¡Darío, donjuán del diablo, distingue diminuta Daniela dormida dentro del dormitorio! Declárale devoción, devaneo divino, directo. Desvívete, dondiego dilecto, derrítela dondequiera; damisela digna, decente. Dadivoso, dale deferencia, decoro, dinero; dale dotes de dinastía dominadora: diademas, diamantes, dijes damasquinos. Doncella durmiente, descansa divina, deleitándote dulcemente. “Duerme duquesa Daniela; duerme, duerme”, dice Darío determinado. Delatado, detrás de Daniela, desperezado, despierto, Darío dividía dádivas dentro del duro derredor demolido. Desdentado, decaído, desamparado, divisaba desapasionado dólares desgastados, desdeñados del doctor, del dibujante, del doméstico. Después, drástica, Daniela dijo: “¡Darío, dame dinero deprisa, debo disfrazarme de deambulante!”. Disgustado, dudando, Darío dobló divisas dosificadas, disimulando. “Daniela, ¿dónde dejaste de dormitar descansada?” dijo Darío, desesperanzado, deprimido. Desilusionado, designó diezmos defectuosos del dentista del día donde, desheredada, digna Daniela dudó desmayarse del dolor: “Daniela, dueña diestra, date dos dólares de duraznos, de dátiles dulces durante dantesca danza” dijo Darío debidamente. Débil, Daniela debutó delante de dormitorios desolados, decadentes, damnificados. Danzaba decidida, decolorada, decretada dominadora dedicada de demonios dependientes, denunciados… deplorables. Desquitada, desnutrida, Daniela divertía desatadamente doñas, dones desmoralizados, desmerecidos, desobedientes, destruidos, destapando dineros desusados, detallándolos… desfalcándolos. Darío, dondiego desvergonzado, deteriorado, desviado, desquiciado, droga duramente diez diosas Danielas, Dianas, Doroteas, detenidas dentro de drenajes donde duendes dudan de dosificar donaciones. ¡Dales domicilio, Darío! ¡Dales domingo, dales desahogo, desgraciado Don de dolor doblegante! ¡Dales dignidad, doctor distorsionado, displicente, degenerado, disociado! ¡Déjalas divertirse deportivamente! “¡Disparates!” dice Darío desdeñoso; “¡Diez damas Danielas, Dianas, Doroteas deben disciplina discreta, desnudándose desde despachos desordenados! ¡Deténganlas, desfachatadas desobedientes del deseo!”. Darío, Darío, dime dónde desapareces descubriendo doñas desesperadas, desairadas, debilitadas, decepcionadas, desafortunadas; damas dolientes dormidas despeinadas, desperdiciadas, desposeídas, desahuciadas…
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Dios !! dificil de describir, diantre !!... :)
ResponderEliminarPaty: me encantan tus escritos usando una sola letra inicial!
ResponderEliminarNunca dejarás de sorprenderme.... Un abrazo
ResponderEliminarDefinitivamente difícilll!!!Ejercicio complejo de destreza verbal. Wow!
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