Rauda despertó
la niñita boricua
el seis de enero.
Esperanzada
fue al pasto con el agua
de los camellos.
Ya no quedaba
casi nada, solo un
revolú sucio.
Emocionada
encontró a su alrededor
bellos presentes.
Sonriendo, gritó:
¡Mami, Papi, vengan ya!
¡Fueron los Reyes!
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