Es curioso cómo una palabra puede descalabrar a la gente de un país, y no hacerle absolutamente nada a otras personas de lugares distintos, aunque hablen el mismo idioma. Independientemente de su significado literal, la respuesta está en los valores y costumbres que compartan o no aquellas culturas.
Según la Real Academia Española de la Lengua, el término “coño” es una voz malsonante que se refiere a la parte externa del aparato genital de la hembra, y se usa frecuentemente como interjección. La verdad es que nunca he usado esa palabra con su acepción; tal vez porque no tiendo a ser una persona “mal hablada”. En general le doy a cada término todo el peso que tiene, usándolo según su significado, y conozco maneras menos peyorativas para referirme a esa parte del cuerpo femenino. En mi caso, la palabra “coño” es una excepción; la uso exclusivamente como expresión de asombro, positivo o negativo.
Me fascinan las palabras; son mis amigas íntimas. Puedo hacer malabarismos con ellas y me siento como una maga; las invento, las hago aparecer y desaparecer, les doy la connotación que deseo, el significado que quiero, la fuerza que me place, la intención, la sutileza; descubro la belleza que guardan en sus acordes cuando las pronuncio y me deleito en ello. Las palabras también se pueden convertir en fuentes de error; las utilizamos para informar o desinformar, para engañar, tergiversar, improvisar, crear, salir de aprietos, para sobrevivir o sucumbir, para embellecer, animar, destruir e incluso matar.
Ciertamente, cada palabra tiene una carga, un valor. Pero ese valor y ese peso solamente aparecen cuando la persona que entra en contacto con ella le da un significado y reacciona de alguna manera. Cada idioma es un mundo y posee un vocabulario propio. Aunque distintas lenguas compartan las mismas raíces, las palabras no tienen por qué repetirse necesariamente, y de hacerlo, su significado no siempre es igual. Incluso en culturas que hablan el mismo idioma, hay términos con acepciones y valores distintos. Por eso compruebo una y otra vez que no hay palabras buenas ni malas; todo depende de la intención con que se digan, del peso que se les atribuya y la cualidad que les den quienes las reciban. Cuando yo digo “coño”, simplemente estoy exclamando, sea por extrañeza, felicidad o desagrado; nada más.
Siempre he disfrutado con las palabras. Me gusta usarlas por la manera como suenan; puedo escuchar la armonía que todas juntas aportan a la melodía del lenguaje hablado. Hace tiempo me di cuenta de que con frecuencia digo la palabra “coño”. Podrá parecer gracioso, pero me gusta mucho su fonética. De hecho, prefiero escucharla y sobre todo decirla, más que leerla. Me parece que el sonido fuerte de la c le da carácter, mientras que la ñ la suaviza y le da esa personalidad seductora e inimitablemente hispana, y la o le imprime esa dosis de interjección y asombro, que hacen esa palabra tan versátil. Es así; la expresión “¡coño!” se puede usar en casi cualquier situación, si se le da la entonación adecuada. Definitivamente, mi intención al utilizarla es solo manifestar sorpresa.
Cuando mi hija tenía cinco años recibí una nota de su maestra de primer grado, en la que se quejaba de que la niña había dicho una mala palabra en clase. Fui a la escuela a hablar con la maestra y le dije que lo sentía mucho y que me aseguraría de que no volviera a suceder. La maestra no parecía molesta, más bien me comentó que estaba asombrada, “no tanto por la palabra que había usado la niña, sino porque la dijo unas dos o tres veces, todas en contextos válidos; la niña la usaba cuando se le caía algo y se molestaba”. La maestra me comentó que, cuando le preguntó a la niña por qué había dicho esa palabra, ella simple y seriamente le respondió que era porque se le había caído algo al suelo. Entonces, la maestra se dio cuenta de que mi hija no veía esa palabra como mala y que la usaba solamente para expresar disgusto. Sin embargo, debía corregirla. Así, cuando le hablé a mi hija para explicarle que hay palabras que no deben decirse, ella simplemente me dijo: “Mamá, ¿para qué inventan las palabras si después no se pueden usar? Las palabras existen para usarlas, ¿no?”. Cuando escuché esto, no pude evitar que se me dibujara una enorme sonrisa por dentro, porque me encantó comprobar que mi hija razonaba lógicamente. Pero claro, ahora debía decirle algo que fuese suficientemente lógico para que ella comprendiera que no podía usar esa palabra por ahí, y que mejor la sustituyera por otra que no ofendiera a nadie. Y eso fue justamente lo que le dije; que hay palabras que ofenden a la gente. Ella lo entendió y no volvió a decirla más, al menos de pequeña.
