Se fue la abuela. Tenía 92 años. La abuela fue una de esas mujeres fuertes en todos los aspectos, que me inspiran un gran respeto y una profunda admiración. Una perfecta representante de aquella generación europea nacida después de la Primera Guerra Mundial que tuvo que hacer valer su instinto de supervivencia desde el mismo instante en que sus pulmones se llenaron de aire. Esa generación produjo mucha gente valiosa; gente tenaz, luchadora, sin miedo al trabajo o a pasar penurias, con la mirada siempre puesta en la meta de un mejor provenir.
La abuela nació en un pueblo de España donde la conocían como La Lecherina y murió en una ciudad de Venezuela, donde la conocieron como La Reina de la Química. Como tantos otros, tuvo que trabajar desde muy joven para sostenerse. Así fue diseñando su propio destino, sopesando cuidadosamente cada paso que daba. Conoció al abuelo, se casaron en medio de la Guerra Civil Española y tuvieron un único hijo. Tenían un puesto de frutas en el mercado, pero sabían que con trabajo y esfuerzo podían mejorar su calidad de vida. Un día decidieron que sería conveniente emigrar de la destrozada España. La idea inicial era irse a los Estados Unidos, porque la abuela tenía una amiga que le contaba lo bien que podía vivir allí y le ofreció brindarle ayuda si la necesitaba. Pero el destino tuvo otros planes y decidieron ir a Venezuela, un país suramericano joven y en esa época desconocido, en el que había un programa de inmigración selectiva por parte del gobierno, que apoyaba a trabajadores europeos, principalmente de España, Portugal e Italia (aunque también llegaron franceses, alemanes —como mis padres— y otros más), ayudándolos a ir allá para trabajar, levantar y echar adelante esa Tierra de Gracia.
La abuela y el abuelo llegaron a Venezuela trayendo solo el polvo de su patria en los zapatos. Fueron pobres durante un tiempo, solo el que les tomó aprender seriamente un nuevo oficio para volverse tan buenos en él que pudieran vivir de eso. El abuelo incursionó en la ebanistería y la abuela comenzó de manera sencilla a cortar cabello. Respondiendo a su ímpetu innato de avanzar sin importar las circunstancias, fue ensayando diferentes técnicas de estilismo y luego se enfocó en los tratamientos químicos para el cabello. La abuela se hizo peluquera por iniciativa y empeño propios, trabajando sin descanso, aprendiendo sin cesar y practicando las últimas novedades estilísticas que la mantenían siempre al día.
Además de eso, la abuela se estaba desenvolviendo como una mujer de negocios. Instintivamente comenzó a ahorrar e invertir, logrando establecer una peluquería propia. Allí, ella enseñaba a mujeres y hombres jóvenes que querían aprender estilismo, entrenándolos en su salón de belleza hasta convertirlos en excelentes profesionales. Después de un tiempo, vendió esa primera peluquería y abrió otra con nuevo personal, al que también instruyó en las artes de la belleza. Esto lo repitió varias veces, llenando la ciudad entera de salones de belleza fundados por ella.
La abuela, como tantos otros inmigrantes, ayudó a desarrollar esa tierra que ella había elegido para vivir y de la que se enamoró inevitablemente, igual que le sucedió a todo aquel que por razones del destino puso los pies y el alma en ella. De no tener nada, trabajando sin parar, logró convertirse en una fuente de buen empleo para muchos otros que la querían y respetaban por lo que ella era: un ejemplo de supervivencia y crecimiento en todos los sentidos.
Así, la abuela se convirtió en una leyenda viviente. Recibió varios homenajes en Nueva York y en otras ciudades por su larga trayectoria profesional en el área de la belleza, pero tal vez lo que más orgullo le daba era saber que había enseñado a tantos otros aquello que ella misma había aprendido, dándoles la oportunidad de desempeñar un oficio decente del cual poder subsistir.
