miércoles, 21 de octubre de 2015

MÁS

Más asombrosa santidad: mujeres, amantes sempiternas. Mil años seguidos, Mireya amó siempre, melosa, a Sandra. Muchas angustias surgieron, muchas almas sufrieron; mas altiva, Sandra motivó a su mejor amiga: solo Mireya. Antes, su más amado secreto; mas ahora, su muy abierto sentimiento maravilloso. Allá sucumbieron míticamente al sendero mágico adherido, sensual, milagroso. Abierta, sincera, muy audaz, Sandra miraba alegre su muy agradecida sonrisa mientras, alada, se movía altibaja sobre muchos andenes salobres. Más atractivas señoras; mujeres acariciándose suavemente, muchos atrasados se molestaban al suponer mejor alcance sexual. Mireya araba sábanas malvas, ahogada sin más aliento. Sensuales, mimaban a sus mercedes ambos senos mutuamente, arrullándose serenas. Mitigada, abrasada, seducida, Mireya alcanzaba sin mucho afán su meritorio algoritmo sensitivo. Mirando al santuario, más amante solemne, más amiga sincera, menos alebrestada, Sandra meditaba aquellos sucesos. Mas, angustias siempre maniatan a soñadoras. Malas aguas se movían al sentido mortal: a Sandra molestaban aguijoneos súbitos, musculares, a siniestra media aorta. Solo Mireya abría soslayadamente mil apegos sencillos, más amor sagrado, menos áreas soeces. Mucho afán sin mayores anhelos: Sandra moría apenas supo musicalizar almas sacras. Mireya aguardó sin más añoranzas solitarias. Mientras abogaba solícitamente, malas ánimas se mostraban a sus modestas alocuciones solidarias. Mucha antipatía sembraba más ácido sulfúrico, mondando árboles secos. “Mi amada, siempre mi apoyo”, susurraba melancólica, ante su muerte agónica, Sandra. Mireya agredió sesuda, mentalmente, a sus macabros antagonistas sádicos; monos alzados, sedientos monstruos animosos, sediciosos. Mas así son: mujeres amantes sempiternas. Más amor serio: mil años siguientes, Mireya ayuda segura, muy amable, suave, minuciosa, a Sandra, muerta al sufrir mirando al susodicho mundo atrasado, sucio... 


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TAUTOSIGLAMA

Un tautosiglama es un tautograma compuesto en el que las palabras que lo constituyen comienzan con las letras del título escrito en forma de siglas, en el mismo orden que llevan. El título del tautosiglama representa el tema que se desarrolla en el texto. Por su naturaleza acrónima, el título queda escrito en mayúsculas.

© Patricia Schaefer Röder, 8 de mayo de 2011



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