Mi corazón late. Respiro, siento, pienso...
existo. Soy un ser humano que se reconoce como parte integral e ínfima de la
naturaleza universal, perdurando en ella de manera dinámica. Mi alma celta corre
libre por bosques y playas, vibrando al unísono con los elementos, llenándome
de energía, luz y color. Soy Patricia Schaefer Röder, la hija menor de alemanes
que emigraron a Venezuela después de la Segunda Guerra Mundial. Soy la hija
“sorpresa”; mi existencia no estaba contemplada para nada en su hogar. Sin
embargo, mis padres decidieron quedarse conmigo… o más bien que yo me quedara
en la familia. Soy la hija a la que le pusieron el nombre de un éxito de Pérez
Prado que sonaba insistentemente en aquella época, pero irónicamente, no sé
bailar. Soy una persona auténtica y sencilla que cada día se maravilla ante la
naturaleza y el milagro de la vida; alguien que aún no ha perdido la capacidad
de asombrarse frente a una flor silvestre. Siento un profundo respeto hacia la
vida en todas sus formas. No creo en las etiquetas; respeto la individualidad
de las personas y su derecho a ser como deseen, aceptándolas tal cual son. Soy
quien insiste en ver el lado bueno de todo. Vivo en libertad de pensamiento y
obra. Soy esa chica a la que nunca le ha gustado acatar órdenes a ciegas y cuyo
espíritu se apasiona por las personas y las cosas. La pasión me llevó a
estudiar biología en mi país y luego me hizo buscar otros horizontes en Europa.
Después, la pasión me ayudó a cambiar de carrera y a abrirme camino en los
Estados Unidos. Durante toda la vida, esa pasión me ha animado a expresarme y a
desahogarme a través de la escritura, conociendo diferentes realidades en otros
cuerpos y distintos espacios-tiempos. La pasión es el motor que me mueve. Si
algo no me apasiona, simplemente no lo hago.
No soy el pecado ni la tentación de
nadie. El mundo está lleno de objetos, oportunidades y sentimientos que no
necesariamente tienen un valor intrínseco. Así, cada quien es responsable de sus
miedos, sus acciones y sus arrepentimientos. No necesito la bendición ni el
permiso de terceros con respecto a ninguna cosa que yo sueñe, desee, haga o
sienta. No tolero la injusticia de ninguna manera. Soy una persona sincera que
ama y busca el bienestar y la felicidad de quienes la rodean. El amor es la luz
cálida que me invade, indicándome el camino; todo lo que hago es por amor. Mi
amor es verdadero; es puro y limpio. Al amar, deseo ser mejor y ayudar a los
demás; por lo tanto, mi amor solo puede ser bueno. Me siento inmensamente
dichosa cuando dibujo una sonrisa en el rostro de alguna persona; eso me anima y
me recompensa cada día. Estoy en paz con los demás y conmigo misma, y así soy
feliz. No me gusta experimentar con las emociones por curiosidad o novedad, por
eso no voy a contaminarme con aventuras huecas que me traicionarán. No dejaré
que nadie juegue con el cariño pleno y verdadero que yo entrego; no necesito ni
deseo recibir sentimientos superficiales que no corresponden de una manera
siquiera parecida al profundo amor que llevo dentro. Soy una mujer real, tengo
mis convicciones, mis anhelos y mis pasiones. Sé quién soy… y estoy viva.
©2012 PSR