorosa
hacerse uno
o intentar hacerse
de lo que todos quieren
para sí mismos.

Crecemos juntos
a pesar de nosotros
en medio del resto
abriéndonos paso
como podemos
en la más genuina competencia
la más feroz de las carreras
supervivencia del más apto
…o del más consentido
aquel que supo tocar la música
con las teclas precisas
para encantar a los demás.

Maduramos
cada uno a su manera
cada quien a su ritmo
tantos sabores somos
como cachorros inquietos
de la misma camada.

Amor, dolor
penas, alegrías
repartidas por igual.
Pan dulce, leche
divinas tajadas
acaparadas por un tenedor
demasiado veloz
cien motivos de pelea
en la mesa del comedor.

En los otros
que son los nuestros
ubicamos exactamente
dónde están las cicatrices
de la piel
y del alma
los queremos
cuanto podemos
nos conocemos
todos
a fondo
no hay máscaras
ni antifaces
detrás de los cuales
logremos escondernos.
Cada gesto
es un comentario directo
toda mueca
cualquier sonrisa
el tono preciso
para decir
esa frase dulce
o hiriente.
Rostros eternos
formas amigas
rasgos memorizados
en infinitas
líneas naturales
obvias, perennes
¿dónde más podrían estar?
¿de qué otra forma podrían ser
si no fuesen así
perfectas?
Sabemos quiénes somos
desde siempre
soportamos los defectos
admiramos las virtudes
sufrimos juntos
celebramos la vida
y lo que ella nos trae.
Siempre seremos pichones
del mismo nido.

Todos por su cuenta
siguen caminos únicos
parten del mismo origen
con mapas originales.
Tenemos rasgos iguales
y somos tan diferentes
agua, vino, aceite
crema y pomada
gritos y silencios.
Compartimos un pasado
revivimos los recuerdos
sensaciones
sentimientos
cada quien como quiere
como puede
al fin y al cabo
son la única realidad.

Nuestros ojos se hacen eco
de una buena carcajada
risa divina
por aquella anécdota divertida
de ese entonces lejano.
Luego los cerramos
para evitar desbordar
aquel río que trae consigo
la remembranza de quien ya no está.

Querida hermana
hermano amado
gracias por hacerme sentir
que al pasar de la vida
en medio de todo
aún siguen a mi lado.



©2010 PSR

miércoles, 12 de mayo de 2010

DICHA (DES) DICHA

“…Aparece como una enorme ola en medio de la noche sin luna. Una pared monstruosa, infranqueable, que arrasa con lo que encuentra a su paso; una aplanadora que viaja dentro de nosotros, destrozándonos el alma y mutilando nuestro espíritu. De pronto sentimos que la parte posterior de la lengua se vuelve muy sensible y pesada al mismo tiempo, presionando nuestra garganta hacia abajo, mientras el corazón desgarrado en el pecho ardiente, congelado, busca inútilmente una salida por el cuello, que resulta demasiado estrecho para aquel órgano hinchado por no poder latir. El estómago se retuerce, su acidez se desborda quemándonos las entrañas en ondas punzantes, lacerantes. Los músculos de nuestro rostro y mandíbula quedan paralizados en una mueca incontrolada y contusa…”.

Hay quienes piensan que el sufrimiento es el único medio gracias al cual tenemos conciencia de existir. Lo dijo primero Oscar Wilde y no lo comparto. A pesar de que es cierto que el dolor nos sacude por dentro, no puedo evitar rebelarme ante esta afirmación tan tajante y me niego rotundamente a justificarla. Prefiero definirme, saberme y sentirme viva a través del amor y la felicidad plena, no del dolor y el sufrimiento. Por otro lado, Charles Dickens dijo una vez: “el destino nos dio la vida con la condición de defenderla valientemente hasta el último momento”. Estoy totalmente de acuerdo y amplío este aforismo con una frase de Gertrude Atherton, quien escribió: “la vida nos fue dada para disfrutar la máxima felicidad de la que somos capaces individualmente, sin importar qué otras cosas estemos obligados a soportar”. En otras palabras: vivamos felices y defendamos esa felicidad a toda costa, sobreponiéndonos al sufrimiento.

