una montaña insorteable
se mueve delante de mí
antecediéndome en todo momento
no puedo escapar de ella
ni siquiera puedo dejar de mirarla
descarada, se burla
aplastándome en sus abismos
la montaña es hueca
me grita que salte
caigo en el espejismo
siento la ausencia de calor
también la ausencia de frío
sucumbo en un volumen que no es
no hay luz ni oscuridad
a ratos me invade el temor
todo está repleto de piezas viejas
sin instrucciones para armar el
rompecabezas
quinientos mil colores se posan sobre el
gris
intentando definir alguna silueta
peregrina
que huye a medio terminar
un millón de acordes se cuelgan de las
cuerdas del pentagrama
es inútil, la montaña los absorbe sin
dejarlos salir
pareciera hecha de corcho
el silencio me comprime
novecientas dieciocho formas geométricas
llenan las páginas en blanco de mi
memoria
sin poder llegar a ser un dibujo
la montaña se tragó el cuaderno
setecientos aromas en coloridos tonos
inundan aquel aire que me apresa sin
dejarme respirar
estoy presa en el espacio
la montaña no me permite avanzar
no me abandona
ni se desintegra en mi mente
es un titán omnipresente
los recuerdos se derraman sin remedio por
la habitación
inundan la casa
salen hacia la calle
buscando inútilmente una red que los
atrape
entre fragmentos de desechos
que flotan río abajo
a mis pies
el manantial está en la montaña
ella cuida fantasmas
suelta demonios
nutre miedos
inseguridades
no puedo ver más allá
es contundente
refractaria
se carcajea de mis sueños
haciendo trizas el ímpetu
las oportunidades
la montaña está delante de mí
no me dará paso
implacable, se mete en mi cabeza
haciendo confeti de mis planes
quiere invadir mi espíritu
y estrujar cuanto deseo quede
la montaña se cree invencible
dueña de mi destino
pero olvida que soy cantera
y mi paciencia es infinita…
©2014 PSR