Hay un lugar en la casa donde se pierden las dimensiones y los parámetros. Cada vez que entro en mi baño me sucede algo muy raro. Es como si el mundo cambiara súbitamente; las paredes giran entre el piso y el techo, distorsionando el espacio y torciendo el mobiliario. Me siento insegura y a veces hasta pierdo el equilibrio.
Parece un universo paralelo. Apenas cierro la puerta tras de mí, las rectas comienzan a doblarse, lentas pero seguras, derritiéndose cual obra de Dalí. Los vértices del techo pierden la continuidad, haciendo que su rígida plataforma se suavice; moviéndose como una gran bandeja invertida que oscila inclinada sobre un eje invisible. En las paredes, las baldosas vibran a un ritmo y la bañera a otro. Las plantas se estiran y encogen como si fuesen de goma. La luz encubre algunos objetos a la vez que descubre formas geométricas nuevas para mí. Hay en el espacio una calma atrapada en el aire de recambio, como un fluido en suspensión dentro de otro más pesado; alumbrado por la mezcla de neón y luz natural que se cuela por la ventana.
El tiempo va y viene en muchos sentidos. Se pierde la estructura horaria, descosiéndose en un haz infinito de instantes que se mueven al ritmo de mis párpados hacia adentro y hacia afuera, de un lado a otro, de arriba hacia abajo, al futuro y al pasado. A veces se vuelve circular, otras veces se transforma en una espiral, pero no fluye; más bien lo invade todo instantáneamente; suave e implacable.
En ese espacio y ese tiempo trastocados, las ideas entran y salen de mi cabeza, siguiendo el pulso de los objetos inmersos en el ambiente intratemporal. Mi mente se deja llevar por el tráfico desordenado de pensamientos que se agolpan en cada resquicio de materia gris para intentar ver la luz a través de mis ojos. Ni me tomo la molestia de intentar organizarlos, prefiero dejarme llevar por ellos y participar en esa suerte de malabarismo caótico que me empujará a descubrir algo inimaginado hasta ese mismo momento.
Mucho más que un refugio del pensamiento, el baño se ha convertido en mi celestina espiritual y física. Es allí donde me encuentro con mi amante. Me visita cada noche, escondido en algún lugar de la casa, donde nadie lo puede encontrar. Paciente, espera el instante en que entro al baño, siguiéndome de cerca pero sin que lo perciba. Dejo la puerta entreabierta en una invitación perenne, segura de que no me defraudará.
Mi ritual del baño es lo más importante del día. Es la oportunidad de olvidar por un rato la rutina del diario vivir; de deshacerme y volverme a hacer a mí misma. La bañera se convierte en mi pedacito de mar particular; el inverso perfecto de una isla privada, bordeada por velas que regalan la luz precisa para el descanso del espíritu. La taza de té caliente exhala su aroma a vainilla desde el saliente izquierdo, y sobre el derecho descansan dos trufas de chocolate amargo. Todo está listo. Abandono las ropas que me atrapan inclementes y, solemne, entro a la bañera, donde aguarda el elemento sanador.
El agua salada y tibia relaja mis sentidos, limpiándolos de cualquier resto de sensación que haya quedado atrapada en mi cuerpo por error. La luz tenue y el divino maná tranquilizan mi alma, desahogándose entera en un hondo suspiro.
Es entonces cuando mi amante viene a mí. La única intromisión permitida en mi nirvana. Sutil, se desviste y entra a hacerme compañía en mi paraíso acuático. Se me acerca por la espalda, despacio, recorriéndola de abajo hacia arriba con las manos abiertas en abanico. Me abraza luego por los hombros y, ceñido a mí, besa suavemente mi cuello una y otra vez. Con cada beso, la piel de todo mi cuerpo se va erizando más y más, imitando una tunera brava en flor. El placer es tal, que por un momento nos convertimos en tortugas marinas y danzamos al compás de los tímidos cirios de la noche.
Mi amante no me da tregua; me ataca y me cuida, besándome, acariciándome, abrazándome con todas sus fuerzas para después soltarme, gentil y delicado, seguro de que regresaré inmediatamente a buscar refugio en su pecho. Jugamos, reímos, sentimos, amamos. Compartimos la relación más profunda y honesta, sin condición ni préstamo de emociones. Nos volvemos energía pura en la intimidad del baño, mientras que en el resto de la casa la rutina continúa su camino, inclemente, definiendo las vidas de quienes se dejan llevar por ella. Me alivia saber que eso no me sucederá a mí. En ese rato existimos sólo dos, y nos deja sin cuidado cualquier otra cosa que pueda suceder.
Al final, extasiados y llenos de vida, mi amante secreto se despide en silencio, los ojos prometiéndome que volverá mañana. Luego se desvanece, dejando en la alfombra sólo sus huellas mojadas junto a las mías. Una vez más, he recobrado mi alma.
©2005 PSR
fragmento tomado de un trabajo en proceso
EL AGUA NOS DA VIDA, NOS CALMA, NOS NUTRE, NOS ENVUELVE, NOS PURIFICA Y NOS LIBERA ...Y A VECES CAE SOBRE NOSOTROS COMO GOTAS DE SOL Y LUNA
SE ME ERIZA TODO GUAO.,.MUY SUTIL
ResponderEliminarEl baño, definitivamente, donde nos encontramos con nosotros mismos en diferentes dimensiones. Allí cuerpo, mente y espíritu se diluyen.
ResponderEliminarP.D Gracias por añadirte a mis seguidores.
Buenas vibras!!!
Ya te he dicho que me muero por leer el resto?. Recibe un besote.
ResponderEliminarYa no me siento tan mal por no tener el dinero para la ampliacion y el yacusi que tanto queremos
ResponderEliminarAsi es..tal cual como lo describes...es lo mismo que siento...por fin consegui a alguien que me lo pudiera explicar...gracias.Un abarazote inmenso.
ResponderEliminarMuy bueno!!!
ResponderEliminarwow, me enanta!!! No quería que pasara el miercoles sin leer lo que subiste al blog, (para mi todavía es miercoles porque no me he acostado), cuando termines este trabajo estará mucho mas bonito.. felicidades como siempre por escribir cosas tan padres.. abrazo y beso.
ResponderEliminar:D
ResponderEliminar...excelente como todo lo que sale de tu pluma!
...QUE TAL ?
ResponderEliminarHermoso relato, llena el alma de imagenes. Un gusto leerte. Besos, cuidate.
ResponderEliminarLo que escribes enaltece el alma, ese amante secreto que nos visita, nos regala, nos conquista...
ResponderEliminarEse escondite donde algunos entran para ducharse y otros seres un tanto más profundos y un poco más intensos esperan para poder volar.
Gracias por plasmar tus pasiones de esta manera
TE FELICITO PATRICIA... ME ENCANTO!
ResponderEliminarPaty, te deseo lo mejor ! Te lo mereces..! Ese parrafito de "agua" esta sencional...me envuelve.....sigue adelant y q Dios te guie...
ResponderEliminarHermoso todo lo que dices en Ritual del Baño, sobre todo estas frases del 6to parrafo que dicen: (La bañera se convierte en mi pedacito de mar particular; el inverso perfecto de una isla privada, bordeada por velas que regalan la luz precisa para el descanso del espíritu. ) Sencillamente son perfectas Patricia.
ResponderEliminar