La vida es un viaje lleno de aventuras en cuyo trayecto crecemos y maduramos. Conocemos gente y nos movemos en un medio más o menos amplio, participando en sucesos o presenciándolos, registrando infinidad de sentimientos y sensaciones. A ratos la ruta es plácida y fácil, otras veces se torna escarpada y complicada. Pero por más curvas y recovecos que tenga el camino, la vida siempre nos lleva hacia adelante, nunca hacia atrás. Esa maravillosa travesía está hecha de momentos, infinidad de ellos, que agrupamos en episodios. Por supuesto, hay episodios muy buenos y otros que no lo son tanto; épocas llenas de luz y fases sombrías. Y de igual manera que suceden aquellas cosas que nos dan felicidad y que tanto disfrutamos, también aparecen las que nos traen sufrimiento. Es inevitable. La felicidad y el sufrimiento son piezas complementarias acopladas que hacen andar el motor de nuestra existencia. La dicha y el dolor moran dentro de nosotros, sólo basta descubrirlos. Sé que ambos son reales, pero debo confesar que prefiero coleccionar piezas de felicidad y me inclino descaradamente por ella.

Así como nadie puede vivir nuestra vida, es imposible que alguien sienta nuestra felicidad o sufra nuestro dolor. Si un grupo de personas comen de una misma fruta, no habrá dos de ellas que perciban igual sabor, aroma, textura y color en esa misma experiencia. Aunque al celebrar o desahogarnos expresemos de mil formas la alegría o el pesar que nos causa algo —contagiando incluso en cierto grado a otros—, siempre será una vivencia interior, íntima, que nadie más puede sentir. Todos somos únicos y cada quien tiene su propia realidad, así que reaccionamos de diferente manera a los estímulos y situaciones que nos trae la vida. De nuestra actitud dependerá cómo sobrellevemos el tormento y qué tanto disfrutemos la felicidad. La dicha plena nos eleva, hinchándonos de emociones positivas, mejora nuestra salud, nos pone una sonrisa en el rostro y otra en el alma y nos llena de paz. Contrario a esto, a veces el sufrimiento psíquico se vuelve dolor físico, pudiendo incluso enfermar y hasta matar de pena. Y así como existen incontables piezas de felicidad que coleccionar —que todos conocemos muy bien—, también hay infinitos motivos de tormento; podemos sufrir por intolerancia, odio, mentiras, celos, envidia, ignorancia, desesperación, frustración, falta de compasión, pobreza, hambre, enfermedad, incapacidad, muerte, desastres, guerras, separación, problemas laborales, falta de realización, indiferencia, soledad, amor… son demasiadas causas, lamentablemente. Mientras el dolor físico es una señal innegable de que algo anda mal, generalmente en nuestro cuerpo, muchas veces el sufrimiento psíquico lo creamos nosotros mismos cuando sabemos que hay algo que nos impide alcanzar una meta. En ambos casos, el primer paso para sobreponernos a una situación dolorosa es admitir que estamos sufriendo y que debemos actuar. Es entonces cuando buscamos soluciones y las ponemos en práctica.

