jueves, 14 de agosto de 2014

ATARDECER


El sol caía derramando rojos y violetas entre las montañas. La tarde se llenó del canto de miles de aves; el murmullo del agua que se escurría entre las piedras servía de fondo al sonido de los insectos y al grito desbocado de los coquíes que buscaban pareja. Celia miraba los rayos del astro que huía, mientras tarareaba aquella canción de la infancia a su hija en brazos. Al fin había logrado encontrar la paz. Entonces, sus ojos húmedos se llenaron de alegría.

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