¡Qué día! Al levantarme, tuve que
convencer a mi sombra para que se saliera de las sábanas. Una vez en el baño,
el reflejo en el espejo me miró burlonamente y me preguntó que quién me creía
yo para arreglarme tanto, que igual no tenía remedio. Ya en la cocina, mi estómago
me regañaba por no alimentarme con algo saludable. En el carro, el inquilino de
mi pecho criticaba cada una de las maniobras que hacía casi en modo de piloto
automático: que no acelerara tanto, que tuviera cuidado al burlar los semáforos
y que no les tocara la bocina a quienes insistían en bloquearme el camino a
paso de tortuga. Luego, en el trabajo, la voz en mi cabeza se reía a carcajadas
cada vez que tomaba una decisión y me espetaba que cualquiera podía hacer el
mismo trabajo que yo, solo que mil veces mejor. Mi estómago estaba por
recordarme que debía tirarle algo, el corazón latía aburrido y la voz en mi
cabeza no paraba de transmitir sandeces. Sin más, entré en el baño, donde mi
sombra cansada se multiplicó por las luces en diferentes posiciones y los
espejos en ángulo potenciaban mi reflejo hasta el infinito. Así, los presenté unos
a otros y se pusieron a criticarme a sus anchas hasta que pronto comenzaron a
pelearse. Entonces, los dejé encerrados a todos y me fui a tomar un café.
©2011 PSR
muy simpatica narracion!!!!!!
ResponderEliminarme rei tanto que espante el sueño, ...pero asi si vale la pena!
ResponderEliminares esos dias en que uno dice: esta no es mi vida!! jaja
me has dado una idea de qué hacer en esos días "nefastos"
ResponderEliminar:-), que dia tan "canijo", asi hay dias, me encanta tu imaginacion. recibe un abrazo y un beso madrugador.
ResponderEliminarGenial Patri !!! Muy buena idea............
ResponderEliminargenial!!!! la mejor solución sin dudas....
ResponderEliminarGenial!
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