Marisela se vestía para la fiesta. Estaba
emocionada, hacía tiempo que soñaba con ir a una fiesta grande como esa. Tenía
mucha ilusión porque sabía que vería de nuevo a toda su familia, a todos sus
amigos. Marisela se vestía con sus mejores galas, con colores brillantes y
encendidos. Marisela se vestía para la fiesta. El espejo volvió a ser su amigo,
ayudándola a maquillarse y peinarse con esmero para reflejar así toda la
alegría, toda la felicidad que llevaba dentro. Mientras musitaba su canción
preferida, se perfumaba y sonreía, dejando salir aquella luz que había vuelto a
encender en su alma. Marisela se vestía para la fiesta mientras soñaba con su
nueva vida, con su futuro un tanto incierto, pero suyo. Al fin comenzó la
fiesta. Marisela brilló como nunca antes; rio, jugó, habló y bailó hasta el
amanecer. Aquella mañana, el sol salió tarde.
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