Aunque en el fondo sabemos que las cosas más importantes de la vida son también las más simples en su naturaleza —como nuestra alma, que alberga tanto a la dicha como al tormento—, hay varios elementos que se confabulan para agravar el sufrimiento. Uno de ellos es el sentimiento de culpa, que nos tortura y nos incapacita para ser felices. Desde que somos niños nos enseñan que ya nacemos pecadores. Lo lamento, pero no creo en el pecado original. Simplemente no existe, porque ya Dios expulsó a Eva y Adán del Paraíso como castigo suficiente y necesario por comer del árbol de la sabiduría; cosa por la cual les estoy además profundamente agradecida, ya que con ello me dieron el raciocinio y el libre albedrío. Después, Jesús se convirtió en mártir para lograr el perdón de los pecados de la humanidad. Y como si todo esto fuese poco somos bautizados, eliminando así de nuevo el pecado original. ¿Por qué tanta insistencia en reparar algo que ya fue arreglado por el mismo Dios en el Libro del Génesis? Lo que Dios hace, lo hace perfecto, así que no debemos limpiar sobre limpio, sencillamente no hace falta. Sin embargo, ese sentimiento de culpa nos marca como mancha de acero, acompañándonos innecesariamente a lo largo de nuestras vidas, haciéndonos sentir que a pesar de todo, nunca estaremos completamente libres de pecado y por lo tanto nunca podremos optar a la felicidad plena. No, de nuevo, no. El pecado tan sólo es falta de amor, y es esa falta de amor lo que origina el sufrimiento. Cuando nacemos no le negamos nuestro amor a nadie, por lo tanto no pecamos. Así que no debemos ser demasiado duros con nosotros mismos. En cualquier caso, somos inocentes de todo pecado hasta que se compruebe lo contrario, y no a la inversa. Tenemos que darnos la oportunidad de ser felices de verdad. Tampoco comparto el concepto de que venimos a este mundo a sufrir. Es absurdo pensar algo así; entonces la gente querría morir pronto para pasar al próximo mundo, donde supuestamente no hay tormento. Simplemente no soporto la idea de sufrir, así como tampoco soporto ver o hacer sufrir a nadie. Debemos luchar por nuestra salvación del sufrimiento, del dolor y del desamor en esta vida, y eso lo logramos cuando trabajamos nuestros tormentos y nos imponemos sobre ellos. Somos muy afortunados si tenemos algo o alguien que en medio de nuestro dolor nos consuele, nos arrope, nos tranquilice y nos de paz; para unos puede ser Dios, para otros quizás un amigo, y habrá quienes lo logren haciendo introspección o meditando.

Una de las causas de sufrimiento más inauditas es el amor, o mejor dicho, la falta de éste. Aunque muchos estén convencidos de que los sentimientos tienen vida propia y hacen con nosotros lo que desean, no pudiendo someterlos a lo que la conciencia aconseje o decida, es muy cierto que hay maneras de canalizarlos positivamente para ser felices. Los amores no correspondidos e incluso los amores imposibles se pueden sublimar, transformándolos en algo mucho más grande y poderoso que una simple relación romántica y carnal. Por otro lado, el amor que destruye evidentemente no es amor; es todo lo opuesto a él. La persona que nos hace sufrir no nos ama, es así de simple. El amor nos eleva, nunca nos hace caer ni nos daña. Así que bajo ningún concepto debemos sufrir por amor. No hay excusa que valga; el amor debe ser parte de las piezas de felicidad que coleccionemos, nunca del sufrimiento. Y como sólo podemos vivir nuestra vida y no la de los demás, debemos querernos y respetarnos, no permitiendo que otros nos manejen en ningún aspecto. Quienes nos rodean sólo pueden hacernos daño si nosotros lo aceptamos, si de alguna manera consciente o inconsciente estamos de acuerdo en eso. Así que cada quien es responsable de sus actos y de su felicidad, y debe correr con las consecuencias de ellos.

Sabemos que las cosas no siempre son como queremos o esperamos que sean, simplemente porque sólo una minúscula parte de lo que nos rodea depende de nosotros. Más bien debemos querer a las personas y cosas por lo que son, en lugar de vivir entre los escombros de anhelos rotos. En este sentido, el sufrimiento nos enseña a ser humildes. Funciona como una bofetada moral que en muchas ocasiones nos hace regresar súbitamente a un nivel de arrogancia menor. Cuando sufrimos intensamente por algo muy grave nos sentimos sacudidos y comenzamos a ver aquello que antes no veíamos por estar distraídos con esas cosas que nos ocupan, pero que realmente no tienen ninguna trascendencia. Entonces comenzamos a darle valor a las cosas verdaderas e importantes de la vida, abriendo los sentidos y el corazón a cuanto y a quienes nos rodean. Incluso en muchos casos reconocemos que estábamos equivocados con respecto a una situación, a otra persona o a nosotros mismos, haciéndonos reflexionar y tomar medidas para corregir lo que podamos. Así, si todo esto sucede de manera genuina, habremos ganado en humildad y con ello estaremos más dispuestos a buscar consuelo y soluciones a la situación que nos produce el sufrimiento, y también estaremos más abiertos a recibir la ayuda de quienes nos rodean.

