LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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sábado, 22 de septiembre de 2018

JUAN PUEBLO


Juracán vino 
a arrancarte lo tuyo 
sin miramientos. 

Una gran trampa 
te dejó con la vida 
hecha jirones. 

Alma tranquila 
soportaste su paso 
confiando en Dios. 

No imaginaste 
desorden que Irma y María 
destaparían. 


Perdiste aliento 
hasta eso se llevó 
el torbellino. 

Una cadena 
de infames situaciones 
golpeó tu espíritu. 

En medio del caos 
protegiste a tus hijos 
del río crecido. 

Bondad de otros 
no pudo devolverte 
la serenidad. 

La vida sigue 
pero ya no para ti 
...no queda nada. 

Otro muerto más 
que el gobierno no cuenta. 
Yo te recuerdo. 



© PSR 2018 
  
  


domingo, 1 de octubre de 2017

AVISO: III CERTAMEN INTERNACIONAL DE SIGLEMA 575

Scriba NYC Soluciones Lingüísticas Integradas notifica a los participantes del III Certamen Internacional de Siglema 575 “Di lo que quieres decir” 2017, así como al público general, que debido a la situación excepcional por la que atraviesa Puerto Rico a consecuencia del paso de los huracanes Irma y María, tanto el laudo como la ceremonia de premiación del mismo han sido pospuestos hasta nuevo aviso. Lamentamos los inconvenientes que esto pueda causar y agradecemos su comprensión.

Patricia Schaefer Röder
Scriba NYC


miércoles, 9 de abril de 2014

CAPÍTULO 47



No sé si será el último
nunca se sabe.
¿Tal vez el primero?
No estoy segura.
En verdad
es el único capítulo
que tengo
el de ahora
no es el 46 ni el 48.
Siempre seguí el libreto
que escribieron otros
…este capítulo es mío.
Dibujo un velero
pequeño
yo en la vela
la vela es mía.
Hoy la izo contra el viento
en medio del tifón.
La bajaré sólo cuando sienta
que he llegado al puerto
mas no en este capítulo.
Quiero perderme diez mil veces
buscándome.
Quiero deshacerme en el salitre
y renacer en una gota que cae.
Tal vez me encuentre al fin
en el fondo del arrecife
nadando entre tortugas y corales.
Ahora
me sujeto con fuerza
a las cuerdas
al timón.
No me esperes, amor
puede que no regrese.


©2014 PSR


miércoles, 24 de abril de 2013

TEMPORAL (...todo en la vida lo es)

Despierto de golpe, con el corazón en la boca y bañada en sudor. ¿Qué me pasa? Bebo un gran sorbo de agua. Mi piel empapada se seca despacio bajo una fina escarcha salada, dejando en el lecho el mapa de mi cuerpo. Tengo frío; lo único que me cubre es un lienzo de hilo. No suelo necesitar más; las noches aquí son cálidas y el contacto directo del yo vulnerable con las sábanas me consiente en una sensualidad liberadora. Pero hoy es diferente; el aire se siente pesado y gélido.

La luna blanca y redonda entrando por la ventana tampoco me ayuda a encontrar la paz. Los coquíes, que normalmente me acunan en un delicioso sueño con su canto amoroso, hoy parecen más exaltados que nunca. Las sombras de las palmeras agitadas en la pared de mi habitación y el barrido de las ramas sobre los muros de la casa me dicen que se avecina una borrasca. En un acto premonitorio, el perro ladra y entra por el acceso de la cocina.

Entonces, sucede. El cielo cae con todo su peso sobre el mundo que encuentra a su paso, subyugándolo, envolviéndolo en un manto líquido, grueso y limpio. Las enormes gotas chocan contundentes contra árboles, techos, paredes, suelo. Contra el espíritu atrapado en la armadura aquella. Contra el alma que teme marchitarse. El viento sopla cada vez con más fuerza, como queriendo arrasar la rutina acumulada en mil años de una existencia corriente. Agua, viento. Más agua. Más viento. Las ventanas se comban, estremeciéndose ante la presión de las ráfagas que se vuelven casi continuas e impredecibles en la penumbra. Los vidrios parecen de goma, tan elásticos resultaron ser. El golpeteo creciente de la lluvia se mezcla con el atropello de las plantas, zarandeadas en todas direcciones por rachas enloquecidas que parecieran buscar una salida en medio de lo abierto. El agua se escurre brillante por techos, muros y ventanas. Por árboles, palmeras y trinitarias. Por los objetos que forman parte de mi vida y la de mi familia, que se quedaron a la intemperie, indefensos, aquella noche que no debía llover. Por las pendientes del jardín y el patio. Por mi mente, que no quiere darme un respiro. Como tantas otras cosas en la vida, lo que comenzó como un concierto grandioso, se transformó en un ruido asonante; una manifestación iracunda de la hostilidad de Huracán, el Dios del Mal en el Caribe, en su insistente afán de arrasar con lo que no le pertenece.

Así, con tanta furia contenida en su naturaleza, va destrozando sin clemencia cuanto descubre a su paso. Árboles, postes de luz, cosechas, casas, industrias. Todo cae. Al desmoronarse el mundo, los restos quedan esparcidos en un gran charco universal, reducidos a su mínima expresión. El pánico se apodera de quienes no estaban preparados para tal suceso, pero en medio del desastre, reciben el apoyo de desconocidos que les tienden la mano.

Al fin, después de un tiempo que parece interminable, el estruendo se debilita. El viento cede. El agua cesa. Una vez más, el infierno resultó ser momentáneo. Poco a poco sobreviene la calma, con la esperanza que trae la nueva mañana. La experiencia me dice que el arco iris está a punto de aparecer. Volveremos a edificar nuestras vidas, lo sé. Mientras tanto, nos ayudaremos como hermanos, recogiendo los escombros para allanar el camino al futuro.