No hay duda de que la abuela fue una mujer excepcional. Fuerte y luchadora por naturaleza, nunca se dejó doblegar. Vivió como quiso, sin que nadie le dijera lo que debía o no debía hacer; así mismo fue hasta el final…
Hoy, la abuela se marchó. Seguro comenzará algo nuevo allá donde vaya. Hasta luego Abuela, te quiero mucho.
©2011 PSR
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miércoles, 9 de febrero de 2011
ABUELA
Etiquetas:
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Esta historia me es familiar: Mis propios padres.
ResponderEliminar"He who is not courageous enough to take risks
will accomplish nothing in life" -Mohammad Ali
phrased nicely "La abuela y el abuelo llegaron a Venezuela trayendo solo el polvo de su patria en los zapatos"
ResponderEliminarque bonita historia de vida, esta historia me invita a hacer lo que me toca hacer en este mundo, es muy bonito conocer gente asi y contar con ella. Para la abuela mi reconocimiento y para los familiares de la abuela, un abrazo de ánimo.
ResponderEliminarnuestras vidas estan llenas de abuelas asi, viajeras, emprendedoras, sin miedo. Es su ejemplo el que debemos seguir, no hay patria sino un solo mundo, no tenemos raíces sino piernas...
ResponderEliminarThis is beautiful, Patricia! It seems you are very much like your grandmother, using your talents to their capacity...your beautiful gift for words to write this for her & about her. Thank you for sharing it with us.
ResponderEliminarMuy bella la nota de tu abuela.
ResponderEliminarTus palabras me hicieron recordar a la mía; ya que, de igual modo, mi abuela fue una mujer fuerte y luchadora por naturaleza y nunca se dejó doblegar.
Cuando en la década de los '40 las mujeres no se divorciaba...n por "el qué" diran ... la mía, SI lo hizo. Mi abuelo (su esposo) era un esritor casasdo, pero mujeriego.
Ella no fue del tipo de mujer doblegada que aguantaba infidelidades, para darle gusto a la sociedad y vivió de tal modo, hasta sus últimos días.
Me ha conmovido este relato Paty, me uno a la admiración por la lucha y el talento de tantas mujeres...Gracias bella!
ResponderEliminaryo tambien me uno por mis abuelas.
ResponderEliminarQue historia tan linda.
ResponderEliminarAqui estamos. ( Maria Gutiérrez.)
ResponderEliminarNada debemos,
porque nada que no hayamos
conquistado nos ha sido dado.
El futuro nos espera e, incansables,las mujeres avanzamos.
Que belleza Patty...
ResponderEliminarMy grandmother left when she was 93...and as yours left an eternal presence amongst those who knew her.
ResponderEliminarBello! Todo lo que escribes me encanta y a mi no me gusta leer el español. Gracias por hacerme recordar la belleza del español.
ResponderEliminarGracias por compartir tan bella historia. Son los buenos recuerdos de nuestros seres queridos lo que conservamos cuando ya no los tenemos presente. Dios te bendiga y les de la fortaleza.
ResponderEliminarTu abuela vive en todas las generaciones que provoco con ese único hijo y con el ejemplo de su larga vida floreciente. Que orgullo que puedas recordarla con admiración. Deseo que por las venas de ti y de tus hijos recorra esa sangre de extirpe fuerte que no vacila ante el cambio, que enfrenta sin miedo, que construye castillos de la nada y lo logra todo, que trabaja, que emigra y que aun tiene tiempo para preocuparse por la belleza.
ResponderEliminarBesosss Muchosss. me alegra que tu tengas esos bonitos recuerdos de tu abuela.
ResponderEliminarGracias Dulce Escritora, estoy seguro de que tu abuela, este en el lugar que este, estara pensando en que negocio habrir alli, en ese lugar donde esta....mientras lee lo que su nieta escribe.
ResponderEliminarprecioso!! qué homenaje...
ResponderEliminarUn bellisimo homenaje a esa brillante vida digna de ser imitado por todos.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Bello homenaje a esa brillante vida digna de ser imitada por todos.
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