Mi padre solía recordarme que debemos aprovechar toda oportunidad de hacer felices a los demás. Ya de adulta, tomé esto como una máxima para mi vida. De la misma forma, Dios siempre quiere nuestra felicidad. Dios nos ama, nos consuela y nos guía; no nos castiga. El castigo divino no existe, así que dejemos de achacarle a Dios la responsabilidad de las cosas negativas que pasan. No es justo que insistamos en conferirle ese lado oscuro que simplemente no es parte de su naturaleza. Sí, las cosas malas suceden, pero hay una razón para ello, y no es precisamente que Dios las envíe o las permita por algún motivo sombrío; sencillamente hay cosas que ni siquiera Dios puede controlar, como por ejemplo el libre albedrío. También está el equilibrio cósmico: en el universo existe la energía positiva o creadora y la energía negativa o destructora. Es por la interacción entre ellas que suceden todos los fenómenos naturales, desde el choque de estrellas hasta la liberación de un electrón en el proceso de la respiración. Así, Dios es la energía positiva, creadora, que se encuentra en constante tensión con la energía inversa y complementaria en un equilibrio dinámico universal.

Por otro lado, no debemos olvidar que vinimos a este mundo y estamos en él para ser felices. La felicidad mora en nuestro fuero interno; tan sólo debemos encontrarla y disfrutarla. ¿Pero hasta qué punto podemos perseguir algo que creemos nos hará felices, si con ello perjudicamos a alguien más? ¿Cuál felicidad es más valiosa, la nuestra o la del otro? Recordemos que tan sólo somos seres humanos, llenos de defectos y virtudes. Tendemos a ser egoístas e insaciables, sobre todo con aquello que nos da placer o nos hace dichosos. Así, muchas veces cuando corremos detrás de lo que pensamos nos dará felicidad, en nuestro afán por atrapar eso que se nos antoja —en ocasiones tan sólo por satisfacer un capricho momentáneo— nos llevamos por delante a otros, atropellándolos mientras tropezamos con su existencia, desordenándolo todo, como sucede en aquella escena de persecución en medio de un mercado en una película de acción. Cuando esto pasa, la sensación de felicidad que logramos generalmente resulta efímera y se ve enturbiada por el halo de remordimiento que trae consigo el haber sido la causa de la desdicha ajena. Esa culpa se enquista entonces en un lugar de nuestra alma, de donde sólo podrá salir a su vez con dolor. Así no vale la pena todo el enredo, porque lo que creemos que nos hará felices no nos podrá llenar por completo; nunca llegaremos a tener la paz que se necesita para lograr la tan ansiada dicha y en su lugar mantendremos encendidos los tizones del sufrimiento.

En realidad no necesitamos de nadie ni de nada para ser felices; el estado de felicidad plena se logra cuando estamos satisfechos y en paz con nosotros mismos y con el resto del mundo. Y en ese estado, el sufrimiento se reduce tan sólo a un concepto teórico que no nos tocará más.

“…Como suave rocío, gotita a gotita se va colando en nuestro ser, sin pedir permiso y sin avisar siquiera. Poquito a poco, discreta, plácida, sonriente y luminosa, va empapando nuestra alma como un fluido precioso; un maná cálido y fresco a la vez que llega a todos los resquicios de nuestra conciencia, trayendo consigo el alivio del mejor tónico existente. Comenzamos a ver la belleza del crepúsculo con todos los tonos naranjas del mundo, escuchamos el concierto perfecto en el susurro de la brisa y el agua, el canto de las aves, el llamado de los animales y las hojas de los árboles cuando el viento juega con ellas. De pronto nos maravillamos ante una minúscula flor que aparece entre la nieve de la primavera temprana y ante los dedos perfectos en las manos de un bebé. Sentimos el alivio de la lluvia sobre la tierra seca, cubriéndola para hacerla reverdecer y fructificar una vez más. Nos dejamos contagiar por una sonrisa y con ello contribuimos a propagar la luz que nace en las almas buenas. Lenta pero segura, nuestra conciencia va descubriéndose a sí misma, comprendiéndonos como humanos, con todo lo que ello implica y aprendiendo a querernos tal como somos. Entonces, paso a paso, comenzamos a entender el mundo que nos rodea, con todas las personas y cosas que hay en él, hasta llegar a un estado de paz espiritual en el que nos sentimos en armonía con nosotros mismos y con el universo…”.



©2010 PSR