El asunto con las palabras soeces es muy simple. En realidad, no es cuestión de pronunciarlas o no; más bien se trata de entender su significado, saber usarlas y comprender la intención con que vienen. Como todo, si existen es porque alguien las ha creado, y si es así, alguna función han de tener; solo hay que saber cuál es. Ellas ocupan un espacio en el vocabulario de todos nosotros, que quizás sea teórico y pequeño, y tal vez nunca llegue a ser necesario utilizarlas. Sin embargo, es bueno conocerlas para poder decidir qué hacer con ellas. En mi caso, pasará mucho tiempo antes de que me tope con una palabra “buena” que sustituya en todas sus funciones a la expresión “coño” y sobre todo, que me guste más en cuanto a su fonética. Y aunque sinceramente no la estoy buscando, el día que por casualidad me la encuentre, lo pensaré bastante antes de cambiarla, ¡coño!
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miércoles, 6 de abril de 2011
COÑO
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Patyyyy!!!! está bueníííísiiiimooooo!!! me encanta, coño!!!
ResponderEliminarExcelente !
ResponderEliminarbellisima tu obra
ResponderEliminarrecorcholis!! pardiez!!
ResponderEliminarjajajajaja, me encantó, mientras estaba leyendo, tenía una sonrisa en mis labios, casi escuchandote y me alegraba mucho la opinión que tu tienes sobre las palabras de las cuales haces uso tan habilmente, hasta siento curiosidad sobre cual sería otra palabra que pueda sustituir a esa palabra COÑO, jajaja, felicidades paty, me encanta !!! (te podría sugerir algunas pero creo que no le llegarían al valor que tu le das a C O Ñ O ).
ResponderEliminarme gusto coño!!
ResponderEliminarCoñó! esta buenísimo...
ResponderEliminarpor ejemplo..coño! me cai..eso me descalabro
ResponderEliminarCoño, lo que escribiste está del carajo! Me encantó!
ResponderEliminarmas bueno quel coño!
ResponderEliminaro..por ejemplo ese coño e madre se va el 2012...umm
ResponderEliminarTe quedo muy castizo ese titulo!!!!
ResponderEliminarjeje, confieso que ésa es una de las palabritas que se me escapan sin querer. Algunas veces, también confieso, las digo sin querer queriendo. Un abrazo, Paty! (te imaginé Taaaan Bien diciendo la dichosa palabra :D)
ResponderEliminarTambien es una de mis favoritas coño! Cuando mi sobrinito la oye dice: "coño no, conchale vale" porque asi lo esta enseñando mi hermana. Lo bueno es que una vez que lo regañe por tremendo en vez de disculparse por la tremendura se volteo y me dijo con cara muy seria: "Tia! Conchale vale!" Osea me mento la madre ;-)
ResponderEliminarY a mí, pues yo no puedo decirla. (Y eso que soy BIEN mal hablada...)
ResponderEliminarBueno, con lo del cónchale, tengo una anécdota de mi (primera) juventud... resulta que en Argentina "concha" tiene el significado de "coño" y bastó saber que así era para que en una ocasión que me pegué durísimo la mano, mientras jugaba pool en Buenos Aires (nunca he sido muy hábil con esos "artilugios"), no se me ocurrió otra cosa que empezar a decir (desaforadamente :D): "cónchale, cónchale, cónchale", cuando la otra palabrita me salía casi que dormida... en fin... buenos días!
ResponderEliminar"Coño" se dice mucho en Canarias!!!No significa nada grave, creo que era unas de las primeras palabras que aprendí jajajajajaja!!!!Aqui sueltan un coño y un carajo sin ningun problema..............
ResponderEliminarHola Patricia: Estupendo lo q leí, se me hizo muy entretenido y muy acertado. Lo compartí con mi hija, estoy segura q lo va a disfrutar mucho pues su bachillerato y maestría es en literatura, así q seguramente lo ha de disfrutar.
ResponderEliminarCualquiera que se ha dado un buen martillazo en el pulgar conoce esto. No es un ''ay", ni mucho menos un ''shit". Lo único que procede es un ''Coñññooo!!!!!'' Como dijera un famoso político: ''No hay otra palabra!''
ResponderEliminarJa,ja,ja....no creo que encuentres otra palabra que resuma tan bien un sentimiento y una ocasión frustrada...aunque no sea de damas el usarla según mi abuelo (que tiempos aquellos).
ResponderEliminarcoño, ahora si!
ResponderEliminarCoño, tienes toda la razon, las palabras en si tienen ningun el significado que tu le das, incluso para destruir o matar como bien lo has dicho.
ResponderEliminarJa ja ja me es gracioso tu palabra en vez en cuando o siempre utilizas el coloquial común. mis respetos y saludos con cariño