LIBROS POR PATRICIA SCHAEFER RÖDER

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miércoles, 24 de julio de 2013

TIEMPO


el sonido que separa
los tiempos de las vidas
es un murmullo que se cuela
ingrávido
lejano
por los resquicios de los recuerdos

en el vacío no pasa el tiempo
solo yace, oscuro y frío
la distancia entre tu cuerpo y el mío
es una era insalvable
de mil tiempos desconocidos

cuarenta suspiros no hacen un minuto
a veces son más
otras tantas son menos
y aquel suspiro efímero me esclaviza
al intento de robarlo
de nuevo

todo está movido de sitio
tantos lugares fuera del tiempo
el caos destroza los momentos de paz
no conseguimos respirar
la entropía nos deshilvana
diligente
nos empuja al odio
en medio de rencores inútiles
se diluye nuestro tiempo
inexorable
hasta acabarse

tanta vida invertida en ganar tiempo
cuando sólo lo llenamos de cosas inútiles
es hora de sanar el espíritu
hace demasiadas lunas ya
que no alza el vuelo
los grilletes pesan en el viento
ahora
es el instante justo de recuperar la libertad
no podemos perderla más
ni un solo momento.


©2013 PSR


miércoles, 5 de agosto de 2009

AMIGOS

Los amigos son una extensión de la familia. Mientras los familiares los impone el destino, los amigos son personajes que nosotros mismos vamos escogiendo a lo largo del tiempo para que interpreten sus papeles en la obra de nuestras vidas.


Hay familiares que se convierten en nuestros amigos llenándonos de dicha. Más que con cualquier otra relación, un amigo es un privilegio sagrado porque, aunque podemos tener un número infinito de amistades, cada una nos da algo diferente, y nosotros le damos algo distinto a ellas. Tenemos amigos para pasarlo bien, para reírnos a carcajadas, para llorar, para compartir cosas serias, para soñar y para que nos traigan de vuelta a la realidad. Hay amigos para hablar y para escuchar el silencio del otro; para salir a bailar y para tomarse una copa de vino o un café. Hay amigos que nos quieren proteger a toda costa y hay otros que nos abren los ojos por nuestro propio bien.


Sin embargo, aunque pareciera que los tengo organizados en grupos, no puedo clasificar a mis amigos porque con cada uno de ellos tengo una relación única, incomparable, que me hace vibrar en una onda particular. Los cercanos, los lejanos, los viejos amigos y los nuevos; todos son distintos, insustituibles y especiales, necesarios e imprescindibles en mi vida.


Como los sueños y las conversaciones, los viajes son oportunidades para el encuentro. Cada encuentro es irrepetible en su esencia y en la huella que deja en nosotros. No sólo nos encontramos con personas; también lo hacemos con lugares significativos. Los encuentros con mis amigos llenan mi alma como las estrellas en una noche despejada y la visita a un sitio importante de mi vida me hace recordar de donde vengo y como he recorrido mi camino, ayudándome a comprender hacia donde me dirijo.


En las últimas semanas tuve varios encuentros con personas y lugares inolvidables. Mi infancia, mi adolescencia y mis veintes se refrescaron en mi alma con espacios y amigos de la escuela, la universidad y la vida, que he ido coleccionando con buen tino y mucha suerte. Pero a pesar de mi buena intención y de haber hecho un esfuerzo por comunicarme con cada uno, como suele suceder, no alcanzó el tiempo para localizar a todos aquellos que hubiera querido, y así tengo un motivo para intentarlo de nuevo pronto.


Siempre es bello encontrarse con alguien querido, y más aún cuando sabemos que esto no es muy frecuente. Mis amigos me mostraron que pese a la situación extrema que se vive actualmente en mi país, su nobleza y generosidad no han cambiado para nada. Con una inmensa dicha confirmaba repetidamente que no me había equivocado al escogerlos. Poco a poco fui descubriendo y redescubriendo personas maravillosas que me hicieron sentir de nuevo en casa, encontrándome a mí misma entre mi gente y con mi gente. No pudo ser mejor: encuentros en desayunos, almuerzos, cenas, exposiciones, cine, teatro, cafés, tés, paseos, siembras; todo enmarcado en recuerdos maravillosos y conversaciones nuevas, impostergables, imprescindibles. Pero lo que más me conmovió fue la familiar amabilidad y calidad humanas amalgamadas con esa alegría tan nuestra, unidas perenne e indeleblemente en medio de la presión diaria y los problemas de cada quien.


Me emociona comprobar que a pesar de todos los kilómetros y el tiempo del mundo, en cada encuentro mis amigos y yo nos sentimos como si nos hubiéramos visto la semana anterior. Y es que, aunque nuestras vidas cambien, lo verdadero que hay en nosotros se mantiene igual por siempre.


Quiero agradecer a cada uno de mis amigos haberme regalado algo de su tiempo para compartir un bello encuentro y con ello fabricar nuevos recuerdos gratos. Gracias por tantas atenciones, tanto cariño y tanta alegría que me brindaron. Gracias por las charlas, las opiniones, las confidencias. Gracias por sus risas y por el brillo en sus ojos, ¡que nunca se opaquen! Gracias por los detalles, los guiños y las sonrisas. Gracias por los abrazos fuertes. Gracias por regalar felicidad. En fin, gracias por seguir siendo mis amigos y por saber que el sentimiento es recíproco.


Y aunque parezca contradictorio, no los extrañaré porque sé que están allí y que son los amigos de mi vida. Los tengo presentes ya que de una u otra manera forman parte de mi realidad, así que no me despediré de ninguno; más bien nos mantendremos en contacto hasta el próximo encuentro y más allá aun, sintiendo siempre que apenas nos vimos unos días antes…



© 2009 PSR