Caracas, 23 de enero de 1958. En la Maternidad Concepción Palacios
nacieron hoy al mediodía las primeras trillizas del año, a quienes sus orgullosos
padres les dieron los nombres de Constitución, Democracia y Libertad.
Eran tres bebés preciosos; los más lindos
y rozagantes que nacieron ese día… ese mes… ese año. Con facciones amables y
sonrisas perennes, tenían los ojos grandes y expresivos, y se maravillaban ante
todo lo que descubrían.
A lo largo de los años, junto a su
hermosa familia, las tres hermanitas fueron creciendo bellas, fuertes y sanas.
Asistieron a la escuela pública Domingo Faustino Sarmiento en Maripérez, donde además
de lengua y matemáticas, aprendieron sobre los símbolos patrios, las costumbres
y las tradiciones de su bello país.
Como a tantos venezolanos, a las
trillizas les encantaba ver Radio Caracas Televisión con sus padres y sus dos hermanos.
No se perdían las novelas ni mucho menos la Radio Rochela, con sus parodias de
la cultura y la política; siempre las comentaban en casa y con los amiguitos.
En aquellos tiempos, la familia de las
tres niñas vivía en una Caracas tranquila, a pesar de su crecimiento constante.
Los fines de semana visitaban el Paseo Los Próceres, el Parque del Este, el
teleférico, la playa, iban de excursión por los Altos Mirandinos al Embalse La
Mariposa, o a los pueblos del Junquito o la Colonia Tovar en Aragua, o sencillamente
se quedaban en la ciudad para disfrutar la vida cultural de la capital.
Constitución, Democracia y Libertad
fueron al Liceo Andrés Bello, donde estudiaron álgebra y literatura, ciencias
naturales, física y química; y sobre todo la historia de su patria y el bravo
pueblo que la habita, y también aprendieron sobre el resto del mundo y los
países que lo forman. Al terminar la secundaria, Constitución se graduó de
Bachiller en Humanidades, mientras que Democracia y Libertad se recibieron como
Bachilleres en Ciencias. Las tres hermanas continuaron sus estudios en la
Universidad Central de Venezuela.
Constitución estudió leyes, Democracia
estudió Arquitectura y Libertad estudió Biología, graduándose todas en 1981. Eran
estudiantes brillantes, trabajadoras y bellas. Tanto en la universidad como en
las fiestas, los muchachos siempre se sentían atraídos por las trillizas, como
un enjambre de abejas en busca de miel. Invariablemente, cada vez que algún
chico se presentaba y les preguntaba sus nombres, ellas respondían a coro:
“¡Constitución, Democracia y Libertad, aunque no lo creas!”, a la vez que le
regalaban tres preciosas sonrisas. Nunca les faltaron pretendientes…
Así, llegó el momento en que comenzaron a
tener novios formales. Constitución se enamoró de un compañero de clases de
tipo muy varonil y con un carácter bastante fuerte, que a ella le atraía mucho.
Democracia salía con un ingeniero petrolero que ya trabajaba en PDVSA con un
sueldo bastante bueno y Libertad estaba con un estudiante de periodismo que
además era poeta. Todas se casaron en el ‘83 y, sin dejar de trabajar en sus
profesiones, tuvieron hijos.
Pasaba el tiempo, los niños de las
trillizas crecían junto con el país, que en medio de sus altos y bajos
políticos, económicos y sociales, les ofrecía todas las posibilidades del
mundo, del primer mundo. La hija mayor de Democracia tocaba el violín en el
Sistema Nacional de Orquestas Infantiles, el hijo de Libertad aprendió a tocar
el cuatro y la mandolina en la Fundación Bigott, mientras que el hijo menor de Constitución
jugaba beisbol con los Criollitos de Venezuela.
Todo andaba de mil maravillas, o al menos
así parecía. Las tres hermanas siempre fueron muy unidas, apoyándose mutuamente
en toda situación. Sin embargo, la tragedia tocó a sus puertas un martes 4 de
febrero de 1992, cuando Democracia fue secuestrada muy temprano en la mañana, camino
a su trabajo. Al principio, los raptores exigieron una suma impagable y luego
no se volvieron a comunicar más con los familiares, que quedaron devastados,
sin noticia alguna. Ahora, los hijos se crían solos con su padre, que al menos
cuenta con la ayuda del resto de la familia.
Más o menos para el mismo tiempo, el
esposo de Constitución comenzó a maltratarla verbal y físicamente cuando
estaban solos. Ella no entendía su comportamiento y buscaba excusarlo de
cualquier manera, hasta que, dolorosamente, se fue percatando de que el
matrimonio perfecto que le mostraban a los demás era sólo una pantalla que ella
seguía manteniendo por su eterno miedo al qué dirán. Con los años, las faltas
de respeto, los golpes y las violaciones que sufría se tornaron rutinarios,
hasta que un buen día, Constitución no pudo volver a levantarse del suelo,
desangrándose internamente. La policía no intervino, y el marido está como si
no hubiese pasado nada.
En cuanto a Libertad, encontró el fin una
tarde de mayo el año pasado, cuando le robaron el carro y sus pertenencias a
punta de pistola en el estacionamiento de un centro comercial. Según lo que
cuentan algunas personas que presenciaron el asalto, ella salió del carro y les
dio las llaves y el bolso entero a los maleantes, rogándoles que no la mataran,
que tenía un hijo, que la dejaran ir, pero ellos, con los ojos rojos y riéndose
a carcajadas la balearon siete veces.
Los padres y los hermanos de las
trillizas aún no terminan de entender qué fue lo que pasó con aquellas tres
mujeres valientes, honestas, inteligentes, luchadoras y hermosas, venezolanas
en toda la extensión de la palabra. Lo único que sienten ahora es un inmenso
vacío dentro del pecho…
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